Megacausa La Perla – Día 15

Juicio Menéndez III: el infierno en primera persona

7-03-2013 / Política y Sociedad
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Declaró Héctor Kunzmann, sobreviviente del campo de concentración La Perla. Además atestiguó Emilia D´Ambra, madre de desaparecidos y referente de los Derechos Humanos en Córdoba.


Juicio Menéndez III: el infierno en primera persona

Por | nsiadis@redaccion351.com

Fotografía: Gentileza de El Diario del Juicio y Acervo Fotográfico del Archivo Provincial de la Memoria

La primera testigo de la mañana fue Emilia D´Ambra, Secretaria General de la Asociación Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas de Córdoba. Su hijo, Carlos Alberto D´Ambra, era profesor de Educación Física y militaba en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).

Carlos fue secuestrado en las proximidades de la vieja terminal de ómnibus el 20 de noviembre de 1976. Ese día estaba por viajar hacia la ciudad de Alta Gracia junto a Sara Waitman, su compañera, para visitar a sus padres. Los jóvenes nunca llegaron.

Carlos D´Ambra y Sara Waitman
Al día siguiente la familia de Sara Waitman se comunicó por teléfono con los D´Ambra para preguntar por qué los jóvenes no habían vuelto a Córdoba. “En ese momento empezamos a buscarlos. En la terminal nos dijeron que había habido un gran operativo donde se llevaron a muchas personas detenidas”, recordó Emilia.

A los pocos días empezaron los rumores de que ambos jóvenes podían estar en la cárcel, pero nunca pudieron visitarlo. En la Brigada Aerotransportada le comunicaron a la familia D´Ambra que Carlos había estado detenido pero que había sido liberado.

Recién a finales del año 1976 la familia D´Ambra tuvo noticias reales sobre el paradero de los jóvenes. La pareja estuvo detenida dos días en Campo La Ribera y, posteriormente, Sara Waitman fue «legalizada» y trasladada a la Unidad Penitenciaria Nº1. De Carlos no se supo más nada y aún continúa desaparecido.

“Las personas que sobrevivieron a La Perla aseguran haberlo visto pero que estuvo muy poco tiempo en el centro de detención. Él habría sido trasladado antes de navidad y llevado a las inmediaciones del predio para ser fusilado”, narró la testigo.

Al no conseguir respuestas de las autoridades militares, la justicia, ni la iglesia, Emilia y su marido se acercaron a los organismos de Derechos Humanos. Allí desarrollaron toda una vida de militancia hasta el día de hoy. “Estoy feliz de poder declarar por primera vez ante un tribunal después de 30 años de lucha”, concluyó Emilia.

El relato de una hija

Herminia Falik de Vergara
María Silvia Vergara Falik tenía un año de edad cuando su mamá, Herminia Falik de Vergara, fue secuestrada. Herminia era militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores. Su padre, Rodolfo Vergara, también fue secuestrado en 1977 y continúa desaparecido.

El día 24 de diciembre de 1976, Herminia viajaba en un colectivo cuando fue secuestrada por un grupo de tareas y trasladada a La Perla. Silvia contó que su abuelo nunca pudo pensar que Herminia estaba muerta. La buscó por todo el mundo. Viajó a Israel, España y Brasil pero nunca pudo dar con el paradero de su hija.

“A mediados de los años 80 aparecen las listas de las víctimas y se empieza a decir que Barreiro había sido el asesino de Herminia Falik, mi abuelo nunca pudo superarlo y murió de tristeza”, narró la testigo.

Cuando Silvia tenía 15 años, llegó a sus manos un libro titulado “La Perla”. Fue ahí cuando se enteró qué había pasado con su madre. El libro narra que luego de ser secuestrada la llevaron directamente a la sala de torturas. “sus gritos inundaron toda la cuadra, querían saber el paradero de su esposo y sus dos hijos pero ella no dijo nada”, contó la testigo

Herminia fue salvajemente torturada a golpes y con picana durante toda la tarde del 24 de diciembre. Luego de la sesión de tortura, los torturadores estaban apurados por irse a una cena de fin de año así que la dejaron atada, desnuda, y agonizando. Herminia falleció esa misma noche producto de las torturas.

“Si hay algo que yo tengo en mí, que estas personas malvadas no pudieron tener, fue la voz de mi fuerte y hermosa madre. Y su voz no será callada porque mi mamá buscaba un mundo libre y justo”, enfatizó Silvia.

Por último, la testigo expresó que cuando se llevaron a Herminia se llevaron le quitaron la piel, porque su mamá era su piel. “Nos dejaron andando por el mundo sin piel. Pero yo pude sobrevivir gracias al amor de mi familia”, concluyó.

El dolor en carne propia

En último turno brindó testimonio Héctor Kunzmann, primer sobreviviente del campo de concentración La Perla en comparecer ante el tribunal.

El testigo reconoció a muchos de los imputados, y cuando el tribunal le preguntó en calidad de qué los conocía, Héctor respondió: “los he visto en el campo de exterminio La Perla cuando estuve secuestrado”.

Kunzmann era militante de la organización Montoneros. Es secuestrado el 9 de diciembre de 1976 saliendo de un local del centro cordobés. En ese momento, un grupo de personas vestidas de civil lo detienen y trasladan a La Perla. El testigo cuenta que dicho operativo estuvo a cargo de Héctor «Palito» Romero.

Al llegar a La Perla, Héctor fue duramente golpeado y posteriormente llevado a la sala de torturas. “Fui atado a un camastro y torturado por el mismo Romero que en ese momento era el único miembro del personal de La Perla presente”, recordó.

Al día siguiente lo llevaron a una de las oficinas para ser interrogado Luis Manzanelli quién le expresó que “a partir de ahí estaba en manos de ellos, para mí no había más ley porque ellos eran dios”, narró Héctor.

Con el correr de los días fue alojado en La Cuadra, lugar en donde estaban los secuestrados. “Ahí pase a ser uno más de los 30 o 40 detenidos que había en ese momento en La Cuadra”, manifestó.

Ex Centro Clandestino de Detención La Perla

A la semana de estar detenido recuerda el primer “traslado” que presenció. Kunzmann contó: “alrededor del 15 de diciembre se llevaron a 5 compañeros detenidos. Sabíamos que iban a ser fusilados”.

Otro de los hechos significativos relatado por el testigo es el paso de Herminia Falik por La Perla. “No recuerdo si el 24 o el 31 de diciembre tuvimos que vivir uno de los hechos más dolorosos y fuertes desde que estuve ahí adentro. Nos enteramos que ese día había sido secuestrada Herminia Falik quién fue torturada tan salvajemente que murió horas después, abandonada en la sala de torturas”, relató.

Durante el mes de enero del 1977, el Personal de Inteligencia comenzó a concurrir a La Perla con menos frecuencia, los detenidos eran custodiados por gendarmería. Héctor recuerda que en ese momento estuvieron más tranquilos. Podían conversar con los compañeros, jugar a los naipes o al ajedrez.

Por ese entonces, Héctor fue obligado a realizar trabajos de dactilógrafo. Esto consistía en dejar sentado los procedimientos y los detenidos, nombre, organización a la que pertenecía, domicilio.

“Cuando realizaba esas tareas, recuerdo los traslados de 15 compañeros durante la semana de carnaval de 1977. Entre los trasladados estaban Álvares, Fufa, Roldan, González, Arriola, Gómez de Aveldaño y Magallanes, entre otros. Todos fueron fusilados”, afirmó el testigo.

Luego, Kunzmann dejó el trabajo de oficina y para ayudar en el mantenimiento de los vehículos. Junto a él trabajaba otro detenido de apodo «Peruca», quién a los pocos meses fue trasladado y fusilado por personal del Batallón 141. “Hasta noviembre del 1978, momento en que recuperé mi libertad, estuve realizando la tarea de mantenimiento de los vehículos”, expresó.

A finales del año 1977, Héctor formó pareja dentro del campo de concentración con Mirta Iriondo, también detenida. Producto de esa relación tuvieron una hija que nació en noviembre de 1978. “Mirta pasó todo su embarazo ahí adentro y cuando nació mi hija pasamos a una situación de libertad controlada”, recordó.

Durante todo el año 1978 los presos llamados “viejos” fueron teniendo esporádicas salidas de fines de semana, y hacia fines de ese año empezaron a ser liberados. Héctor Kunzmann recuperó su libertad en noviembre de 1978, días después del nacimiento de su hija.

En el año 1980, Kunzmann viajó junto a Iriondo y su hija a Brasil y posteriormente a Suecia donde se radicaron como refugiados políticos. Desde allí pudieron declarar el horror vivido en La Perla, constituyéndose en una pieza fundamental para la reconstrucción de la historia del uno de los mayores centros de exterminio del país.