Por Pablo Arietti | redaccion351@gmail.com
Las mejores películas son las que no terminan. Antes que finales felices, las mejores películas tienen tramas felices. Desde hace un tiempo largo, quienes vivimos en Córdoba disfrutamos del rodaje, en vivo, de un musical cuya trama no decae. Cada fin de semana (y los fines de semana comienzan cada vez más temprano) es un montaje de escenas para no perderse.
Cada fin de semana, el rodaje desparrama actores protagónicos y de reparto por espacios de todos los tamaños. La felicidad de la trama descansa en la posibilidad de comprobar que no siempre hay una relación directa entre el tamaño de la escena, la excelencia de los actores y el precio que habrá que pagar para emocionarse. La suerte, antes que el cálculo, suele disponer, muchas veces, protagónicos increíbles en barcitos y mejores extras en salonazos.
Este sábado, por ejemplo, se rueda uno de los momentos del año en Espacio Quality. Cuando quienes hayan comprado su entrada escuchen el «clack» del inicio de toma, verán aparecer a Pedro Aznar en el centro la escena. La música, una vez más, fundirá las tramas de tantos.
Los capítulos de Aznar tejen una saga, insuperable en más de un costado, de casi cuatro décadas. Los primeros cuadros lo muestran como un extra desordenador de decorados. Todo transcurre de manera apacible hasta que llega Pedro. Cuando Pedro aparece, hay que empezar de nuevo. Al fuego con todos los guiones de bajo escritos para bajistas de reparto. La trama se ilumina. Llueven invitaciones para nuevos rodajes. El cuerpo de las letras que forman «Pedro Aznar» se agranda en los afiches. Los afiches se ven impreso el nombre de Pedro Aznar y solitos se corren los muebles para que entren todos los instrumentos, de Pedro y de tantos buenos músicos atraídos. Los buenos músicos, tarde o temprano, terminan sonando juntos.
La última vez que nos visitó, Aznar rodaba con su moviola en la presentación unipersonal de «A solas con el mundo». Lo vimos más tarde en el mejor homenaje que un músico argentino pueda hacerle a Luis Alberto Spinetta. Si algún músico argentino, además de Pedro Aznar, puede interpretar «La cantata de los puentes amarillos» tocando ese manicomio de acordes y cantando como cantó Pedro esa noche, esperamos ansiosos el video. Lo que ya existe y puede verse, reduce la profundidad de campo en los afiches.
Esta noche, Pedro Aznar presenta «Ahora», su último trabajo, concebido a metros de las olas del Atlántico y grabado de un lado y de otro de las olas del Atlántico. «Ahora» es un puñado de canciones propias, de instrumentación impecable. Un reparto de co-protagonistas lo acompaña: Coqui Rodríguez en guitarras; Hernán Jacinto en teclados; Julián Semprini en batería y Alejandro Oliva en percusión.
Quality Espacio queda en Avenida Cruz Roja al 200. Las entradas van de los $105 a los $185. Para quienes vayan en auto, hay un costo de $20 por estacionamiento.
«Ahora» es una letra que dice: «Ahora no es mañana, ahora no es después, ahora no es camino recorrido ni lo que haya sucedido. Ahora ni siquiera es ya, porque no espera nada.»
Aznar, para siempre.
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