El mundo en un artista

Pedro Aznar en Córdoba

17-12-2011 / Agenda, Reseñas
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Uno de los referentes ineludibles de todas las músicas se presenta esta noche a las 21.30hs en la Sala de las Américas del Pabellón Argentina.


Pedro Aznar en Córdoba

Por | redaccion351@gmail.com

Esta noche promete una tarde que le honre su llegada. Puede incluso comenzar desde la sobremesa del almuerzo, bajándole un poco las persianas a este sol exagerado de diciembre. Seguro habrá por ahí algún sofá, cerca de los parlantes. Un dato aclaratorio como moción de entrecasa: no habrá siesta.

Lo de levantar los platos, lavarlos, y demás menesteres, podrá esperar. Acaso haya terminado el lavarropas. No pasa nada. La escena requiere un almuerzo apenas después de los bostezos y un dejarse llevar por las horas. Claro que la realidad podrá encontrarnos yendo a trabajar, trabajando, volviendo del trabajo, preparando algún examen desde la madrugada, cortando el césped que crece insoportable, jugando al metegol en un camping, trasladando gente de un barrio a otro, rezando en alguna clínica… Supongamos que no. Hemos terminado de almorzar y no hay obligaciones que atender, o las hay pero se merecen la espalda. Entonces todo queda sobre el mantel, porque el plan es recorrer los estantes de discos y elegir uno de Pedro Aznar. Esta noche toca en Córdoba y no hay mejor idea que predisponer los poros de los antebrazos, esos que siempre acusan los primeros temblores.

Tampoco pensar tanto. Tomar cualquiera, para el caso, no tienen desperdicio. O también buscarlos en las carpetas de música, seleccionarlos a todos y que juegue el random. La ecualización de siempre, el café de siempre, el pucho de siempre.

Una lista aleatoria de canciones de todos los discos de Pedro Aznar, en la sobremesa de un sábado, antes de su recital, es una de las formas de la felicidad. La mejor previa a un par de horas de comunión con uno de los pocos músicos argentinos, del gremio de los grandes músicos, que no sólo resisten el archivo (en el caso de Aznar, «resistir» y «archivo» no juegan siquiera como lugar común posible), sino que además (y tal vez, y ojalá, sea ésta una de las miradas que lo abarquen) salen corriendo de la planicie de obviedades para mostrarnos, a fuerza de explorar su talento inagotable, una colección andante de maravillas.

Se abrazan los agudos, medios y graves de la siesta desvelada. En el culto a la pasión de Pedro por elegir diamantes de todos los continentes posibles de la música para tallarle facetas impensadas, se ensimisman los parlantes, como orfebres agradecidos.

En la última hora, por ejemplo, Random Aznar trajó «Tan alta que está en la luna»; «Verano de Nueva Inglaterra»; «Susana sueña a su futura hija»; «Zapatillas y libros»; «Tres notas para decir te quiero»; «Quantum»; «Milagro de los peces».

Así, de a poco, los platos se irán juntando y lavando solos; las remeras y pantalones se irán trepando a las sogas bajo el sol exagerado de diciembre; las voces, bajos y guitarras de todos los discos de Aznar irán adornando el camino al Pabellón Argentina.

El pretexto es mostrar las gemas de su último disco, «A solas con el mundo». Sabremos acomodarnos en la platea y liberar los poros.