Naranjo en flor

Ana Prada se presentó en Córdoba

6-11-2011 / Agenda, Crónicas, Crónicas a Destiempo
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La cantautora uruguaya se presentó este viernes en el Salón de Actos del Pabellón Argentina. Crónica de un recital pleno de emociones.


Ana Prada se presentó en Córdoba

Por | redaccion351@gmail.com

Foto de portada: Sandra Di Capua.

Los poetas la nombran. Ana no duerme. Espera el día. Toca su sombra, cuenta las luces. Juega con hadas. Canta palabras y se torna en luz. Su ropa formando un banderín multicolor. Volverá a escuchar las piedras que contra su ventana lanzó la felicidad. Se irá algún día, pero es feliz igual…

Después de un cigarrillo, hermosas obras en el hall del Pabellón. A la derecha, la cola es un rosario de abrazos y besos entre encontrados. Vamos pasando. Nos saludan las luces del escenario y los instrumentos. La seriedad de los respaldos y apoya brazos se irá ablandando. Justo antes del inicio, entra un señor muy inteligente: viste pantalones cortos (no bermudas, pantalones bien cortos) y sandalias, para envidia de tantos jeans y zapatos mareados por el calor del día. También una familia con bebé y changuito. No hay como un bebé en un recital para fruncir el ceño de los adoradores del silencio. Casi se les adivina el pensamiento: “Va a molestar toda la noche. También los padres, qué idea…” Al rato se olvidan, sacan un caramelito y exprimen, divinos, el celofán. 

Dos reflectores, juntitos en el centro, se apagan a medias, anaranjando el recinto. Mientras terminamos de acomodarnos, ingresa Diego Rolón. No. Mejor demos vuelta la frase: Diego Rolón  ingresa mientras terminamos de acomodarnos. Es muchísimo más importante su ingreso que nuestro acomodo… No. Mejor saquemos eso de que nos acomodamos. Tiremos los reflectores y las naranjas. Que quede lo verdaderamente importante: Diego Rolón ingresa al escenario, se sienta y arranca la noche desenrollándole con su guitarra una alfombra roja a Lea. Así valen la espera las sorpresas.

Antes que nos preguntemos, Lea nos compra con su aclaración: “Hola. No soy Ana Prada ¿eh? Ya se habrán dado cuenta… Soy la versión robusta de Ana”. Después de años y años de haber embellecido con su voz el camino de tantos artistas amables, Lea Ben Sasson, “nueva compositora vieja” -como se presentó-, tuvo dos grandes ideas: editar un disco y venir a cantar algunas canciones en el preludio de su compatriota y amiga. Comienza con «No son rosas», tema-nombre de su primer trabajo. Una dulzura que en el final saluda al wonderfoul world de Luis Armstrong. “Crochet”, hermosa canción dedicada a su madre, le agolpa la emoción al punto de tener que cortar y pedir disculpas. El oficio le permite tomar la relación con su madre judía para cambiar aplausos de ánimo por aplausos de carcajadas. Luego de “Prudencia”la revancha de “Crochet”, para cerrar una gran presentación.

Foto: Carolina Cristal
Después de unos minutos para comentar lo bien que nos ha caído Lea, entran cuatro músicos, argentinos todos: Juan de Benedictis en guitarra; Ariel Polenta en teclados; Julián Semprini en Batería y percusión; Fernando Mantaras en Bajo. La música ordena las luces para el ingreso esperado. Radiante, con su vestido de primavera y sus borceguíes claros, Ana Prada nos saluda con “Hojas de tilo”, de su último disco. La sencillez de la puesta permite disfrutar de una orquestación simple, ideal para dejarnos llevar, livianos, por las imágenes que florecen de la poesía de Ana, ya con su guitarra, en “Me quiere sonar”. Después de “Soy sola” y de los agradecimientos a la UNC y a Marina Bello, encargada de que todo suene “como en casa”, comienza el idilio con el público. A “Juveniles bríos” le sigue “Cada mancha de tu cuero”, canción que la retrata en su infancia de campo, recorriendo paisajes montada en su yegua “Celeste”, “a quien esta noche va dedicado el tema… ¡Y a todas las yeguas presentes!”

La paz de voz y guitarra de “Amargo de caña”, primer tema de su primer disco, dedicado a las tardes de Paysandú, prepara al público para uno de los momentos más altos del recital. “Esta canción es de Fernando Cabrera. Tuve la gran suerte de grabarla incluso antes de que él mismo la grabara.” Su imitación de Fernando al recordar cuando le dio la letra, y su versión inspirada de “Dulzura distante”, multiplica los aplausos y arranca los primeros “bravos” de la noche. Acto seguido, se retiran los músicos para que Ana invite a Emiliano Zerbini, flamante amigo, a cantar “Zamba por vos”, con todo el auditorio de coro.

Cada verso cantado por Ana Prada encuentra su color perfecto. La pronunciación cristalina nos devuelve el placer por el sonido de las palabras. Escucharla contar de sus viajes de niña al interior de Córdoba, acompañando a su abuelo, educador de la Unesco, aún exiliado, en sus clases por pueblitos recónditos de nuestra provincia, nos ablanda el alma para escuchar y cantar “Tentempié”. “Tres llaves” y “A veces”, ésta última de Juan de Benedictis, perfuman de zambas el aire, antes de “Salud por mí”, de su segundo disco. Con “Adiós”, grabada por Teresa Parodi, y “Brillantina de agua”, tomada por Liliana Herrero, la noche homenajea a dos hermanas mayores de este lado del Litoral. “Tierra adentro”, también tomada por Liliana, vuelve a dejar el último verso al público.

“Gracias a Viva Zapata Producciones. ¡Me encantó ese nombre! Recuerdo cuando era chica, en casa había un póster de Zapata”. Último tramo: “Camalotes sueltos” libera las palmas; “La entalladita», de Amparo Ochoa, arranca una ovación; “Tu vestido” es coreado hasta por el bebé, que no molestó en toda la noche; “Soy pecadora» nos pone de pie para aplaudir antes de los bises.

Seba Milani, invitado por su amiga, sube a cantar uno de sus temas. “El tero” y “La maleta” nos siguen dejando cantar. “Mientras tanto”, con estribillo “hippie”, nos hace balancear los brazos con los dedos en v, antes del fin. Explosión de aplausos. Ovación sostenida y regreso. De Benedictis juega con “Smoke on the water”; Mantaras con “Ala delta”. Entran Lea y Diego Rolón para celebrar el final con “Mandolín”, donde cada músico se luce con su solo, y “Sal y agua” donde nos lucimos todos, bailando desprolijos. 

Foto: Carolina Cristal

Plenos de agradecimiento, los de arriba y los de abajo del escenario, nos saludamos. Ana Prada, más blanda que el agua blanda, feliz por las emociones generadas con su frescura de río, se va con un fuerte:

– ¡¡¡Viva Zapata!!!

– ¡¡¡Viva!!!