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Rincón de Trazos: Reina de picas…

4-11-2014 / Lecturas, Rincón de Trazos
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Redacción351 vuelve a publicar “Rincón de trazos”, un espacio en el cual Nadia Visokolskis y Gina Maluska compartirán sus textos e ilustraciones semanalmente con nuestros lectores.


Rincón de Trazos: Reina de picas…

Reina de picas…

La primera vez que se encontró con uno fue de casualidad en la parada.

Esa mañana, Ana se había quedado dormida y por un minuto se le pasó el colectivo de las 7.40.

Mientras esperaba el siguiente, bajo sus pies apareció un naipe.

Contempló el tres de trébol lo que duró el recorrido hasta llegar al trabajo, y una ilusión la acompañó aquel día.

Pasaron dos meses, iba cual pac-man esquivando individuos en la peatonal antes que el banco cerrase, y se topó con un segundo naipe. Esta vez, un ocho de diamantes.

Al diez de corazones lo encontró bajo un árbol en la plaza, sólo 15 días después.

Ana estaba maravillada. Era esa sensación de cuando no sabes que algo existe hasta que lo ves, y de repente está ahí, por todos lados.

Sin buscar aparecían frente a sus ojos.

Los siguientes 4 meses caminó por las calles sin perder detalle. De tanto mirar al suelo se llevó puesta unas cuantas ramas y sujetos. Buscaba cualquier excusa para salir; antojos de golosinas, visitar amigos, consultar al médico y demás.

Apreciaba cada noche sus trofeos, dispuestos como portarretratos en la mesita de luz. Pero el tiempo pasaba y volvió a encontrar las baldosas insípidas de siempre, el asfalto grisáceo de las calles, hasta que un día, cuando ya casi se había dado por vencida  apareció.

Los ojos se le iluminaron como a un niño. El universo le enviaba un mensaje con forma de reina de picas. Aquel naipe era distinto. Los anteriores habían sido como miguitas de pan que te indican el camino a un suculento sándwich de bondiola y queso.

Fue tanta la emoción con el hallazgo, que no se percató hasta bien entrada la noche que tenía un escrito:   “mi salteñita”…

Ana no podía ser más cordobesa, pero claramente se trataba de un mensaje de amor e iba dirigido a ella.

No le costó atar cabos, Ana era muy lógica, tanto como lo puede ser una abogada. Hacía tiempo que tenía la intención de viajar, pero no encontraba el momento oportuno.  Ahora todo cerraba. Emprendería rumbo en busca del siguiente naipe, en busca del romance.

Una semana fue lo que tardó en ultimar detalles y allá partió.

15 días por Salta la linda, degustando la humita en chala, los tamales, las empanadas. Recorrió la catedral y toda callejuela, pero sin señal alguna.

Se le fue agotando la paciencia, el interés y las vacaciones.

Regresaba a Córdoba con demasiado peso, más por desilusión y mal genio que por la valija, así que una vez estuvo en la terminal tomó el primer taxi que paró.

Al llegar, bajó del auto a toda prisa y sintió como el zapato, la media y su pie se sumergían en las profundidades de un terreno acuoso. Ana revoleó los ojos con indignante resignación y entró a su casa.

Allí fuera, en el charco, quedó flotando un dos de corazones.

 

Texto: Nadia Visokolskis

Licenciada en Comunicación Social, aficionada a la escritura, caminante de sueños y pasajera de libros que nos llevan de viaje.

Ilustración: Gina Maluska

Licenciada en Artes Visuales, viajera foto-aventurera, música de la vida, artesana de comidas y graficante de sueños.