
Por Garba.
Terminaban casi los ’90 cuando los yankis estrenaban una comedia liviana que se llamaba «Mentiroso mentiroso».
Con mi oficio y mi pasión por aprender me hice muy fanática de ver una y otra vez este filme.
Un actor clown haciendo comedia y llevando la exageración a otro nivel.
Las críticas creo que la tildaron de frívola, y a mí que poco me importan, no me hicieron mella.
Una y otra vez mirando las secuencias, sobre todo las escenas que no quedaron, que salen al final con los títulos.
En ese entonces no le daba mucha bola a la trama, la historia de alguien que un día se levanta y ya no puede mentir.
El histrionismo es lo que me interesaba estudiar, así que la vi y la vi y la vi.
Me resultaba graciosa sin pensar.
Graciosa a pesar de todo.
Al año siguiente se muere mi papá, y recuerdo que frente a su cajón, después de las corridas de su muerte repentina, y el entierro digno de una saga de Fellini, le dije: con tu cajón hoy entierro la mentira.
Trato de rendirle tributo a semejante promesa.
Lo difícil que resulta.
Terminando otro año horripilante, de nuevo adentro y sin perspectiva de que lxs artistas no nos extingamos de la faz de la tierra a causa del olvido generalizado, pido que Milagro Sala y todxs lxs presxs políticxs estén libres, que haya trabajo así podemos pensar en otra cosa, como ser felices y no correr la coneja día a día, y que a quienes tienen poder les pase como al personaje de aquella célebre «Mentiroso mentiroso» y al resto de les humanes también, así sacamos una piedra más del bote y capaz con suerte flota.