Astilla

Paisaje

8-09-2022 / Astilla, Lecturas
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Esa tarde me mezclé entre el piberío y pude pasar al espacio que se convertía en escenario con una lona plástica inmensa que cubría todo el contrapiso, sin que nadie reparara en mí.


Paisaje

Por Garba.

Cuando iba al club, muchas veces, me escapaba por la salida de atrás de nuestro gimnasio de voley al galpón del frente donde sucedía la magia.

Había días en los que se llenaba de camiones bajando luces y equipos, mucho brillo y olor a fijador de pelo, corridas y trajes con hombreras doradas.

Delicias de un barrio muy popular, nuestros ídolos eran grasas, mersas, gronchos, nos auspiciaba naik feraldi y los volados le daban de comer a las mercerías de la zona.

Esa tarde, porque en todo cuento siempre hay una vez, me mezclé entre el piberío y pude pasar al espacio que se convertía en escenario con una lona plástica inmensa que cubría todo el contrapiso, sin que nadie reparara en mí.

Johnny Allon grababa su presentación en vivo que saldría mucho después y comenzó a sonar la base de una pista de la más pura cumbia.

Apareció ella: finita, frágil, con cara de porcelana y su mirada de reina de los negros.

Apareció ella y todo el resto desapareció al instante, porque flotaba, se movía y cantaba tan fuerte que se oía como si no existiera la base, ni el tinglado, ni los cables, ni el sitio mismo.

No podrás faltarme cuando falte todo a mi alrededor en aquel paisaje donde vivo yo.

Esa capacidad de enamorarnos tenía.

La suerte de haber crecido en los fondos de la ciudad, cerca del cielo donde cantaba Gilda.