Astilla

Morera

18-11-2021 / Astilla, Lecturas
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En la casa hay siete árboles de mora, todas de diferente tipo y color. La del frente es cerco y creció en la grieta que hay entre la reja y la parecita.


Morera

Por Garba.

«Debajo de la morera
bailaremos esta zamba,
pasaría la vida entera
cantando con toda el alma,
pasaría la vida entera
debajo de la morera…»
(Falero – Carmona)

En la casa hay siete árboles de mora. Todas de diferente tipo y color.

Las moreras más agradecidas son las que entraban en la lista de: cortar para que no tape el sol.

La del frente es cerco y creció en la grieta que hay entre la reja y la parecita. Da moras blancas pero como se bancan mucho sol, se vuelven lilas cuando están más dulces.

A la de atrás de todo, una vez un jardinero, sin permiso, la podó porque era plaga. Año tras año salía y la volvíamos a achicar porque nos hacía sombra al piso de cemento que puso Marziali cuando vivía en casa y se ponía en modo constructor para apoyar la Pelopincho de Simón.

Un año, dio las moras más gigantes del mundo, las más redondas y pulposas y le entendí el mensaje: dejame crecer.

Y la dejé.

Es la última en dar frutos y la más abundante.

Son moras negras brillantes y carnosas.

Se juntan los pájaros en su copa.

Cuando salgo al monte mío, me pierdo entre lo que planto y lo que dejo, los zapallos que crecen por cualquier lado, las ramitas de salvia, los palitos duros para el fuego, una achicoria que salta entre los cardos, y esa explosión de moras en las manos.

Salir adentro y perderse bajo la morera, los dedos violetas, nunca lavarlas, como una nena traviesa, de parada, disfrutando el postre que mucha gente deja que se pudra en los pisos porque es gratis.