Por Garba.
Se murió Lila.
¿Las brujas son todas iguales?
No, no lo son, pero en algún punto, son todas brujas.
La hermana de la Sole, bruja.
Apenas me entero, voy hacia el libro que escribió la Bibi, otra bruja, donde mostró en imágenes a algunas de las mujeres del Cordobazo.
Lila era escribana, pero le gustaban las letras y su vida fue lucha, Perón, Evita, hacer, preocuparse por los demás, dejar a la chica con la madre y salir a las marchas, labrar actas, acompañar a las obreras y a los obreros, verles morir, que desaparezcan de casi todos lados menos de nuestra memoria.
Luchar y luchar.
Me quedó grabada una foto que hay en el libro: Lila ya grande, sosteniendo la bandera de su Unidad Básica de la tercera sección, en un barrio de Córdoba.
En su semblante, el orgullo de que existiera un pequeño rincón en el mundo donde las ideas se pudieran tocar: libro abierto, plato de comida, conversar hasta tarde, ayudar y olvidarse, y seguir ayudando, como si fuera una jovencita perenne, convencida, «con los libros aún en las manos».
Así de universal y de particular, todo mezclado, lo grande y lo chiquito.
Una vida larga y una muerte tranquila, en medio de este berenjenal de estos días, donde militancia parece ser una palabra maldita.
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