Astilla

Hospital

28-04-2023 / Astilla, Lecturas
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Cada vez que voy a un centro de salud, hotelería más o menos, me acompañan los fantasmas queridos y los recuerdos de otros ajetreos.


Hospital

Por Garba. 

Foto: Cecilia Jacubowicz.

Un hombre pasa quejándose por el turno que le dieron, es alto y corpulento con poco pelo pero batido al viento.

Su compañera, menuda y con cara de pajarito (¿vieron que hay gente que tiene cara de pajarito?) le pide que baje la voz, que al mundo no le interesa su apuro.

Se cruzan con otra pareja de jóvenes que llega con unas mantas que guardan dentro un bebé bien nuevito.

Deduzco que la que los persigue con papeles y un oso gigante es su abuela, porque sonríe mientras carga bolsas de shoppings y el peluche esponjoso.

Entra por la puerta de vidrio otra pareja que va a un control, una de ellas tiene puesto un vestido fucsia que ajusta su panza de unos siete meses y la muestra hermosa, vigorosa, todopoderosa, radiante, y su compañera carga con el papeleo y es la que hace las preguntas.

Las veo irse en el ascensor y se tratan con una ternura que enamora.

Del mismo ascensor baja una persona flaca, desganada y aturdida.

Rompe en llanto apenas baja y dice: es tan joven mi hermano, disculpe.

Yo sigo marcando el interno donde otra vez me aseguran que a la brevedad nos atenderán.

El chico de la seguridad de la puerta tiene ojos almendrados, rasgados y pestañudos y me hace señas de que puedo salir.

Cada vez que voy a un centro de salud, hotelería más o menos, me acompañan los fantasmas queridos y los recuerdos de otros ajetreos, de las anteriores nuevas normalidades que se adquirían cuando un diagnóstico podía alterar el estado de las cosas.

Subo hasta la terraza.

Siempre el atardecer acomoda el mapa. Donde sea que esté, el cielo hace su alquimia de otoño.