Por Garba.
¿No te quieres bajar? ¿No quieres dejar de volar? Mariposa…
Yo era el niño de la zapatera Federico.
Tu obra me hizo actriz.
En escena descubrí que además de hablar, podía jugar.
Estaba sentado en la mesa escuchando a la zapatera, esperando para cantar y bailar mi parte, y miré al público y el público me miraba.
Entonces, a escondidas de la zapatera, robé del frasco una galleta.
Ella no lo vio, pero el público sí.
Y se rieron Federico.
Tomé otra, y la comí de un bocado.
Más risas. La zapatera volteó a mirarme y yo, le corrí la mirada.
No estaba escrito en ningún lado de tu obra Federico, pero es que estaba pasando.
Y me puse otra galleta en el bolsillo.
Sé Federico que en tu obra nada decías de una niña actuando de niño, que ni te hubieras podido imaginar la cantidad de puertas que abriste con ese monólogo, pero a la vez, me habías dado la libertad en la mano.
Un día como hoy, te asesinaban en el amanecer de una guerra muchísimo antes de que yo te lea.
Hiciste otras obras, pero a mí, me despertaste con la zapatera prodigiosa.
Gracias Federico.
¿No te quieres bajar? ¿No quieres dejar de volar?
La señora zapatera ha matado a su marido porque no tenía dinero…
Ya la corteja el Alcalde, ya la corteja Don Mirlo, zapatera, zapatera…
¡Zapatera te has lucido!
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