Por Garba.
Recuerdo que esta foto fue un 17 de noviembre.
Le agradeciste a mi hijo que te prestara a su madre el día de su natalicio.
Le regalaste un librito pequeño, pequeño como vemos a nuestros hijos, aunque se coman el mundo.
Una imagen, con suerte, logra captar en un instante, en ese chasquido, una historia completa.
Nos convocaba la presentación de uno de tus libros, y sin embargo, llevamos la complicidad a la mesa.
Había en el ambiente una sensación tan linda de alegría en todos lados: en nuestras caras, en las plantas del aire libre, en una primavera que se resistía a ceder al calor.
Alguien sobre el final pidió que contara uno de tus cuentos, como el bis de un concierto.
¿Quién se atreve a creer que leer ha pasado de moda?
También recuerdo el filtro de agua condorhuasi goteando lento mientras conversábamos sobre algo en tu casa, una serie de charlas sobre literatura contada que imaginaba podía juntarte con Iris Rivera, parecía ingenua mi empecinada manera de crear posibles foros, charlas, festivales, en los peores tiempos de gobiernos de derecha, que lo primero que resuelven es quitarle la voz a la cultura.
Vuelvo a la jarra, esperando allí cada gota, como una palabra.
Cocinabas y me detuve a pensar en que eso se quedaría grabado adentro como una polaroid: el cántaro, como el lenguaje, una a una cada gota, cada palabra de tus cuentos que cuento, naciendo en la soledad de tu escritura, que después logra ser como el líquido que pasa por las capas de cerámica buscando salir.
Cuando los digo, me resuenan como el río de la sierra, que nunca se detiene.
Cada año es una celebración diminuta en el cosmos del siempre volver a inventarse.
Un acto de emancipación al tiempo, que todo devora.
Leer nos cambia, no para contarlo, eso es una consecuencia de algo más profundo (como si pudiera alguien habitar algo que no le pertenece?), es otra cosa.
Leer traduce el día a día con un pensamiento que se extiende en detalles, que se va por las ramas, que se vuelve barroco porque sí, que se llena de inter textos que hacen más vivible la vida.
¿Qué sabemos cuando llega la noche y nos quedamos solas?
Y por la mañana, ¿qué sabemos?
Mi agradecimiento es una flecha que va.
Te celebro Tere breve, Tere leve.
Que todo te acontezca.
Latir en el presente es luchar contra el olvido.