Por Garba.
Querida amiga:
Te escribo desde Buenos Aires, esta ciudad tan llena de todo.
Ya hace muchos días que ando dando vueltas.
Las cosas han ido saliendo un kilo, y puedo disfrutar de la compañía de mi madre, que era la razón de mi viaje. Ella está muy linda.
Nos reímos jugando scrabel y acá lxs amigxs son un vergel de buenos momentos, me tratan con un amor, pintamos, hablamos hasta tarde (no debería porque me deja ronca porque me apoyo en el piso de las cuerdas vocales cuando no hablo en los escenarios).
Pensaba en la charla que tuvimos sobre el 2001 y tu libro y la canción que hice ese mismo año, cuando no podíamos hablar de otra cosa que de la gente arrastrándose como perros en la noche de las avenidas.
En esta ciudad hay otra ciudad que come lo que la otra ciudad tira y es tremendamente un déjà vu andar de noche esquivando carros y cartones que son la casa de alguien que no tiene casa ni tendrá.
Ando como siempre quedando mal con muchos porque no llego a verles y dejando para los últimos días todo.
Ayer mi madre me esperaba con verduras del mercado que eran un sueño y cocinamos y atesoro que podamos hacerlo.
Me crucé con un viejo amor en la casualidad de la noche, un saludo apenas en la vereda antes de perder el subte.
Me fui recordando que hace muchos años esa estación era mi lugar de llegada, mi parada favorita en el mundo de esos tiempos de bolso para todos lados.
Trataré de ir al CCK, debo cuidar la voz para la función de mañana que intuyo será un mimo grande.
La otra semana me acomodaré en casa, pasados unos días de volver calculo que estaré más libre.
Por suerte la Mery me salva con sus pócimas a distancia de cómo mantener la voz en pie con tanta bulla en el medio.
Te abrazo.
Tuya, Garba.