Por Garba.
El tiempo en la lectura en voz alta, dejarse perdurar en una página, dos, tres, cinco, abre la puerta a nuestra voz profunda.
Una voz que además de aquello que pronuncia, cuenta otra cosa.
Al leer suena una voz interior alejada de cualquier pretensión técnica o pose o método.
Es la voz que trata de romper el silencio, nuestra pisada en la arena de una playa extensa, solitaria e infinita.
Leo al levantarme, cuando entra el sol de la tarde.
Leo el diario, un resumen, un libro.
Leo las etiquetas de los productos.
Leo lo que escribo y lo que escriben.
Atravieso los años en varias direcciones.
Converso con autores que murieron y con otras a quienes puedo decirle:
hoy, mientras preparaba el mate, vos y yo teníamos una charla mediante tu poema,
ese tan bello en el que tu madre se hacía y deshacía.
Lean.
Leyendo nunca estás sola.
Lean.
Es el mejor modo de intentar atrapar el silencio, de conocerlo,
justo entre el final de una palabra y el aliento que da impulso a la que está por venir.