
Seguro escuchaste algunas o todas las canciones de Bosques de Groenlandia y esta misma frase te recuerda «Dulce de ciruela», «Turbina» o «Mishima». O mejor, evoca un tiempo donde escuchar discos de principio a fin era eso que hacías cuando por ejemplo sonaba «Madreselva» o «Camerún», por obra y magia de un poeta cantando sus «fugas y fábulas».
Seguro leíste «Un oso polar» o «Los Centeno», o sus poemas reunidos en «Vida en común» o «Viaje al comienzo de la noche», por citar algunos de varios títulos.
Seguro podrás conectar, soltando un gesto espontáneo de admiración, con alguna experiencia de sus talleres de escritura creativa, donde -abundan los testimonios- ocurría algo bien parecido al estado de gracia.
Seguro escuchaste hablar de Pablo Natale. Seguro escuchaste a Pablo Natale. Seguro leíste a Pablo Natale.
Seguro que si no, que si nada, que si es la primera vez que las palabras Pablo y Natale aparecen juntas en tu vida, sabrás encontrar el momento de recorrer algunas de sus obras. Nunca es tarde. Tal vez convenga desear que sea más bien temprano.
Mientras tanto, algo que casi seguro no sabíamos quienes sabíamos del arte de Pablo Natale, tiene que ver con su experiencia como censista. Imaginarlo completando formularios casa por casa podría resultar menos insólito que escuchar el timbre el día del censo, abrir la puerta y advertir que quien vino a tomar registro de cuántos somos y cómo vivimos es el mismo que tantas veces escuchamos en casa y vimos en algunas de sus presentaciones.
En la edición 2022 del Censo Nacional, fue posible leer algunas de sus vivencias, pedir permiso y compartirlas.
Gracias maestro.
Pablo Natale – Miércoles 18 de mayo de 2022
Fui censista los dos censos anteriores y fue una experiencia grata, agotadora e inolvidable.
Me acuerdo muchísimas cosas. Por ejemplo:
*Una señora que se llamaba, literal, «Dulce Alegría» y que justo ese día cumplía años (2010).
* Un señor fanático del ajedrez, exprofesor de matemáticas, que vivía solo en un segundo piso muy venido a menos (2001).
* Una pareja que acababa de llegar de visita a la casa de su madre. Ella se había ahogado en una playa italiana y el guardavidas la había salvado. Luego se casaron (2001).
* Un señor mayor que vivía con su hijo de cincuenta, pero no le dirigía la palabra ni lo miraba a los ojos, porque, dijo, le daba vergüenza lo que su hijo había hecho (2010).
* Una casa donde no me atendían. Se escuchaban gemidos y gritos amorosos. Volví al otro día: me atendió un matrimonio, que dijo que acababa de llegar. El hijo de 15 se había quedado cuidando la casa (2001).
* Un señor que cuidaba un edificio casi terminado y que me dijo que tenía suerte de llegar antes de que esté habitado. Y que le costaba dormir por las noches: nunca había tenido un edificio para él solo (2010).
* Una jauría de perros que no me dejaba entrevistar a familias que tenían sus viviendas al borde del río. Los tuve que ir llamando desde un árbol lejano mientras los niños distraían a los perros (2001).