Emoción Registrada

Fede Flores sobre la vida y la música

19-02-2017 / Emoción Registrada, Lecturas
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En algún momento inesperado, la vida se amontona en una imagen y cuatro o cinco párrafos que la describen. Algo de eso le pasó a un músico de los más queridos en la escena musical de Córdoba y sus amplios alrededores. Compartimos su máquina del tiempo.


Fede Flores sobre la vida y la música

Hay artistas que mejoran todo lo que tocan. Y todo es todo: lo propio, lo ajeno, lo compartido, lo nuevo, lo viejo, lo que lima los engranajes y tuerce las agujas de las horas y los minutos, lo constante y lo infrecuente.

Acaso no. Seguro que Fede Flores es uno de esos artistas.

Una gorra, unos anteojos, la barba, un par de bandejas y decenas de perillas le han bastado para prescindir de credenciales, vaya donde vaya. Habrá quien aún lo pare y le pida documentos. Y sí, hay gente para todo.

Años de mejorar la música de compañeros de escenario ya imposibles de enumerar, y también la vida, porque su sola presencia no ha dejado de sembrar amistades, acercando búsquedas en apariencia distantes, logrando versiones únicas y moviendo generaciones de esqueletos en cualquier espacio donde se presente, tamaño patio de casa, bar, teatro, sala de conciertos o estadio.

Hace unos días le cayó una ficha sin tamaño. Una de esas que ya no se ven de tan grandes, pero que sueltan palabras sin repuesto.

Hace poco más de medio siglo, un viejo ciego, el mejor de todos, describió como nadie «El instante» que somos. «El hoy fugaz es tenue y es eterno; otro cielo no esperes, ni otro infierno.»

Porque «la memoria erige el tiempo», un chango amontonado de instantes plenos se busca en el pasado, se encuentra y le cuenta algunas alegrías que llegarán. El título del texto que compartimos bien podría ser, también, «El otro, el mismo».

Fede Flores – 17 de febrero de 2017.

Anoche mientras charlaba, entre sonrisa y sonrisa, pensaba y dejaba salir todo como venía. Escuchaba lo que pensaba antes de procesarlo y caí en la cuenta de muchas cosas.

Hace 25 años que trabajo de lo que adoro.
Hace 27 que encontré esto que me voló la cabeza y no aflojé ni un minuto.

Una vida.

Hubieron tiempos mejores y peores, como en todo, pero el ímpetu siempre estuvo intacto.
Recuerdo haber llorado de emoción, haber llorado de frustración.

Recuerdo miles de caras felices y agradecidas. También se me viene la imagen de la cara de esa persona entre muchas que la están pasando bien, pero que justo ésa te mira como diciendo: no me gusta lo que estás haciendo. Y desde ese momento sólo importa esa persona. Es mi reto: te juro que te la voy a hacer pasar bien. Y allá voy.

En un momento se me cruzó la idea.

Máquina del Tiempo

No sabés cómo me gustaría ir a visitarme a mis 14 años y ver como por la tele el momento en el que les dije a mis viejos «che, ¿se acuerdan del tocadiscos ese que andaba por ahí? ¿Dónde está? ¡Lo busquemos porfa!» Y ver a Carlitos y a la Coca trepados tratando de bajar la bandejita Philips, esa de bordecitos de madera, de un placard inaccesible.

Me gustaría cruzarme conmigo de camino al cole, verme con la gorrita de los Boston (que ni sabía quiénes eran) y charlar de cualquier cosa… Escucharme.

O esperar a que se duerma, entrar a la pieza esa que llené de luces (y hasta una bolita de espejos) y contarle al oído: vas a viajar por todos lados… Vas a conocer a muchísima gente hermosa… Vas a tocar la guitarra en Cosquín. ¿Te acordás cuando el Nono te decía? Sí, también vas a tomar mate con los GIT y lo vas a conocer a Pedro, al Lucas y a todos los los Karamelo Santo y van a ser amigos… Vas a poner música solito para treinta mil personas que la van a pasar re bien… Un día te vas a quedar encerrado en un castillo del pueblito donde nació Bach… Y vas a tener un hijo precioso, que te va a llenar la vida de amor…

¡Dale, Dale en esa que es la que va!

Y abrazarme.

Y abrazar fuerte a mis viejos, aunque no sepan quién es ese tipo de barba que tan parecido es al Carlitos.

Y volver.

Y seguir.

Adoro mi vida.

Gracias.

A Todos Gracias.