Por Luciano Debanne.
Sueñan con inaugurar cárceles y cerrar escuelas.
Maquetas de cartón marrón.
Su cambio es arrasar, como queman los pastizales para hacer mas fácil el monocultivo, sus chispas volando hasta los montes y su diversidad, un incendio asesino que nada deja en pie.
Sueñan con motosierras para arreglar las cosas.
La torpeza como propuesta.
Su renovación está hecha de troncos yermos, de cosas que ya no van a volver a nacer.
Para hacerle lugar al cable, dicen, podan desde la raíz.
Mentira, el objetivo es el desmonte.
Sueñan con libertades abstractas. Las venden.
Libertades abstractas, inconsistentes. Y por inconsistentes, inútiles, insostenibles, insuficientes, imposibles, invisibles.
Venden libertades individuales, pero odian la libertad de preguntar: ¿Liberarse de quién? ¿De qué?
Sueñan con mutilar los conflictos, que es lo mismo que decir acabar con lo que nos hace discutir, que es lo mismo que decir nuestras diferencias, que es lo mismo que decir aquello que nos hace únicos, individuos, personas… Libres.
Venden una libertad hecha de cárceles, un futuro de cartón pintado, un gobierno de maquetas incendiadas, de promesas imposibles.
Sueñan los ricos con comprarse pulgas. Para matarlas, por el placer de rascarse y verlas caer. Para aplicar el veneno que ellos mismos fabrican.
Notas relacionadas
Ese hilo rojo
El calor de las plazas de pueblo, las avenidas donde arden dados vueltas los autos en las barricadas de la memoria, los adoquines volando, barrilete cósmico, hasta el cordón policial y sus caballos y perros y gases.
Será en las plazas
Como en las historias de los libros de historia. Como las imágenes de archivo de la televisión, y las portadas blanco y negro de los diarios de papel.
