Jazz mortal

Mama, I Hear Dead People

11-12-2013 / Agenda, Cultura
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Este viernes a las 22 horas en Los Siete Locos, tributo a Miles Davis de la mano de cuatro músicos geniales.


Mama, I Hear Dead People

Por | redaccion351@gmail.com

En casi todos los jardines de esta vida corta, el 10 fue (y será) un número mágico.

Casi todos venimos al mundo con 10 dedos en las manos; no cualquiera lleva la 10 en la camiseta de la selección; alguna vez nos sacamos un 10 en algo; nos dieron las 10 en los relojes después de una madrugada ardiente; la religión más cercana enumera 10 formas de portarse bien; nos contarán hasta 10 si nos fuimos a la lona; ante un golpe de bronca, no siempre funciona contar hasta 10; las cuentas regresivas suelen comenzar en 10; hay decálogos simpáticos del buen cine, de cómo elegir una buena aceituna, de cómo amasar fortunas; de vez en cuando respondemos «de 10»; tenemos decenas de cuestiones pendientes que seguiremos postergando; la impotencia explota en frases como «¡siempre lo mismo, ya te lo dije 10 veces y no hay caso!»; parece que no es igual ser simplemente bueno que estar en el top 10; hay celebraciones importantes cuando se cumplen 10 años; de tanta admiración, a veces no alcanza y del 1 al 10, ponemos un 11…

La vida transcurre con el sistema decimal incrustado en las vértebras. El 10 nos puede. Esa mezcla de vacío y plenitud. Si el 0 es la representación de la nada, el 1 viene a florecer ese desierto. Antes que el 0, un 1. Antes que el espanto de no ser, un palito, símbolo de algo, no importa qué: 1 átomo, 1 pichón de hornero, 1 café con medialunas, 1 favor que nos hace quien tiene 0 drama, 1 viernes de diciembre, 1 bar de Güemes, 1 ciclo de música genial, 1 negro que toca la trompeta, después de muerto, 1 tributo.

En el episodio número 10 de «Mama, I Hear Dead People», misa a Miles Davis, morocho con la 10 en la espalda. Un distinto entre distintos. Ahí lo vemos, organizando el juego sin levantar la cabeza, con una trompeta que parece un pase hacia atrás y de un soplo te pone cara a cara con el 1 para romper el 0.

Cómo suena…

Para pararla de pecho, en la puerta del área chica, los intérpretes locales, tipos que en su cuenta regresiva le tiraron paredes a Oliver Nelson, a John Coltrane, a Billy Strayhorn, a Sony Rollins, a Joe Henderson, a Wayne Shorter, a Bill Evans, a Thelonious Monk, y a Charlie Parker. Tamaño ciclo, comenzado en marzo, no podía llegar a la decena con un nombre menor. ¿Entoncés qué? Pues Davis, creador de un sonido que pintó de azul al jazz para todo el partido.

Si las décadas que reaparecen una y otra vez en la revisión histórica pueden abrazar años que les hayan cambiado los pañales, la del 60 tiene a 1959, año barbudo y desobediente. Antes de tantísimos tableros por el piso, la patada de Miles. Antes de tantos fenómenos mundiales, la trompeta cabizbaja. Antes de fin de año, un viernes por la noche, con un tinto o una cerveza, de frente al escenario, para escuchar al Davis que nazca del piano de Agustín Waldheim, de la batería de Lucas Ramírez, del saxo de Agustín Bartolomé y del bajo de Milton Arias.

Viernes 13. Noche de pesadillas, para pasarla de 11.

Agendá:

Mama I Hear Dead People – Episodio X – Miles Davis.
Viernes 13 de diciembre  – 22 horas.
Los 7 locos resto bar – Achával Rodríguez 371.
Colaboración voluntaria.