Esa mirada

Teresa Parodi presentó «Otro cantar» en Córdoba

27-11-2011 / Crónicas, Crónicas a Destiempo
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Una de las mujeres fundamentales de la música popular argentina presentó este jueves su último disco, «Otro cantar», en el Teatro del Libertador. Imágenes de la celebración.


Teresa Parodi presentó «Otro cantar» en Córdoba

Por | redaccion351@gmail.com

Fotos: Paola de Senzi.

¿Todo cambia? Pareciera que no. Hasta Numhauser, barbudo inmortal, rescata continuidades en su himno al devenir. El amor, el recuerdo, el dolor. La impronta de algunas palabras suele permanecer inmune al hilo de arena que va modificando los montoncitos: el de arriba, extinguiéndose en un embudo; el de abajo, un manso volcán creciendo. No obstante, como ondas concéntricas, se renuevan los sentidos.

Hay significantes inabarcables. Palabras que resumen y expanden, que fijan y desatan. Son generalmente breves. No más de dos o tres sílabas. La que transita por estas líneas tiene apenas tres letras. En su gloria germinan bellezas que transcurren quedándose, bañando las costas de nuevas generaciones. Metáforas incesantes, de Heráclito a Yupanqui; versos al Guadalquivir, plegarias al Amazonas, al Mississippi, a todos los que, secretos e inmemoriales, convergen, hechos de tiempo y agua; estrofas de los hijos pródigos del Litoral, entre remansos y correntadas.

Lenguaje de su gente; manantial inagotable de personajes; simiente de maderas, cuerdas y vientos que lo celebran; paisaje grabado en las músicas de quienes han echado raíces en sus orillas; equipaje de quienes han recorrido el mundo con sus recodos en las venas, esa palabra, inquieta, creciente, se ahonda en el corazón de sus mejores artistas, aquellos que en sus búsquedas logran vadear connotaciones disímiles.

Antes que en cualquier gesto, la esencia del río, esa palabra, se arremolina en la mirada. Teresa Parodi, esa mirada.

Han pasado más de treinta años desde su aparición, “Desde Corrientes”. Remontando sus discos, todo parece haber cambiado: los cursos de la voz, las redes para pescar historias, los vaivenes de las melodías, y esos cambios menores, el vestuario, el peinado. Su mirada, como un río, transcurre quedándose.

El último disco, editado hace pocas semanas, se llama “Otro cantar”. Las imágenes del proceso de grabación están ahí, en la red. No hay como asomarse a esos momentos en que los músicos repasan emocionados las tomas de una canción, con un gesto parecido al que podríamos verle a quien contempla los primeros movimientos de un recién nacido. Hay incluso, en esos videos, una zamba dedicada al Chango Farías Gómez. El primer plano de Teresa, aún cantando una zamba, explica lo que estos párrafos no logran definir. Ahí, en esa muestra inédita, está todo el universo del canto que este jueves vino a compartir. El San Martín, agradecido.

 

Alguien dejó abierta la puerta de acceso a la mitad derecha del paraíso. El haz de luz que se filtra desde el pasillo más alto del Teatro, es un claro de luna contra el telón que ya se levanta. Jorge Giuliano en guitarra y Facundo Guevara en percusión, uno en cada ribera del escenario, saludan el ingreso de Teresa Parodi. Una reverencia leve a su público, la sonrisa clara de siempre y el inicio de su otro cantar, donde navegan voces nuevas y viejos conocidos.

“Retrato de un pescador”, de Ramón Ayala, afluente mayor del Litoral, abre el último disco y la noche. Siguen “Que baje”, del dúo Orozco-Barrientos, “Marrón” de Jorge Sosa y Damián Sánchez y “Tú que puedes, vuélvete”, de Yupanqui.

La decisión de reposar en la música de Giuliano y Guevara para entregar toda la sensibilidad en el canto, deja un espacio para interpretar viejos clásicos. Pero todo cambia. Para “La Negra Ulogia” aparece, entre repiques de cajón, una guitarra eléctrica digna de un concurso de diseño.

“Ramón Maciel” retoma el curso del nuevo disco. Hermosa zamba dedicada a un carpintero sin hijos, pero rodeado de niños. Gran acompañamiento de guitarra. “La escondedora” abre las palmas de la platea. En “Jacinta regresa a casa”, Giuliano se luce como coautor.

Vienen dos grandes momentos. Primero, “La Celedonia Batista”. Teresa hace que las palmas hagan salir el sol desde un reflector lateral. Después, “Piedra y camino”, zamba que aún no tiene versiones definitivas, por tantas y tan buenas girando por ahí. Todas las interpretaciones tienen un punto culminante. La de Parodi, para gusto personal, tuvo su gloria en la segunda estrofa, cuando la zamba le hizo cantar, inspiradísima, “Me acusas de no quererte, no digas eso”.

En homenaje a las raíces, a Ramón Ayala, un gualambao inédito. En homenaje a los trotamundos, “Río de camalotes”, de Mario Corradini, inicio de un inmenso recuerdo a Mercedes Sosa, quien, en broma, le reclamaba “La canción es urgente” como si hubiera sido escrita para ella. “Un son para Portinari”, y “Cuando tenga la tierra”, incluido en “Otro cantar”, parece cerrar el saludo de Teresa y el público a la gran voz de la tierra. “Celador de sueños”, de Orozco-Barrientos, marca la despedida.

En los bises, “Todo cambia”, con Teresa desde el proscenio y Mercedes desde el aire. “Esa musiquita” y, a pedido de varios, “Pedro canoero”, cierran una presentación dedicada a la alegría de interpretar, con otro placer, músicas de autores de todas las edades. El público, desde todas las graderías, se mete en el ramo de flores que aparece en el final.