Ave que sabe

Rodrigo Carazo presentó «Oír e ir»

26-06-2016 / Crónicas, Crónicas a Destiempo
Etiquetas: , ,

El viernes 13 de mayo, el músico presentó las canciones de su último trabajo en el Salón de Actos del Pabellón Argentina. Fue una noche de emociones, risas y abrazos.


Rodrigo Carazo presentó «Oír e ir»

Por | redaccion351@gmail.com

Fotos: Paulina Muratore.

Hay esa ansiedad agolpada que rompe los velos y se derrama desde los cuatro costados del recinto. No es posible verla porque justo empaña los ojitos brillantes de quienes miran y esperan: músicos, amigos, músicos amigos, familiares seguidores, seguidores anónimos, anónimos expectantes, expectantes felices, felices todos, todos así, las manos en paz.

Una cosa no hay: butacas vacías.

Un video repasa algunas de las presentaciones de discos realizadas en el marco del ciclo Disco es Cultura. Un par de crujidos de respaldos apura las imágenes para que venga la música. Alguien romperá el vacío abundante del escenario, ingresando desde un costado, y cantará versos nuevos, con gestos y voz de Rodrigo Carazo:

Hubo un hombre que dio su mirada nueva,
Supo abrazar las miradas nuevas,
Calmó la ansiedad justo al descifrar al sol.
Reflejó en sus ojos,
Se brindó al despojo en alas.
Y al ser movimiento,
Mira y correrá en la voz del viento,
Que siembra, que calma, que une, que escarba…

Juegos de palmas, voces, ruiditos, todo en un mismo cuerpo y su alrededor celeste. Un saludo de bienvenida hecho canción, apenas un manto. Ahí cerca la guitarra y una silla alta. Las miradas entornadas de todos, mejorando al recibir las primeras melodías.

“Me prometí a mí mismo no salirme del libreto y ya me está costando.”

«Vacío abundante», o la contemplación profunda de uno mismo, de chango, resumida en un calorcito de cuerdas acústicas y madera anaranjadísima de luces laterales. Los versos que siguen a la primera estrofa dan pie a los músicos. Fede Semandi en contrabajo, Santi López y Gonza Sánchez en percusiones.

Lo bien que aplaudimos y gritamos, de entrada nomás, por tanta belleza abrigada en una canción.

Se oye un respiro de cantor que comienza a desandar la presentación de su gran trabajo. Un gesto de hacer ojitos, de afinar la mirada con las manos para divisar seres queridos amontonados.

 

«Qué lindas las casacas que tenemos puestas. Las hizo Pau Muratore. Las caras que veo acá en las primeras filas… Ya voy a empezar con mi vieja, más tarde, todavía no…»

Cada cosa dicha, lo sabemos (y, salvo unos pocos, queremos que así sea), nos hará reír. Justamente por eso lo queremos. Un recital de alguien que habla y hace reír entre canción y canción es mejor que un recital de alguien que no tiene esa cosa que sale así, natural. Están los que quieren y no pueden, no les sale. Insisten y no hay caso. Y después, los que ya saben que no les sale y entonces no dicen nada. Hacen bien. Pero los que saben que pueden hacer reír diciendo cualquier cosa, y lo hacen, ¡vamos todavía! Claro que la transcripción no causará el mismo efecto. Falta la voz, las formas de quien, al decir eso que aparecerá entre comillas, nos ha tenido a las carcajadas la noche del viernes 13 de mayo. Aquí, sólo podrán aparecer entre paréntesis recurrentes.

«Una vez leí un pequeño texto, de un tal Claudio Ptolomeo, que escribió una letra para una canción mía. Sabía que iba a venir ahora con este tema de Disco es Cultura y bueno… (risas). Se llama “Almagesto”. Es un epigrama sobre una teoría del cosmos, del 100 después de Cristo. Todavía no había internet, o sea… El tipo la laburaba desde otro lado ¿no? (de nuevo) No me digan si la palabra “Almagesto” no está buena… Bueno… No voy a hablar todo el tiempo ¿eh? A pedido de Fede Seimandi.»

Por ahí se va un arpegio y, con sus vueltas, un pequeño montoncito de contratiempos cotidianos, de preocupaciones de varios que se irán desvaneciendo entre los haces que dibujan cielos y los dedos graves de Seimandi, que después tomarán el arco para sacar a pasear la voz del final. Santi con escobillas sobre el redoblante. Gonza con escobillas sobre los platos.

 

«Por ahí anda Nahuel… Hay gente que hace mucho no veía, que está acá hoy, y que espero me sigan visitando después de este momento… Esta canción, “Almagesto”, venía de otra canción, que se llama “Astrolabios”. También la hice sin conciencia de lo que significaba el “Astrolabio”, que es un buscador de estrellas para los navíos… Es muy especial porque me pasaron muchas cosas con esta canción. Algunos dicen que es mi nave…»

Una lluvia de azules ahonda el escenario. Canto de paz con piernas cruzadas y hermosos arreglos. Gonza con una mandolina que varía sus colores en cada verso.

«Antes de nuestro primer invitado, quiero presentarles a Gonza Sánchez (aplausos), Santiago «el Negro» López (más aplausos) y Federico Seimandi (más aplausos). Yo estoy presentando un disco hoy, no sé si saben, que se llama “Oír e ir” (risas). “Hoy reír” me dijo un amigo el otro día. “Oír y Reír” también podría ser… Como verán, tiene muchas significaciones… Voy a invitar a uno de los responsables de este laburo. Fue el que me grabó. Estuvo conmigo desde la primera toma hasta la última, acompañando todos los procesos. De Islandia Estudios, el gran Se Palacios. (hermoso recibimiento). Este chico, así como lo ven, es sanjuanino el niño, así como mi familia. Qué lío imaginen. Padres sanjuaninos, me nacen en Córdoba, me crían en el Sur… En fin…

Seba Palacios en el centro, con una acústica negra. Se quedan los azules para «Alma que ama». Pasean los versos por cortes de percusión y un arpegio libera coros de almas, amores y mares. Saxo de Gonza en las melodías del final. Hermoso.

«Con Seba nos juntamos en un colectivo de Córdoba a Unquillo. Íbamos a una clase de teatro y le dije “che, me gustaría hacer un disco con vos. Él ya había grabado «Marmas», de Gonza, un discazo. Y bueno quiero felicitarlo por esa parte oculta de estar del otro lado, escuchando todo, además de que es un musicazo. Siempre nos reúne. Y al ser tan hoy, uno por ahí no se da cuenta de muchas cosas que pasan. Quizás con el tiempo, los movimientos, Córdoba, la cultura… Un aplauso para Se Palacios. (aplauso largo) Voy a invitar ahora a Clara Presta para que se sume… Este concierto está dedicado a su compañerita de la panza… La próxima canción se llama ‘Sabia suena’. No voy a contar la historia porque la conté muchas veces y hay gente que ya la escuchó y me va a dar vergüenza… ¿Quieren que la cuente igual?»

El «Seeeee» unánime suena convincente.

«Resulta que me fui a Jujuy. Caí en Tilcara en pleno carnaval. Estaba todo muy lindo pero había mucha espuma loca. Casi que caía en cámara lenta desde la montaña más o menos… Yo estaba medio angustiado porque faltaba ese sabor tradicional digamos, ¿no? Había llevado una harina tres ceros para jugar con el carnaval y todo… Así que bueno, a la señora más antigua que vi, fui y le dije ‘Doña, ¿cómo puede ser esto? Tanta espuma loca…’ Le decía esto mientras me tiraban incluso… Era como una guerra civil con espuma loca. La vieja me mira y me responde: ‘A mí me encanta…’ Quedé donado. Me quise hacer el terrenal… Ahí nomás me acomodé: ‘Sí, a mí también…. Si lo pienso bien…’ Resulta que la doña se levantó la pollera y claro, ¡ella vendía espuma loca! Y bue qué voy a hacer… ¡Le compré una y salí corriendo a tirar espuma loca! El fin de esta canción tiene que ver con que a veces no sabemos o no podemos disfrutar. Porque nos quejamos de esto, de lo otro y la queja a veces ensucia el estar bien. Nos hemos acostumbrado a tirar todo para el lado negativo. Entonces ‘Sabia suena’, esta morena cantando su canción, era la que podía disfrutar lo que yo no podía en ese momento. Por eso la invito a Clara, que siempre está disfrutando.

Un abrazo entre Clara y Seba, un golpe de cuerdas, un himno de pequeños gestos y una melodía en el acordeón que reúne todas las alegrías, livianas, flotando entre los laberintos de la letra.

«No voy a decir nada de la siguiente canción. Pero tenemos un invitado, y un hermano de la vida… (y susurrando) un cuñado. Andrés Muratore. (Aplausos) También estamos haciendo su disco, ‘Del suspiro de los peces’. Se viene un disco… como para investigar.

“Universo” junta arpegios, paisajes y tiempos. Apenitas unos platos, apenitas los tambores. Una letra poblada de criaturas que rondan el aire del auditorio. Coros que se alejan del micrófono para ampliar el horizonte, luces naranjas y rojas, naciendo desde el fondo del escenario. Hay que dejar pasar unos segundos antes de aplaudir fuerte.

«¿Cómo andan? ¿Bien? De ‘Universo’ nos vamos a algo más terrenal. Abrí con una canción nueva y esta que vamos a hacer ahora tampoco está en el disco. Es una canción vieja que no grabé. Se llama ‘Casi eterno’ y habla de esos amores que parecen para siempre pero duran muy poquito. ¿Les pasó alguna vez?»

Un niño que anda por ahí se gana un pedacito de canción country para jugar, y las palmas de todos. Hay segundos de un artista en escena que se dejan aplaudir con un gesto de sorpresa recurrente, de afecto que crece ante cada nueva derivación de su manantial de creatividad y cercanía.

«Esto va dedicado a mi abuela, que está acá. Con 87 años se vino de barrio Don Bosco. Va dedicada para ella que estuvo casada como 70 años. Este tema habla de lo contrario abuela…»

Hay que saber sentir para poner esos acordes. Unos ojos, un camino como precipicio, un dejarse llevar por el amor. Entre algunos versos, «Cuando te conocí, nada reconocí…» y «Besos para entender quiénes éramos…» Un arpegio tremendo de Muratore, una locura de Seimandi y Gonza alumbrando con el saxo. Vaya a saber por qué no quedó en «Oír e ir»… Mejor no preguntar. ¿Por qué hay que saber todo?

«Voy a volver a invitar a Clarita Presta. Esta canción se llama ‘Eso’. Es una especie de mini teoría sobre lo fácil que nos es recibir, entregarnos a recibir a alguien, y lo difícil que nos resulta soltar. A ese alguien o a ese algo.»

Una luz tenue recibe a quien habita la canción y llega varias veces por primera vez, para hacer todo más grande. Un gran momento, de paz, de voz y guitarras, de Rodrigo y Andrés. Bellezas de acordeón y empujoncitos de contrabajo. Haces de luz para Carazo y Seimandi. Resplandor, dulce contraluz de atardecer. Vida siempre. A estos flacos, también les daremos gracias.

Clara inicia la retirada. Sobre el escenario, sólo Rodrigo, o Rodrigo solo. Un poco de agua. Nos reímos de cómo toma agua. ¿Cómo es reírse de alguien que toma agua? Así, como hicimos.

«Voy a invitar a un amigo muy especial. Bueno, todos son especiales. Nos conocimos muy genuinamente, muy amorosamente. Además de grabar en el disco, me prestó una serie de guitarras para grabar. Es un amigo enorme y una hermosa persona, que además tiene mucho que ver con todos los movimientos que hay en la música, en Córdoba, en Unquillo. Así que con ustedes, el señor Raly Barrionuevo

Tremendo aplauso y abrazo de rulos.

«Cuando habíamos quedado que íbamos a grabar la voz del tema que vamos a hacer ahora, lo llamamos y nos dice ‘Ah, pero estoy en Alemania yo…’ ‘Ahá…’ Nos miramos con Seba… ‘¿Cómo hacemos ahora?’ Entonces nos dice: ‘Mandame el tema y yo me pongo acá en el hotel y veo. Justo me quería comprar un micro así que…’ Bueno, le mandamos el tema. Me llega un watsapp con la foto del loco en el hotel, con el micro y la compu, introduciendo la voz… El tema se llama ‘Mirando arriba’. Y ahí está. Para esto voy a necesitar que ustedes canten también, porque tiene un coro. Más o menos de mi vieja para allá, vamos a hacer este coro miren…»

El salón repartido en tres alturas. Los versos a dos voces. Los coros de a cientos. Los paseos de voz a lo Carazo. Raly con el bombo. «No es que te quiera contar, sólo lo voy a cantar…» La música se queda en el bombo y en las voces del público. En seguida Rodrigo sobrevolando y Raly mandando agudos. Vuelve el arpegio a buscarnos de donde quedamos colgados, entre luces verdes contra el violeta del sweater del invitado. El silencio es un valle de dos segundos entre la emoción contenida de todos y una ovación nueva para otro abrazo de rulos.

 

«En el verano nos fuimos a Brasil. Y ahí conocí, o nos volvimos a conocer con el Santi López. Nos encontramos así como cuando alguien anda en diagonal ¿no? En un camping en Río Vermelho. Y la verdad es que no paramos de tocar desde ese momento. Cuando decidimos hacer un formato acústico para la presentación, pensé en él porque me acompañó mucho en el verano. Fue para mí un honor que me dijera que sí. Le quiero agradecer mucho. (aplausos) Voy a invitar a un músico tremendo, es bajista pero lo voy a hacer tocar la guitarra. También estuvo en el viaje compartiendo muchas cosas. Con ustedes, Rodrigo “El nono” Bissón.

Rodrigo es Carazo. Bissón es Gonzalo.

«Pasa que somos de Leo, me confundo… Che perdón. Qué vergüenza… Ah, para los que les copa la astrología, acá hay cuatro de Leo y un capricorniano. (Uuuuh…. Risas) Bueno mañana hagamos un taller…»

«Antes de tiempo» tiene un video hermoso, realizado por Charly Toledo. Todos los pájaros del bosquecito de Brasil cantan en el Salón de Actos. Percusión, contrabajo, arpegios, juegos vocales suspendidos entre recuerdos de olas, celestes y verdes. Faltan un par de árboles, los perros correteando y estamos allí donde sonó la canción, a metros del mar.

Se apagan las luces. Quedan haces oblicuos sobre Rodrigo y Fede. Se va Bissón… Carazo lo saluda: “¡Gracias Rodri!” Los de la fila de atrás, unos que saben cómo hacer cumbias, reggaes, y canciones varias con un bandoneón, un bajo y una batería, se desparraman de risa.  

«Esta canción que hicimos es parte de una serie de nuevas canciones y la que vamos a hacer ahora también. Espero que puedan tener el disco. Que puedan leer las letras. Hay mucho amor ahí. Simplicidad y naturaleza que intento expresar. Dicen muchas cosas que ahora no me quiero poner a explicar, aunque estoy explicando todo… Esta canción se llama ‘Mis ideas’. Intenta un poco no hablar de nada. Casi como la de John Cage. ¿Vieron esa obra 4 minutos 33 segundos? Bueno más o menos.»

Voy a cantar esta canción para purgar mis ideas,
a ver si puedo escribir pensando en nadie siquiera…

Una base de cajón. Una luz cenital verde clara. Haces laterales contra las maderas y metales. Otra de las canciones que sabremos esperar. Sin presentación, suena «Hojita de chañar». Un chico va y viene por el pasillo derecho, girando con la música.

«Este es un pequeño homenaje, propio… Sería un auto homenaje… Cualquiera… No importa (lo de siempre: risas) Digo, un homenaje al disco anterior. Esta canción es parte de ‘Ríe Río’. Y para la siguiente canción, que fue muy importante para mí, por todo lo que me pasó, la quiero compartir con otro hermano y compañero de ruta. Lucas Heredia

Un par de semanas antes, sobre el mismo escenario, emocionaron junto al cuarteto Magnolia con un recital inolvidable. Cualquier canción que hayan hecho y vuelvan a hacer juntos será, de nuevo, emocionante.

«Algún día dijimos que vamos a hacer un concierto que se llame ‘Humor y compromiso’. Ya sabrán quién es quién (otra vez, pero más fuertes). Ya estamos llegando al final. La canción se llama ‘Ríe Río’. La adoro por muchas cosas. Así que gracias muchachos por acompañarme en esta ocasión.”

Todo el tiempo hay gestos que provocan risas. Toda la melodía, todos los juegos vocales del final, sobre el arpegio de base y las percusiones. Todas las vueltas de «Ríe Río sabe lo que va a venir…» Todo se disfruta. Todo, como canta Maru Chamella, «se muestra y se va». Así de breve y de memorable.

La enésima ovación despide a Lucas, mientras Seimandi conversa con los percusionistas.

 

«Vamos a hacer un tema a pedido de Fede.»

Gonza Sánchez vuelve a la mandolina y vienen los agradecimientos:

«Tenía una lista de agradecimientos que me olvidé. Si alguien me la puede pasar le voy a agradecer. No me quiero olvidar de nadie. En principio, a Fede Seimandi que puso su casa para ensayar durante dos meses, Santi López, Gonza Sánchez, Gonzalo Bissón, Lucas Heredia, Raly Barrionuevo, Clara Presta, Andrés Muratore, Se Palacios y su estudio Islandia; a Paulina Muratore que nos hizo las remeras, nos saca fotos, nos da ideas, está en todo; a Julián Muratore que anda en el puesto de discos; a Víctor Acosta por las luces; a Elena Cerrada, mi maestra de la vida; a Martín Bergallo por el sonido y a todos los Bergallo por la mezcla, a los que laburaron en el disco, Facu Gentile, el Oso Lagos, Edu Valdés, Pepone Toch y a todos los Toch que estuvieron participando de muchas formas; a Jota Figueroa… Qué improlija la lista que hice. Todos mezclados los roles. Paso de mi vieja al director de Cultura. A Caro Melo que me prestó los pedales; a Maru Chamella que nos prestó un cuatro para grabar varios temas del disco; a Nacho García y Juan Ramia de Disco es Cultura; a Rocío Juncos, a Carla, a Eli Fernández que nos bancó deprimidos porque en un momento no nos gustaba la música que estábamos haciendo, siempre poniéndole buena onda y sanguchitos a la cuestión; a todo Unquillo que me recibe y me hospedó en estos procesos de grabación y que son muchos amigos; a toda la gente de la afromanía unquillense; a mi tío Pablo que me inició en la música y en muchas cosas muy buenas de la vida; a mi tía Adriana; a mi tía Lili; a mi abuela Nely López que tiene nombre de cantante internacional; a mi primo Nahuel que está acá; a mi vieja que me dio siempre lo que más quería, de corazón, para que yo hiciera, básicamente, lo que se me cantaran las pelotas (gran aplauso); al Rappaelo que también grabó en el disco y que me acompañó con un proyecto que se llama Safari Beat, que tenemos con el Gonza (Sánchez)… a todos.»

A pedido de Seimandi, entonces «Pasantía». De repente Carazo se pone serio y dice algo muy profundo, en un gran silencio de la sala. Y le pregunta algo a Seimandi y el contrabajista: “No sé, no te estaba escuchando”. Gran risotada.

«Haría la canción que no te gusta Fede. Te juro que la haría… Esa que decís que la música parece de un Hotel All Inclusive.» Y comienza a cantar «Itanhaem». Y se prenden los músicos. Y sale entera, entre risas. Y ya que suena, tremendo solo de contrabajo, hasta los aplausos. Y ya que estamos, un solo de cada músico.

«Bueno nos vamos.»

“Ave que sabe”, del comienzo del disco al final de la presentación. Un solo de voces, guitarra y luces rojas laterales que multiplica todo. Coro de bravos. Gente de pie. Músicos que dejan los instrumentos para saludar. Seimandi deja recostado al contrabajo. Abrazos largos entre Rodrigo y Gonzalo, entre Fede y Santi. Hay que aplaudirlos hasta que vuelvan. Entra Rodrigo, cruza el escenario, toma una botella de agua y sigue, como yéndose. Sí, eso: risas y más risas.

«Bueno, gracias. Vamos a repetir todo. Lo hemos decidido recién… Un embole imaginate. Lo vamos a invitar al Se Palacios. Muchas gracias a Griselda Castro y a Pau Muratore por la gráfica y el arte de tapa del disco. Nos vamos con la canción que da nombre al disco. ¿Anú está acá? Anú, cuando estaba haciendo esta canción, él apareció por la ventana de la casa del águila, en Los Quebrachitos y me dijo: ‘Ta bueno el tema’. Gracias Anú.»

Después de los saludos a la familia de Gonza, «Oír e ir» sale con saxo, percusiones, palmas y un niño que sube al escenario y revolotea entre los instrumentos y los versos finales del disco y de la noche: «arbolar volar volar…»

«Gracias a todos.»

 

Cada almita, con sus sueños y sus manos, se ha vuelto de diamante. Sólo resta devolver ese agradecimiento con un recuerdo que vuela fuera del tiempo.

En «Crónica e Iluminaciones», Eduardo Berti pregunta el por qué del título del segundo disco de Jade. La respuesta cruza los años, toma el camino que une Unquillo, Cabana y Los Quebrachitos, y vuelve para quedarse en el aire de la presentación de «Oír e ir».

Creo que la metáfora tiene que ver con los hombres, no sólo con los niños. Los hombres se deslumbran como niños cuando miran el cielo, y todos escribimos en el cielo. Escribimos mirando…