¡Corre Verónica Corre!

Lucas Heredia presentó su EP en el Real

15-10-2011 / Crónicas, Crónicas a Destiempo
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Uno de los cantautores ineludibles de Córdoba compartió sus nuevas canciones en la sala de la calle San Jerónimo. Apuntes de otra gran noche.


Lucas Heredia presentó su EP en el Real

Por | redaccion351@gmail.com

No hay como iniciar un texto por donde sentencie el azar de la memoria. Pensando en la amistad para enhebrar dos o tres, o tres o dos, o tal vez una sola idea, asoma de pronto el “Encuentro en el restaurante” de Lajos Himrenhazy, por Les Luthiers. López Puccio, mitad mozo, mitad músico del lugar, interpreta la declaración de Rabinovich a Felisa. Cuando el enamorado confiesa sus sentimientos más puros, el mozo-violinista toma el pedido: “¡los sentimientos salen puros!”

Así arrebatada de su contexto, la frase puede, por ejemplo, describir el resultado de incorporar incalculables definiciones de la amistad en una licuadora de palabras y apretar el botón. El placer de compartir varias horas al día en los trabajos felices; la pequeñez de una charlita cada tanto; el asado de los miércoles; el picadito de los sábados; el té con masitas en la confitería de un hotel; las reuniones militantes; el aguante a los trapos desde el paraavalanchas; la cena de los Juanes el día de San Juan; un café y cuatro o cinco cigarrillos; el abrazo sin frases miserables en los velorios… Todo a la juguera. ¿El resultado? Con suerte, sentimientos puros.

En párrafos mejores, Mandeb pensó las amistades que se parecen a una renovación de carnet. Otras andan por el mundo con un altavoz bajo el brazo, mezquindades que solicitan la presencia de quien deberá cumplir, sin excusas, con el estatuto del amigo de fierro. En suma, pero restando, la amistad suele replegarse en estrictas condiciones de posibilidad.

Un velador que despabila cuentos; un disco que nos deja mirando el techo; unas imágenes que nos demoran en los anaqueles de fotografía, expanden la definición, o mejor, el sentimiento de la amistad. No conversaremos jamás con tantos artistas más cercanos que el vecino que nos ceba dos mates lavados cuando le vamos a devolver la bordeadora. No podremos abrazar a tantos músicos y escritores que nos han mejorado el alma, en desmedro de la relación con tantos amigos cuyos avatares iremos desatendiendo hasta el alivio de una mudanza o un cambio de número de teléfono.

A la par de quienes han recorrido búsquedas semejantes y disfrutan del porvenir antes que del anecdotario; junto a los que vienen a casa a tomarse un vino sin adivinarle las notas de arándanos y vainillas, los artistas que nos amainan el odio repentino a la vieja que se nos coló en la verdulería o al taxista que no frenó entrando a la rotonda. Si la suerte nos tira un centro, los artistas nos invitan a jugar a las cabecitas en nuestra misma ciudad. Por ejemplo en un teatro, el Real. Por ejemplo un jueves. Por ejemplo Lucas Heredia, gran amigo de los parlantes y auriculares de tantos otros amigos, desde su disco debut.

Como lo anticipamos, la noche es un penal con el arco vacío. Hay que sentarse y esperar que florezcan músicos del escenario. Mientras, exploramos la gráfica del EP que nos han regalado en el hall. Previsible buen gusto en el diseño. Como en su casa, volviéndose de la calle a la que acaba de salir, para asegurarse de haber apagado el calefón, entra Lucas Heredia. Se sienta y la guitarra se le sube a la falda, ansiosa de echarse al vuelo. Tres temas inéditos inician el recital: “La canción”, “Si a veces no respondo” y “Las deudas de mi alma”. Los recorridos de la voz empiezan a brillar. Las improvisaciones de Lucas parecen buscar corazones por ecolocación. ¡El problema de sus vibraciones es que no rebotan! Atraviesan la piel y se quedan en cada uno de los que disfrutamos en silencio.

Aparece la banda: Gastón Testa, el tecludo. Exequiel García en batería, Chicho Granja en guitarra y Milton Arias en Bajo. Se suceden “Equilibrio”; “Adentro hay un jardín” y “Empujando hacia el sol”. Entre los temas, comentarios semejantes a los de una ronda de matienzos. “Arrancó la heladera”, bromea Lucas, sobre un ruido que le ganará por cansancio al sonidista.

Vienen los temas nuevos: “Verónica”, dedicado a Verónica Andrea, Lado B del EP cuya presentación hemos venido a comulgar, y “Corre”, tema para bailar sobre colchones de hammond y bajo. A partir de ese momento, ambas canciones pueden ser bajadas desde la web de Nuestra Radio, 102.3FM, pura vida. Los de arriba y los de abajo del escenario, todos agradecidos. ¡Larga vida a Nuestra Radio!

Después de “Ojos con barniz”, un set de canciones con Gastón Testa invita a cerrar el teatro y a traer mantas para que nos quedemos toda la noche. De repente, Lucas baja su micrófono y ¡se apaga la heladera! El “íntimo interactivo” arranca con “Mirando a Miranda” y “Mudanza”. Entre complicidades con las primeras filas, se anuncia la edición del primer disco de Gastón, que interpreta “Gravedad Cero”, obra de su autoría, como anticipo. “El tiempo está después”, del acaso mejor letrista oriental, Fernando Cabrera, reedita las juntadas de hace unos meses en Garabombo.

Vuelve la banda para el último tramo con “La verdad al final” y “El recorrido”. Para alabanza y gloria de su público, Lucas regala el “Canto de ordeñe”, a capella, bellísimo aún contra el desacierto del sonidista. Hay que decirlo: no hacían falta los ecos. Hacía falta arreglar las líneas.

Gran versión de “Esto que queda”, uno de los catorce puntos altos de “Adentro hay un jardín”. “Onironauta” cierra la noche, con la gente haciendo coritos debajo de las improvisaciones vocales descomunales del jardinero fiel.

Los aplausos traen el Bis de la noche. Definitivamente, “Corre” mueve lo que tienes nena, ¡sacude lo que tienes nena!

Final del juego en el Real. Inicio de la descarga en Nuestra Radio, pura vida. Amistad sin soda, como los sentimientos, cuando salen por los parlantes.