De lujo

Juan Quintero y Luna Monti presentaron «Después de Usted»

17-04-2014 / Crónicas, Crónicas a Destiempo
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El sábado 12 de abril, el dúo emocionó a un auditorio colmado con las obras de su último trabajo. Un resumen posible.


Juan Quintero y Luna Monti presentaron «Después de Usted»

Por | redaccion351@gmail.com

Fotos: Laura Ciámpoli

Ojalá lo haya dicho alguien, con las mismas exactas palabras: La música son climas. Es distinto de decir «la música es un conjunto de climas». Decirlo así rompe todos los climas. Decir «las músicas son climas» tampoco. No hay músicas. Es un paraíso único. El mejor sinónimo de «universo».

Les escondamos los lentes a las profesoras de gramática por un ratito. Igual no es grave. Es reunir en una frase lo que sucede en dos cuando se pregunta por la hora:

-¿Qué hora es?

Son las ocho menos cuarto.

Insolencia sintáctica: La historia son conflictos; la amistad son incondicionales; el amor son felices; el odio son estúpidos; la verdad son bellezas; la mentira son miserias; el asado son alegrías; el budín de pan con pasas de uva y dulce de leche y un siestón con premio también.

La música son climas en los semblantes del día. Propios y ajenos. Divierte jugar con los ajenos.  Chántese los auriculares, camine por Vélez Sarsfield y mire cómo cambia el tiempo de los que vienen de frente según lo que suena. Ejemplo: «New York» por Cat Power y las miradas escampan; «Cosas se han ido» de los Toch y atardecen las pestañas; «Black Swan» de Megadeth y relampaguean los entrecejos; «Suspensión» de Invisible desatormenta bigotes; «Conmigo» por Juan Quintero y Luna Monti y las mejillas se acaloran; «Antofalla» por Luna Monti y Juan Quintero y amaina el viento de las sienes. A propósito, debe quedar desubicado frenar a un desconocido que viene con sus auriculares, sacárselos y decirle «a ver qué estás escuchando…» Dan unas ganas a veces…

Como hace un par de años, la previa de la presentación de Juan Quintero y Luna Monti es un paseo de mañana, esta vez de sábado, por el centro, escuchándolos con el semblante soleado para que los que vienen de frente, con cara de nubosidad variable y precipitaciones aisladas, mejoren por la tarde.

12 de abril de 2013: The Cure en River. Intemperie dark. 12 de abril de 2014: Juan Quintero y Luna Monti en la Sala de las Américas. Auditorio pastel. La música son ropas.

Platea completa. Pullman completo. Escenario noche cerrada. Apenas unas nubes de humo que atraviesan el azul de los haces.  Un bombo, dos sillas, tres guitarras. El bombo es un préstamo de Diego Marioni, como hace tres años. Las sillas son hermosas. Tipo Burdeos. De bar, digamos. No importa, son hermosas. Una celeste, otra anaranjada. Sillas pastel. Las patas un poco abiertas. Che espero que no se caigan no? Dos guitarras lustradas, ilustradas, en sus pies, saludando al público de la platea como saludan las azafatas: Buenas noches, bienvenido; hola, bienvenido… Una tercera, recostada sobre su funda, saludando a los del pullman: ¡Eh! ¡Acá! ¡Hola! ¡Vinieron todos!

Un rato después de las nueve y media, uno de los productores del recital abre la puerta de la izquierda que da al escenario para ver si estamos todos. ¡Estamos todos! Por el mismo costado entran Juan Quintero y Luna Monti, de la mano o casi. La música son aplausos.

 

Seguro que ya la había afinado, pero Juan Quintero no puede comenzar si no revisa la afinación de su guitarra. Luna lo mira y nos mira como pensando «es más lindo, ténganle paciencia…» Nosotros respondemos: «podemos estar hasta mañana».

«El cumpita», de los Hermanos Núñez, es una celebración de la amistad entre dos trasnochados hermosos. El sol pendenciero apura el último vino, «pero duele dejar la noche sin una copla que la nombre». La letra y su tono alegre tienen parientes por todos lados. Un primo de España dice «Vamos bajando la cuesta que arriba en mi calle se acabó la fiesta».

«Mba e pa Doña Froilana» es una joya de Teresa Parodi y Raúl Carnota. La versión de su autora es vehemente, porque Teresa lo es y la amamos por eso. Cuando canta «…por eso, venimos tristes, por eso Doña Froilana…», Parodi desacomoda el cemento, el zinc y el mosaico. Cuando Juan y Luna cantan el mismo verso le bajan el toldo al solazo. La música son variaciones amables.

«El caramba» invita a Chiqui La Rosa a danzar. Juan cuenta su encuentro con Eduardo Lagos. Los dos sentados, en silencio, escuchando alguna música con la mirada concentrada. ¿Cómo es una mirada concentrada en la música? Suele ir al piso, media desenfocada. Es una mirada que escucha. En algún fragmento, un índice de Eduardo le toca la rodilla a Juan y de la rodilla de Juan rota para señalar el parlante o lo que fuere desde donde suena lo que escuchan. El índice quiere decir «…esta parte…», y es todo.

Luna canta con las piernas cruzadas. Es un placer cuando alguien canta como Luna Monti y el manejo del escenario es una despreocupación de sobremesa de domingo en familia y con amigos. Si descruza las piernas es para hacerle upa al bombo y acompañar a Juan con la «Sacha Puma» por ejemplo. Entre la primera y la segunda del escondido, pasan unas nubes por el aire del escenario, como de Quimilí a Suncho Corral.

Los mil y pico que completamos la juntada escuchamos felices, como en una sobremesa, igual, exactamente igual. Faltó pelar una mandarina y estábamos en un patio de domingo de otoño a la siesta, en silencio, sin viento ni vecinos que se ponen a hacer ruido con algún menester como cortar el césped, lavar el auto o martillar alguna cosa. Nada, silencio. Como el que nombra «Antofalla», maravilla de Nacho Vidal, y ya que venimos como venimos, escuchen después Dos elefantes. «Antofalla» por Juan y Luna: la música son luces celestes y cientos de nosotros apenas respirando.

 

Del mismo Nacho, «Curativa». La guitarra desafinada de la letra no puede ser la de Quintero. Entre tema y tema afina sobre afinado. Luna carraspea para acomodar la voz. Acomoda sobre acomodado. Los cambios de marcha del final de la chacarera aceleran los aplausos. Aplaudimos sobre aplaudido. El silencio es un aplauso contenido. Por eso se desboca en cada final.

Más o menos por esta parte, suena «Conmigo», la apertura del disco. Es obra del Fattoruso de las teclas. La primera estrofa habla de viento en las hojas y del canto del zorzal. Si la letra fuera un sueño, algún melómano afín a Segismundo podría pretender que Hugo sublimó a Luisito Alberto y a Carlitos. Con lo cual tenemos un par de apellidos interesantes: Fattoruso, Spinetta, Gardel, Quintero y Monti. Epa.

Juan y Luna tienen una hija. Violeta. Cierta vez, la niña volvió de algún lado tarareando una canción que se le había pegado. ¿Pasa siempre no? Uno se baja de un taxi y capaz que está toda la tarde con un barco velero cargado de sueños que cruzó la bahía o con ella que vive enamorada, se muere por él y él no sabe nada… A Violeta se le pegó «El cigarrito» de Víctor Jara. Derecho al disco. Parquet con luces a lunares.  «Ay ay ay ¿me querí?…» Muchazo.

Sube Facundo Guevara, percusionista amigo del dúo, para meter mano a un par de temas. Con cajón de Facundo y semillas de Luna, sale «Ir yendo» de Edgardo Cardozo. Hace un tiempo, Cardozo vino a Córdoba a tocar y cantar sus obras. Generó el mismo silencio. ¡Qué guitarra se mandó para «Ir yendo»! Es un examen. Parcial de Guitarra 3. Bolilla diez del disco. Ya están las notas. A ver Quintero… Quintero… ¡Acá está! Quintero: 10. ¡En tu cara Cardozo! ¡Volvé a Córdoba Cardozo!

 

Hay un agradecimiento a las luces y al sonido, que están muy bien. Si hubo algún desentendimiento, nadie lo percibió. «Tríptico Mocoví» es Ariel Ramírez y Guiche Aizemberg. Canta Luna sola, casi susurrando entre una llovizna de pezuñas. Sigue Juan, solo por dos o tres versos hasta que llegan los coros y el juego de arreglos se puede adjetivar en hipérboles a elección de usted querido lector. Piense en algo superior a bellísimo.

Facundo se queda y Juan canta «Bandera», de su autoría. Para evitar debates hermenéuticos, aclara que Memé es su abuela y aprovecha para saludar a varios amigos. «Los centros de la luna» y «Rondadora» vienen de la mano desde ese jardín mundial de cantares que perdieron a su autor en algún pastizal del tiempo. Son como los primeros amores que dice la letra: no se sabe qué tienen, se meten en el alma y salir no pueden.

«Regalitos” es una canción de cuna post minidisco infantil de “Lila”, para que Violeta y los hijos que de sus hijos vengan sueñen siempre con los angelitos y sean felices para después de siempre. No hay relación aparente pero entre tanto amor se cruzó Di Fulvio y su esperanza de los días que vienen. Gracias maestro.

La “Chacarerita Mchiporodoble”, alla Huanca Huá, es el tema candidato a seguir los pasos de la versión de “El cosechero”, repartida en tantas parejas de cantantes que se la apropiaron.

Hasta aquí, “Después de Usted”, último trabajo de un dúo argentino extraordinario, por su forma de cantar obras viejas y nuevas que no están de moda pero emocionan más, o por eso mismo; por su producción alejada de gente que compra espacios carísimos en los medios para difundirse; porque piensan la música desde el silencio de los paisajes hondos que alumbran sus autores elegidos; pero a la par de todo, porque tienen una formación musical convertida en belleza.

 

Antes de las yapas, las gracias. Se sabe: uno de productores es hincha perro de Instituto, que horas antes le empató sobre la hora a Talleres en un partido chivo. En la lista de agradecimientos, aparece «a Talleres que se va al descenso». El otro productor es hincha perro de la T. En fin. Dos hinchas perros de dos jaurías. Volvamos.

Aparecen los pedidos, las risas de siempre y «la que quieran». Entonces, de los discos que sabemos de punta a punta, «El matecito de las 7», «Amapola», que no está en los discos pero sí en la memoria porque es un clásico de otro Juan que éste Juan cantó alguna vez lagrimeando; «Maricón»; «Caminito» (el de La Boca no, otro, uno del desierto, escondido de la eternidad); «Aire seré» (¡volvé Cardozo juna y gran siete!); Yapa final: «Rosario Pastrana», «Mejor Así» (tema pulenta pa conquistar guainas, ah no…) y «Cuando», para aplaudirlos de pie y volver a casa con la alegría que hemos olvidado, subiendo de nuevo por los huesos.

Antes de devolver los lentes:

La música son emociones.

Juan Quintero y Luna Monti es la música.