
Por Garba.
Se me pasan las convocatorias, los colectivos, los buenos partidos, los vencimientos de casi todo.
Pero es primavera y la vida viene a contarnos que igual, brota.
Brotan las caléndulas y las calenturas.
Brotan los porotos mung en el frasco, las alergias en los cuerpos y el polvillo del estornudo.
Brota otra elección, esta vez casi sin estertores, como una película romántica donde a nadie le gusta nadie, pero con la premura de evitar otro cataclismo peor.
Y quizás en la resistencia de entregarnos a una malaria prolongada y vaporosa, brotemos de revoluciones o de desesperación.
Brotan, como si las piedras pudieran brotar, las viejas ideas de los tiempos de la muerte de Videla.
Mucha gente mirando para los costados y nosotras, las parias, las inclasificables, las odiosas feministas seguimos revolviendo la olla.
Ojalá brote una canción que haga semilla.
Ojalá venga el amor y el éxtasis, para variar, y se quede un tiempo en este monte de perros, de gatos y de gente con rulos.