Por Pablo Arietti | redaccion351@gmail.com
¿Cómo hay que entender la sentencia «el mejor percusionista del mundo»?
Este fin de semana, en nuestro entrañable Cine del Teatro, desde un documental igualmente entrañable dedicado a su obra genial, pudimos ver y escuchar a Wody Allen hablar, entre otras linduras, del reconocimiento, de los premios otorgados a una producción artística. Todo un tema. La visión encierra una imposibilidad que alimenta bibliotecas, conferencias, charlatanes.
En pocas palabras: no hay un patrón incontestable. No es una carrera que identifique con un láser montado en la meta al que llegó primero y presente al más rápido como el mejor. El mundo del arte es un hervidero de lágrimas y calculadoras que no puede desembocar en otras mediciones que las que facilite una encuesta. Un contador de gustos. De semejante reducción a la desconfianza risueña de Borges por la democracia hay un pan y queso.
Habrá un jurado de notables. Unas cuantas decenas de almas vamos a suponer que entendidas o por ahí cerca. Hay unos cuantos artistas interesantes. Votan los notables. Salen a fumar mientras abren las urnas. Alguien avisa. Ya está. ¿Quién ganó? Pepe Cortisona. Alfombra roja, flashes, presentación de los nominados. El mejor es. Más flashes. Canapés. Risas. Chin chin.
¿Quién es el mejor escritor del mundo? ¿Quién es el mejor cineasta de la historia? ¿Y el mejor percusionista? No hay nada escrito dijo una señora mayor.
Existen las ganas de encontrarse con la escritura, el cine, la música. Cada vez más y más. Y otra vez. Es cambiar el yogur de cada día por un libro, una película, un disco. Los años de encuentros diarios con almas sensibles que han querido decirnos algo desde sus inquietudes, irán haciendo su efecto. Trabajo fino si los hay. En algún momento sentiremos que algunas piedritas se nos han redondeado. Ahí nomás aparecerán predilecciones de las que tal vez nos jactaremos, siempre con el cuidado necesario. A la sombra de la erudición de tantos crecen a veces unos yuyos de pedantería que terminan tapando las flores. Este sábado pasado, en la televisión pública, hablando de las amistades de Borges, el autor de «Respiración artificial», pero también de «Plata quemada», dijo que el autor de «La invención de Morel» y de «Diario de la guerra del cerdo» y de tantas otras maravillas, era un pavote. Varios aplaudieron… Redacción 351, con mucho gusto, les presta la bordeadora.
El mejor percusionista del mundo existe en la sumatoria de piedras redondeadas por torrentes que tarde o temprano podremos admirar. Es incierto, finalmente, pero de algún manantial nos llega, esta semana, un percusionista que suma votos en todas las urnas que el tiempo nos pide respetar y apreciar. Naná Vasconcelos es un percusionista brasilero que vive en el mundo desde hace décadas. El trabajo de cada día le fue dejando esa mirada insólita, casi de perezoso amazónico, que le permite ver cuánta música hay atrapada en las piedras puntudas de quienes andan por la vida, para destrabarla.
Naná Vasconcelos va por ciudades y pueblos y su música les corta el pasto y le puntea los rosales a tantos que venían mirando de reojo, por encimita del hombro. Su carrera ha hecho gracia de las metas y del láser que detecta las punteras de las zapatillas de los más rápidos. Más bien se ha dedicado a disfrutar en miles de escenarios con músicos talentosos de todo el planeta. Músicos que al ser invitados a hablar de Naná Vasconcelos, ponen cara de Sid cuando le hace cosquillas a Manny en La Era de Hielo.
De tantas obras que llevan su nombre en el encabezado de los títulos, hay una que lo trae por acá. Se llama «Cuatro elementos». Es una invitación a pasar uno de los ratos más hermosos que se puedan pasar ante la presencia de un músico feliz, un viajero que dedicó su vida al sonido que sale de los infinitos tipos de parches, sonajas y claro, del berimbao, instrumento enamorado de sus manos.
Algo de Naná en vivo
Hoy, en Cocina de Culturas, Naná compartirá algo de su vida y obra con los privilegiados que se hayan anotado. Bajo el título «El primer instrumento la voz, el mejor instrumento el cuerpo», el encuentro promete ser inolvidable.
Mañana, en la Sala de las Américas, con la participación de nuestra gran Vivi Pozzebón como artista anfitriona, Naná presentará «El latido del corazón», espectáculo que ha girado por varios países y que propone un recorrido musical de esos que tal vez quedan en la memoria como invitaciones a cuidarnos las flores y (gracias Gustavo) a arrancarnos la maleza de una vez.
Agendá
Naná Vasconcelos en Córdoba.
Lunes 9 de septiembre – 19:30 horas – Cocina de Culturas – Taller dirigido a cantantes, artistas, músicos en general, terapeutas corporales, docentes de áreas especiales, bailarines y público en general.Inversión: $200
Martes 10 de septiembre – 21:30 horas. Sala de las Américas – Anticipadas desde $180 en Disquerías Edén (Obispo Trejo esq. Deán Funes).
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