Baglietto y Vitale se presentaron en Córdoba

Baglietto y Vitale: el saludo de dos potencias

9-09-2013 / Crónicas
Etiquetas: , ,

El sábado 7 de septiembre por la noche, los artistas dieron un show de casi dos horas en la Sala de las Américas del Pabellón Argentina. Crónica de un nuevo encuentro con la música que nos lleva por la vida.


Baglietto y Vitale: el saludo de dos potencias

Por | dnicodemus@redaccion351.com

Fotos: Redacción351

Ya son una tradición en nuestro país. Son esas parejas que se complementan y generan la dialéctica necesaria para que los presentes sientan empatía con las canciones. Son «el dúo dinámico» argentino y la conexión se siente. A sala llena, realizaron un repertorio variado y entretenido.

Las canciones se unían una a otra marcando el camino que vienen recorriendo desde hace más viente años. El público acompañaba la idea. Gente joven y no tan joven se acercó a la Ciudad Universitaria para disfrutar de canciones como «El témpano» y «Naranjo en flor». Explicaron que este año se cierra una trilogía. A «Postales del alma» y «Postales del otro lado del mundo», ahora se les suma «Postales del nuevo mundo«; por ello presentaron cuatro canciones de este  nuevo trabajo.

Nada nuevo se puede decir de ellos. Solo pueden seguir sumando noches como esta. Podemos acotar, tal vez, algunas pequeñeces, como la emoción de ver tocar a Baglietto con su hijo; el despliegue de instrumentos detrás del gigantesco piano de Vitale; la calidad y la perfección de los acordes siguiendo a la voz, o la voz siguiendo a la melodía.

Entre los citados, pudimos escuchar versiones del rosarino Lito Nebbia o de Rubén Blades, quienes llevaron a la reflexión sobre la música y sobre cómo las personas influyen en las elecciones. Desde la incidencia de sus padres en su gusto por el tango, Baglietto propuso versiones que calaron en todos los presentes en el auditorio.

El inconsciente colectivo que los envuelve sigue provocando las mismas sensaciones, y parece que así será siempre. Al mover la cabeza para recorrer las filas de la Sala de las Américas, podían verse la cara de enamorados de muchos y las ganas de tomarse de las manos.