¡A desbarrancar!

Viaje a un Minúsculo Planeta y Presenta Trío dieron un gran concierto

31-08-2016 / Crónicas, Crónicas a Destiempo
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El viernes 19 de agosto, dos tríos-banquinas cruzaron sus músicas en Cocina de Culturas. Aquí un par de apuntes antes del cambio de aceite.


Viaje a un Minúsculo Planeta y Presenta Trío dieron un gran concierto

Por | redaccion351@gmail.com

Es un viernes de pizza símil vegetariana y cerveza para tres en la última mesa libre de Cocina de Culturas. Cuando todas las mesas de Cocina de Culturas se han ocupado, la cosa viene bien. Cuando la barra comienza a poblarse de codos y antebrazos, mejor. Cuando las sillas puestas cerca del escenario también se ocupan, es el éxito. Cuando se apagan un par de luces y aparece el anuncio característico del lugar y se abre la puerta del rincón, ¡viva todo!

¿Quienes la abren? Uno de los dos tríos-banquinas de la noche. Viale, Barbieri, Beaulieu, es decir los VMP. Está clarísimo: V de Viale; M de Barbieri; P de Beaulieu… No, perdón: V de Santiago; M de Julián; P de Simón… No. Uh… ¿Cómo era? Bueno, los del trío Ovni… No… Los Halcones Galácticos… No. ¡Ah! ¡Viaje a un Minúsculo Planeta! Ahí está: los VAUMP… No… Este…

Bueno, ¡esos que tocan para que la pizza se enfríe y la cerveza se caliente! En el arranque, hay una introducción nueva para «Houdini» o al menos «Houdini» no comienza así en el disco. ¡Bien! Como siempre, el sonido es perfecto. Como pocas veces, el volumen vuela y el bombo ayuda a bajar los maníes (se dice manís). ¡Hermoso! Bien por Villegas. Es una noche eléctrica para perder aceite por todos lados.

Un lugar donde los decibeles suelen dejar que conversen en voz baja los que no entienden que cuando hay músicos sobre el escenario haciendo música no se conversa, esta vez, obliga a seguir conversando pero a los gritos, porque callarse no se van a callar. ¿Cómo harán para escuchar los que van a un recital y conversan toda la noche? ¿Irán para otra cosa que no tenga que ver con escuchar? Adiós Bardahl…

Saluda Viale. La timidez de los VMP para presentarse juega como contraste casi lógco del desparpajo que expresan con sus instrumentos. Sigue «Hatori Hanzo». La amplificación de los platos, el sonido del redoblante, casi sin la bordona, el Blancpain invisible en el tempo de bombisto, la aceleración y el final abrupto. Qué lindos chicos.

Viale:

«Muchísimas gracias. Buenas noches. Muy contentos de que haya mucha gente y muy contentos de tocar con una gran banda como el Presenta Trío que nos gusta mucho. Eso que pasó fue «Hatori». Vamos a estar tocando unas rolas más y después vamos a dejarlos a nuestros queridos compañeros. ¿Todo bien Jupa?

Jupa:

«Todo bien, buenas noches. Bueno, lo mismo, es un gusto estar acá. Recién contábamos.. Es como la sexta vez… Cocina de Culturas es como una casa. Muchas gracias realmente por escuchar y esperemos que tengan una buena noche, vamos a seguir haciendo un poco de música…. Este es un hit.»

«Insular» es una forma de decir que si no es Blancpain, es Tag Heuer o alguna bestialidad similar de la precisión lo que podría andar bien para medir los tempos del trío, hasta ese final de ¿cómo sería? ¿Stoner rock? Bueno, eso que a Hijo de la Tormenta le sale bárbaro y a los VMP también. Ese momento Hyde, comparado con el inicio Jekyll, pasaría caminando la semifinal de un concurso de bandas sonoras para la pesadilla de Robertito Luis. Adiós Castrol…

Hasta aquí, temas del primer disco. Después de mover algunas perillas, clavijas y esas menudencias de músicos que se miran, se entienden y de dicen «vamo’ nomás» con las cejas, «Haití en llamas» de Cartografías. Otra vez los platos liberando espacio para las teclas como tazas de té chino y el bajo, pozo guerrillero irascible, bombardeando bombardeando. Adiós Selenia…

¡Habló Simón! Algo le dijo al sonidista sobre el micrófono. «Siete sobre el agua». El gran final del primer trabajo, con un par de vueltas de bajo tremendas y coros inesperados. Otra vez: el bajo. Bueno, el bajo suena como lo hace sonar el bajita. La pizza ya iría bien con un café. Pocas cosas más ricas que pizza fría con café.

El mismo Jupa dice que hace mucho no tocan «Siete sobre el agua». «Ahora vamos a hacer el número central de nuestro segundo disco, Cartografías. La trilogía ‘De la Religión’, ‘De la Ciencia’ y ‘De la Música’. Espero que les guste.»

Hay que decir, como si fuese necesario, que es un alto momento. Sin recurrir a una figura que ya debe tener un poco cansados a los tres músicos que están haciendo eso que están haciendo en el escenario de Cocina de Culturas, a las 11 de la noche de viernes 19 de agosto de 2016. Habría que dejar de decir que la música de Viaje a un Minúsculo Planeta nos hace viajar por un montón de lugares adonde nadie fue ni irá jamás en la vida de Dios y María de los Dolores Fuertes. La música de Viaje a un Minúsculo Planeta está buenísima porque la pizza ya es un helado derretido a treinta centímetros de las muelas que podrían haberle entrado cuando todavía largaba humito.

Después de las andanzas distorsionadas de Santiago, la trilogía se desvanece en las teclas de Julián y en los platos de Simón. Vienen los agradecimientos, «Diástole», con nuevos arreglos, y la invitación, después de los aplausos, al Presenta Trío para hacer las dos partes de «El Baile». A los instrumentos que venimos escuchando se suma una pantalla bajo los dedos locos de Bressanini, que mientras caza pokemones mete unos ruidos propios de la costa norte de Islandia, del hemisferio sur de Uranio y de Lagunilla al 3.600, de la mano de Ameghino Sur; la Ibanez de Freiría, con Freiría y todo, dibujando auroras boreales sobre Bella Vista (debe ser la cerveza caliente) y Martina interpelando parches. Música de lo más libelular sobre un tema que parece haber nacido para eso, para desdoblarse en cada presentación.

Fin del recorrido. Se van todos. Se aplaude bastante.

Otra cerveza y sube el Presenta Trío. Un relojeo del lugar confirma que estamos todos los que tenemos que estar para que luzca así de colmado. La lista arranca con «La Añera», adelanto del nuevo disco. La intro le revira el envido al wawa de Troilo y todo lo que sale del guitarrero, después del primer estribillo, es un valecuatro lírico de pardas conjeturales que encuentran su destino sudamericano en el íntimo cuchillo. Adiós Helix…

Menos el hi hat de Martina, sigue todo en su lugar: el humor de siempre, los comentarios saltando bordeadoras y la música donde tejen las arañas. Suena una versión de la «Baguala del desengaño» como para llamar a la policía aeroportuaria. Eso: dónde, decime dónde sacaron esa intro… Ahora, ¡lo bien que suena!

Después de la primera sucesión de risotadas, otro adelanto: una versión de «Milonga triste» dedicada a Horacio Salgán, piantau a la Quinta del Ñato ese mismo día, y un comentario sobre Gardel para llamar a los bomberos.

Una confirmación temprana: hasta aquí, el nuevo disco es más rock que los tres anteriores. «Aguante Bailecito» va para el mismo barrio. Hay un pedido de aplauso inesperado para los mozos y un tema que a esta altura se escribe «Hit» y se pronuncia «Jit». El solo de la Ibanez y los cortes nuevos en «Pedacito de agua» nos tienen como perritos de taxi, más bamboleantes que nunca por el estado Super Park de las calles. Adiós Móvil.

Freiría comparte la historia de Martín, un chango de Monte Cristo que una noche se acercó a contar de sus amores y por esas carambolas ciegas de la vida apareció con la novia. Uno de los tres, que no viene al caso acusar, resume todo lo que vino y vendrá:

«Siempre se desbarranca todo…»

El único que mantiene el decoro le dedica el recital a su madre, la pobre Marta que -a confesión de partes, relevo de pruebas- más de una vez salvó las papas.

«Blanco y azul» continúa el paseo por el tercer disco. Versión para que chapen los novios en el oscuro de Cocina. Antes de «Barcos», un revolotear por las teclas de Barbieri, un amague de cumbia, un saludo delirante al Chango Spasiuk y otro a un amigo que vino de Francia. Y una invitación a llegarse a lo que ya fue, es y será una jornada histórica para Córdoba: la del jueves 25 de agosto.

Una hermosura la melodía de «Barcos». El guitarrero canta, silba, saluda y agradece. Martina y Bressanini hacen lo propio y todo queda registrado en la transmisión en vivo que está llevando adelante Emiliano Peña Chiappero, el querido Oso.

En el final, «Pa que se borren mis penas», una zamba «carpera, funk, porn». Otra procesión de risotadas y la recomendación de Bressanini a Martina sobre el volumen para «La alejada». ¿Qué es eso de pedirle al baterista que no se extralimite? Hay gente que no entiende de autoridad moral… ¿Los salvará la música? Los salvará la música y un nuevo cruce con los VMP, que ahora juegan de invitados para «La aclaradora», con unas baquetas de Marco prestadas a Simón que parecen haber pasado por «una carnicería de la música». Hay una promesa de Jupa de enseñarle a tocar «Nueva Thoven» a Masi. Quedaron las ganas de escuchar «Nueva Thoven». Total, vuelven a presentarse en breve.

La noche termina así, con dos tríos-banquinas sobre el escenario, completando las formas clásicas de la conjugación verbal: Yo me voy al pasto; Tú cortas el alambrado; Él jinetea corderos; Nosotros correteamos gallinas; Vosotros afanais choclos; Ellos desacomodan fardos.

A desbarrancar, a desbarrancar, que la música es nuestra, es tuya y de aquel. Adiós Tutela.

¡Hola registro del Oso!