¡Feliz Cumpleaños!

La Pata de la Tuerta festejó 15 años de música

26-03-2016 / Crónicas, Crónicas a Destiempo
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El jueves 17 de marzo en Studio Theater, la banda sin frenos dio un recital histórico para la música independiente de Córdoba. Después de la cena con cientos de amigos, del vals y de la torta, revisaron su discografía y adelantaron temas de su nuevo disco, a esta altura todos clásicos. Una infinidad de músicos invitados participó de la fiesta. Compartimos imágenes y apuntes de una gran noche.


La Pata de la Tuerta festejó 15 años de música

Por | redaccion351@gmail.com

Fotos: Federico del Prado.

¡No si no hizo calor el jueves a la noche! Nuuu… Treinta grados de sensación térmica a las diez de la noche… Ahora claro, tenía razón uno que fumaba en las escaleritas de Studio Theater, ahí a medio metro de la placa de Gardel.

-Hace calor para que cuando atravieses la primera puerta, el aire acondicionado te pegue en el pecho a lo Griguol.

-Pero Timoteo lo hacía para calentarles el pecho a los jugadores -objetó el amigo-, no para enfriarlo…

-Mmmm… ¡No sé eh!

En fin, uno de los dos tendrá razón. Pero qué maravilla ese aire acondicionado. ¿Y el vestido de Manuela Heredia, saludando en la entrada? ¿Y el de la Negra Marta Rodríguez, charlando con varios invitados a la vez? ¿Y los sanguchitos de pata con berenjenas en escabeche y muchas más salsas que no le llegaron a los talones a las berenjenas en escabeche? ¿Y los verduleros refutadores que estarán pensando, en este exactísimo instante, que las berenjenas no tienen talones? ¿Y los músicos de todos los colores yendo y viniendo entre los sanguchitos, las empanaditas, los tragos, los saludos y las fotos? ¿Y los abrazones reales? No los que se ponen en una conversación virtual. No no: los reales, los que toman envión con un «¡Eeeeehhhhh!» o con un «¡Qué hacé’ + cordobesismo!» Variantes: Boló-Culiá-Locazo-Pá-Máster-Picachu. ¿Y el salonazo, esa herradura divina pasando el cortinado, adornada con banderas y globos, con una torta enorme en el medio y el escenario abarrotado de instrumentos al fondo?

Respuesta unánime: ¡No si no la vamos a pasar bien! Risa con panza a lo Papá Noel: ¡Jo Jo Jo! ¡Feliz Navidaaad! Perdón: ¡Feliz Cumpleañoooos!

El primer anzuelo para comenzar a subir la montaña rusa es un video proyectado sobre la pantalla de fondo, en que cada integrante cuenta cómo llegó a la banda. Antes de la ceremonia propia de una fiesta de 15, una niña, Luna, dice unas palabras, y entre otras linduras, una genialidad: “Todos nos conocemos a medias, es un buen momento para terminar de conocernos”. El vals, sonando desde los amigos del Circo Da Vinci, es el primer momento fuerte de la noche. Los integrantes bailando con sus parientes y amigos, en andas de los graves de un sousafón hermoso. «Sousafón». Sacala a bailar… ¡El vals!

Un segundo video muestra anécdotas de cada uno. Qué lindos chicos. La de Txema Torrabadella sobre Pablo «Pomelo» Arias, por ejemplo. La pregunta es cómo habrá hecho para no mojarse, porque la guitarra necesita las dos manos… ¿Alguien se la tenía? ¿A la guitarra? Eeehh, no. Mejor seguir bailando con Dj Matanza hasta el segundo gran momento: ¡La torta!

 

Hay que sacar la foto antes del cuchillazo y el «Negro» Hernán Begelli que no aparece. Están todos, hasta Jorgito Cabanillas, de punta en blanco, y el Negro Hernán que no aparece hasta que por fin y ahora sí están todos y sale foto y cumplafeliz y soplamiento de velas y cuchillazo de la Negra Marta. ¡Todo el mundo a comer! ¿Quedará mal otro pedacito? ¿Está rica? ¿¡Qué no!?

Lo de Cabanillas es un párrafo aparte. ¡Hasta le prestó los zapatos a «Pito» Rosano, el maestro de ceremonias, para la fiesta! De los que más bailó, de los que más agitó, de los que más todo.

Llega el tercer momento fuerte y mejor dejar de enumerar. Entre el público, como siempre, aparece La Pata de la Tuerta tocando, primero el cumpleaños feliz, el décimo quinto, y luego, la marchita.

Arranca La Pata de la Tuerta en Studio Theater

 

Después del saludo de bienvenida del «Tano» Pablo Giordano, la intervención de Pito Rosano es casi un anuncio de alerta meteorológico. Contra la tormenta que afuera se avecina, montada en un frente frío llegando entre la madrugada y el amanecer, adentro, la herradura de Studio Theater (sería tan hermoso que se llamara Estudio Teatro…) es un caldero hirviente. Canciones como leñas de quebracho al rojo vivo; decenas de invitados como cucharones enormes para revolver; pogos crecientes como burbujas salpicantes de alegría.

 

La lista, una procesión de locos sueltos sobre el escenario y sus alrededores, inicia con “Distraída”, ya un clásico del próximo disco que canta el «Flaco» Matías Acosta. El riff sale de la guitarra y del griterío. Sigue «La musa presa” en la voz de Txema y luego “A casa”, con Regina Grigioni y Guillermina Boggiatto de las Ninfas, recién llegadas de Brasil. Canta «Manal» Gigena. La cerveza no volaría si no fuera tan complicado saltar con un vaso en la mano… Vuelan cervezas.

Santiago Bartolomé, uno de los primeros trompetistas de La Pata, se suma a la línea de caños para que Tebi Giordano cante «Todo es amor». También Marcos Ozamis, el saxo de Los Caligaris, para el gran momento de la Negra Marta. Si cada canción detona en algún momento, con «El Bocadito» vuela todo, otra vez, como siempre. Ese contraste hermoso, a lo «Cielito Lindo» por Divididos, baja del cielo a Chavela Vargas, la sienta en un bar suspendido a medio metro de las cabezas del público, le sirve un tequilazo, le hace guardia con un vaivén de media banda alineada entre los vientos, espera el último trago, le da un beso y detona un pogo que rompe las patas de todas las mesas a cabezazos. Allá volverá Chavela, todo el cielo para ella desde el eufonio de Manal y el trombón final de la Negra, para contar lo que no soñó.

 

Por ahí andaba justo el «Negrito Hernán», de los Nenes Bian, para «Dejar de soñarte». Después, Pomelo dejó la titularidad de la guitarra y la suplencia de la trompeta para cantar «Miami», con Juanchi de Circo Zeta haciendo malabares. Los dos primeros versos pegan fuerte: ¡Andá a nadar con los tiburones, a ver si alguno por fin te come! Con la participación de Gastón Albelo en trompeta y Elisandro «Toto» Machado en trombón (grandes valores de Noetinger, coterráneos de Rosano y de Luis María Obeid), la línea de vientos es una locura, como cualquier gran tema de La Pata, desde los remolinos últimos de «Espuma» hasta los primeros temazos. “Topabli” Corradini se suma al escenario para «Mujer policía», un himno de sus tiempos como baterista de la banda. Federico González deja el bajo para tomar el micrófono y el centro del escenario. ¿Y el bajo? Cualquiera que tenga medio recital de La Pata de la Tuerta encima sabe que siempre hay un compañero que deja su instrumento para tocar el que dejó quien se puso a cantar y siempre hay otro compañero que agarra el instrumento que dejó quien se puso a reemplazar al cantante, y siempre hay otro compañero que reemplaza al reemplazante del reemplazante, y así hasta el infinito y más allá. Total, todos seguirán la coreo del final y cantarán: «Está aprendiendo a cantar, le gusta más que tirar…»

Y recién es el comienzo. Hay un intermedio que no baja un decibel de intensidad porque aparece, desde el público, La Tunga Tunga. Murga y Cuarteto para desparramar verdades. Sólo hay que escucharlos para entender la hermandad de los ritmos, la cercanía de los avatares cantados y la necesidad de reírse, con rimas inteligentes, para no llorar.

 

Un segundo tiempo histórico inicia con “Rivera Indarte”, tangazo cantado por Federico, con el Tano en las teclas y Txema de sombrero y sordina. Sabrán ellos cuándo lo cantaron por última vez en un fiestón. Con todas las polleras sobre el escenario y un cambio de vestuario mansito de la trombonista, comienza la segunda tanda de invitados. Para «Tu rosa»Ozamis en el saxo y Mara Santucho en la voz. Dice Rosano: «Los Cocineros, La Pata de la Tuerta, dos bandas, una misma ruta.» Sigue la «Oda a los enamorados», con el Circo Da Vinci. La tuba, el sousafón o como se llame eso que tiene tremendo pabellón, es justamente eso: tremendo, como la imagen de La Pata y La Cartelera Ska juntos sobre un escenario. Suena «Cumbia veneno» y es todo un homenaje de otra gran banda de Córdoba para los agasajados de la noche.

Otro integrante cercano, desde siempre, es Fede Flores. Desde el palco izquierdo, el Señor de las Perillas remixa «Mi amor», otro de los nuevos temas. Agustín «Nolberto» Cortalezzi» canta «El barrio» junto a los Rimando Entreversos y el aire del lugar le manda un saludo al Ají Rivarola y a Semilla Bucciarelli, que anda por ahí. Santiago Guerrero y Luis María Obeid, es decir los Tomates Asesinos, hacen «Flores» junto a la Negra Marta desde el palco y el tiempo va y viene entre amistades históricas, recuerdos de presentaciones inolvidables en 990 y nuevos compañeros de ruta, como los Sabor Canela, que se prenden a la cumbia con «Déjame llevarte». 

Pasando la mitad de la noche, aparece La Madre del Borrego para otro gran momento. Ignacio Serfaty saluda: «Antes que nada queremos agradecer enormemente poder participar de este momento increíble para la música popular cordobesa y argentina que es el cumpleaños número quince de La Pata de la Tuerta. Es el cumpleaños número quince de la autogestión, del trabajo en grupo, del amor por la música, de la rebeldía con alegría. Se merecen un enorme aplauso. ¡Aguante La Pata! ¡Aguante La Pata de la Tuerta!» Después de la gran presentación de Pito, La Madre emociona con una versión de «Madrecita» que dignifica una amistad de años.

Para «Lisérgica mujer», otro de los nuevos temas, sube a cantar «Nahui», amigo de Agua de Oro, donde está el estudio de grabación de La Pata. Hay que decir esto: Rosano cuenta que la madre de Nahui mandó… ¡Cuatrocientas empanaditas para la fiesta! ¡Cuatrocientas! Y encima el hijo canta cuarteto como quien pincha una aceituna en una picada.

¡Y todavía queda tanto! Sube Cony la Tuquera, con Fabián «Lolo» García de cumpleañero, para acompañar a Mati Acosta cantando «La nena del mar». A una semana de los 40 años del Golpe de Estado, una canción extrema, de letra de muerte y música de pura vida. Una versión diferente a la original, en honor a los Cony, a Residencial América, a la música de Córdoba, para descansar un poco los meniscos después de tanto salto y girar por la herradura con un cuartetazo pandereteado que termina en un «¡Olééééé Olé Olé Oléééé Jorgeeee Jorgeeee!» para el rey de la caravana.

Desde el mismo barrio, pasando por un par de países y recitales con miles de seguidores, vienen Los Caligaris. Pito y el Tano los saludan y agradecen el gesto de sumarse a la fiesta. Arrancan los vientos y sí sí, «No somos muchos, no somos pocos, pero estamos todos locos». Y es una intro perfecta para pisar el palito y detonar «Yo sé que solo caí en la trampa», con Pomelo y Martín Pampiglione a dúo. Más de un cuerpo sacará turno con un traumatólogo al día siguiente. Más de otro cuerpo cancelará algún turno previo por simple acomodamiento de huesos después de tanto agite. Saludo de Martín: «¡Larga vida a La Pata de la Tuerta!» Hay un recuerdo de la locura en México y una promesa de volver.

 

Todo es historia. Un recital que se armó para celebrar un cumpleaños fue sumando y sumando invitados y todos dijeron que sí, que más vale, que mirá si nos vamos a perder esto. Y ahí está Vivi Pozzebón y los Nenes Bian sobre el escenario para hacer «Trepador». Falta el Negrito Hernán. «¡Sos igual que el Negro Hernán nuestro!» dice la Negra Marta, a los abrazos con Vivi antes de volver a cantar juntas, como en el disco. Y aparece en Negrito Hernán, se sienta, abaraja la tambora y desata una versión… ¿Cómo decirlo? En lugar de criminal mambo, ¡criminal tunga tunga!

Sigue Tebi con la viola de tefrén para “Fetén”. Distorsión y bailongo. Sale dedicatoria para la gente de La Carlota, de Colonia Caroya, y de algún otro pueblo. Todos enganchados en un trencito repleto de coros.

Suben las Ninfas y Rompe Coions. Que el Tano se calce el acordeón, a esta atura de la noche, y se sumen vientos, sólo puede querer decir una cosa: “Chaos Punk”. Que el mismo Tano arranque con “Pensamiento positivo atrae pensamiento positivo” sólo puede querer decir otra cosa: se viene el pogo más grande de la noche. “Chaos Punk”, en el punto caramelo de la fiesta, sólo puede contarse rezando: San José Gabriel del Rosario, San Brochero, San Cura Gaucho o como te vayan a llamar, ¡ruega por nosotros!

Vuela todo: la música, los vasos, las rodillas, los aritos, las clavículas. Todos enroscados en las luces. Hay que bajar y entoncés «Fumé», con Volá Pescao y Martín Ellena, de Toch. Y es como dijo el de las teclas: «Vamos a hacer un tema muy ilegal, porque no se puede fumar una plantita, pero sí se puede matar, reprimir, corromper. Todo eso se puede, pero fumar una plantita no. Son unos reverendos hijos de puta.» Habrá que mover las piernas, levantar las manos cuando la canción enganche con «El mañanero», y reírse con la historia del tema de Ciudavitecos que se filtró sin querer queriendo en esa parte de «Cumbia veneno» que se acompaña con «¡Vamo’ La Pataaa! ¡Vamo’ Vamo’ La Pataaaa!»

En el comienzo del final, sale «Cuervos», con Pomelo y el Tano prendiendo la mecha y Ezequiel Rogna, flamante doctor en Letras, escupiendo una letra dedicada a la gente que no. La Pata en formación original, reventando parlantes como saludo a los primeros seguidores.

Saluda el Tano: «Bueno vamos a hacer el último tema, saludamos, y después ustedes piden otra y hacemos otra». Claro, tal cual. Vuelve Santi Bartolomé y parece que Belzagui se tomó el palo. Sigue el Tano: «Vamos a hacer el último tema. Que se vaya todo a la mierda por favor. Gritos, espasmos, pogo, locura… ‘Muñeca’ ¡Con ustedes, el grande , el majestuoso, el único, el irremplazable Aníbal ‘Pito’ Rrrrrooosaanooooo

Tebi revienta el hi hat y de donde ya no hay fuerzas explota más y más locura. Después de todo lo que acaba de pasar, con decenas de invitados en las últimas tres horas, es el momento justísimo para entender, en toda su dimensión, el axioma de La Pata de la Tuerta: ¡Que pare el que tenga frenos! Como manda el protocolo de «Muñeca», hay integrantes que se bajan del escenario a poguear con el público.

El saludo es un montón de músicos sobre el escenario, saludando, y un montón de pantallitas de celulares sobrevolando el público para registrar el momento.

¡Y faltan los bises! Para los viejos chotos que además de la canción, se acuerdan de la serie (vale decir: nos acordamos de la serie), el Flaco Manal manda «Gilligan»; Para seguir dándole de comer a los traumatólogos, Nolberto canta «Maruja»; Para que entendamos que el concepto de «el nuevo integrante», pasa inadvertido en La Pata, Andrés Nicolasa gana el micrófono para cantar «Careta» con un coro de locos amansados a pogazos.

Todos saben por qué no estuvo el Tano en la última. Todos saben que los agradecimientos del maestro de ceremonias son sinceros y le desenrollan la alfombra a la estrella del cierre. Con una presentación a lo título mundial de los pesos pesados, aparece Lisa Stanfield. La coreo de verano caliente, brazos arriba, brazos abajo, tetillas y «What’s up Pascual? What’s up Pascual? (para hablar con propiedad: Guasap Pascual?) You like the Tunga Tuga, Why don’t you dance now? es la entrada misma al barrio del fuego y el azufre. De una punta a la otra de semejante infierno, Acosta mete un solo de guitarra como para firmar pactos con el Maligno.

Todos abajo para la retirada. Se toca y se baila hasta la última gota. Se termina. Parece que llega el fin. Los chicos y chicas del rock, del pop, de la fiesta histórica de La Pata de Tuerta comienzan a corear la marchita y los parches y vientos se montan en el saludo final del final, pasadas las cuatro y media de la madrugada.

Nadie puede más, y ellos siguen. ¿De dónde sacan tanta energía? La celebración de semejante aniversario es un bidón extra de combustible para cada uno. ¿Pero cómo hicieron para llegar así al 17 de marzo de 2016, o más precisamente, a las cinco de la mañana del viernes 18, con semejante locura hermosa, idéntica a la de cada presentación? Respuesta posible: mientras nacen proyectos con enfermedades congénitas de egocentrismo que terminan arruinando todo y desatendiendo, con su desaparición, la sensibilidad de un público que se queda esperando en vano un disco que no va a llegar o nuevas presentaciones que no van a venir, es posible pensar que sólo abriendo filas será posible cualquier permanencia. Sólo compartiendo instrumentos, micrófonos, canciones, aventuras, humildades y aplausos será posible mantenerse en el camino.

 

La Pata de la Tuerta en los Actos de la Memoria

La gran celebración de los 15 años tuvo lugar pocos días antes de la llegada del otoño. Una semana después, el miércoles 23 de marzo, La Pata se subió al escenario del Festival «A 40 años, Memoria y Democracia», en el Parque de las Tejas, después de Peteco Carabajal y antes de Bersuit Vergarabat. Ante un público que mayormente colmó el lugar para disfrutar de grandes referentes del folklore y de la banda porteña, los cordobeses tocaron cinco temas («La nena del mar»; «El bocadito»; «Yo sé que solo caí en la trampa»; «Chaos Punk»; «Mujer policía») y detonaron a la multitud.

Al día siguiente, volvieron a tocar «Chaos Punk» en el Acto del 24 de marzo, en la Yrigoyen, ante miles de personas, junto a muchísimos músicos locales.

Seguimos esperando el nuevo disco, que seguramente saldrá este año. Los motivos para celebrar tampoco tienen frenos.

Fotos Festival 40 años: Flor Piai.