DERECHOS HUMANOS

Séptima Marcha de la Gorra: complicidad es no ver

24-11-2013 / Política y Sociedad
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El pasado 20 de noviembre se realizó en Córdoba la séptima Marcha de la Gorra, que convocó a más de 15 mil personas. Crónica y reflexión de un reclamo legítimo que crece año a año.


Séptima Marcha de la Gorra: complicidad es no ver

Por Mariano Pussetto | politicaysociedad@redaccion351.com

Colaboración: Gabriela Socias

Fotos: Victoria Montenegro

La movilización conocida como «Marcha de la Gorra» surge de la construcción colectiva de más de cincuenta organizaciones. El pasado miércoles 20 de noviembre se manifestó una vez más por el respeto y la no vulneración de los Derechos Humanos de miles de jóvenes que a diario son violentados, estigmatizados y criminalizados mediante el Código de Faltas Provincial. Pese a la legitimidad del reclamo, hechos vandálicos aislados ocurridos durante la marcha concentraron la atención de una sociedad cordobesa que reconoce como única realidad el discurso que emiten los grandes medios de comunicación.

Niños, artistas, músicos, artesanos, militantes, familias, organizaciones barriales, trabajadores, estudiantes, nadie faltó en “la Gran 7”. La heterogeneidad de los marchantes se unía en el concepto del pedido. En el aire flotaba un ambiente festivo, y aunque no era la efectiva derogación del Código de Faltas lo que se respiraba, sí eran miles de personas unidas por esa causa, y eso alegra, aunque no alcance.

La marcha ofreció exquisitas intervenciones artísticas que instaron a la reflexión sobre los atropellos que reciben cientos de pibxs todos los días en manos de la autoridad policial y un Código de Faltas que avala detenciones arbitrarias. No se ausentaron canciones, ni colores, ni consignas. Eso es la Marcha de la Gorra, la que visibiliza que los derechos no son para todos iguales, y la que lucha para revertir eso.

Durante la movilización ocurrieron hechos de violencia que no van a ser festejados por ninguno de los que vivimos la Marcha de la Gorra como lo que en verdad fue. Pero sí habrá quienes lo festejen. Tal es el caso de un Gobierno provincial que se mantiene indiferente ante el creciente reclamo que desde hace años vienen sosteniendo miles de jóvenes en relación a las represivas políticas de seguridad. O el caso de grandes medios de comunicación, que ponen el árbol en el lugar perfecto para tapar el bosque. Los mismos que no hablaron nunca del narcoescándalo, aunque sí le dieron lugar a la nueva ministra de Seguridad, Alejandra Monteoliva, para que dijera que era una movida mediática.

La mañana del 21 ofreció un montón de ciudadanos 2.0 súper críticos de la realidad de su provincia, esos de perfil reflexivo –nada que una bala no solucione–, esos que, con brillante lucidez mental, muestran que no alcanzará con la derogación del Código de Faltas para terminar con 200 años de discriminación. La falta de reflexividad que se imprime en estos casos es la que empaña una movilización que celebró el compañerismo en la lucha.

La desigualdad social tiene una sociedad cómplice. La que necesita saberse superior, porque teme que en la igualdad se luzca su ignorancia. La desigualdad social tiene un gobierno cómplice. El mismo que silencia y mantiene el silencio, el mismo que reprime y hace desaparecer. La desigualdad social tiene medios de comunicación cómplices. Los mismos que un día después de la marcha solo hablaron de las pintadas en la Catedral.

Lamentablemente los que manejan estos medios continuarán con su poder estigmatizador, los bolsillos anchos y las narices blancas. Mientras tanto los invisibles seguirán ahí, condenados por una sociedad toda.

La cobertura que le otorgaron estos medios a la Marcha de la Gorra se canta sola: «Violencia es mentir».

Quedarán sensaciones, muchas y de todo tipo. Pero más vale quedarse con la legitimidad del simbolismo en la gorra, ese que, con orgullo, nos iguala en la heterogeneidad.

Tu seguridad nos limita, nuestra resistencia es infinita.