2 DE ABRIL

Los suicidios del silencio

3-04-2013 / Política y Sociedad
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Un artículo de Marta Platía sobre los «ocultados» crímenes de guerra que ocurrieron en los campos de las islas Malvinas hace 31 años.


Los suicidios del silencio

Por Marta Platía (*)

Soldados estaqueados desnudos y en pleno clima polar; conscriptos apaleados u obligados a comer su propios excrementos. Años después de pasada la guerra, y a través de los libros escritos -paradójicamente- por los soldados ingleses; se supo lo que muchos soldados argentinos habían sido obligados a callar: que sus propios generales y oficiales los torturaron.

Preparados como estaban en la Escuela de las Américas o en la Doctrina de la Seguridad Nacional de la Escuela Francesa de los paracaidistas de la Organización de la Armada Secreta (OAS); los Alfredo Astiz, los Mario Benjamín Menéndez y sus cómplices de armas, no sabían pelear en el mismo nivel que las fuerzas profesionales inglesas; así que hicieron en Malvinas lo mismo que ya habían hecho en el territorio Argentino: torturar, degradar, vejar, herir cuerpos y almas, pero esta vez de indefensos chicos de poco menos de 20 años de edad.

Las enseñanzas del manual de la Guerra Moderna de Roger Trinquier, aplicadas en Indochina y Argelia, era todo lo que habían aprendido y estaban dispuestos a implementar. Y los pibes arriados como ganado desde el norte de la Argentina, o desde los pueblos de cada rincón del país para su intento de quedarse en el poder que se les desplomaba, era todo lo que tenían a su alcance para ejercer su -a esa altura- mezcla de sadismo e impotencia.

El trauma fue enorme: muchos de ellos, los que lograron sobrevivir al fuego inglés y a los tormentos de sus jefes argentinos, creyeron que los tormentos eran un modo más de “hacerse hombre” en la guerra. Que quejarse o denunciar, hubiese sido poco menos que de poco hombres. Al fin y al cabo habían crecido viendo las (supuestas) hazañas de los boinas verdes en las películas de la tevé.

Durante más de dos décadas y media, las imágenes aterradoras de la propia guerra y de los pozos a los que los sometían sus propios jefes, en los cuales los hacían permanecer parados, descalzos y con el agua helada acuchillándoles los pies y las piernas, los empujaron a pesadillas mayores, perennes que, sumadas a la indiferencia de un país que parecía haberlos
olvidado, empujó a muchos, a demasiados al suicidio.

El libro del periodista Edgardo Esteban –él mismo sobreviviente del hundimiento del buque General Belgrano- que dio origen a la película Iluminados por el fuego, trajo luz y comprensión a un tema que fue casi un tabú. Otro nefasto pacto de silencio de los tantos que los militares golpistas hicieron para ocultar sus crímenes de lesa humanidad.

Además de los cometidos durante la última dictadura cívico-militar, los generales conducidos por el etílico Leopoldo Fortunato Galtieri, deberían sumar a sus galones los crímenes de guerra que cometieron contra sus propias tropas en los desolados campos de las islas Malvinas.

 

(*) Periodista argentina. Ejerce el oficio desde hace 27 años. Escribe en el diario Página/12. Se desempeñó como corresponsal del diario Clarín en Córdoba, medio en el que publicó desde diciembre de 1992 hasta octubre de 2011. Trabajó en el diario Córdoba y en varias radios de la provincia.