Crisis financiera internacional

La economía argentina frente al cambio de paradigmas tradicionales

4-06-2011 / Política y Sociedad
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En el marco del «Ciclo de charlas sobre Coyuntura Nacional 2011», el economista José María Rinaldi reflexionó sobre la actividad económica nacional e internacional.


La economía argentina frente al cambio de paradigmas tradicionales

Por | nsiadis@redaccion351.com

Fotografía: Facundo Martínez | fmartinez@redaccion351.com

En la conferencia, organizada por el Centro de Estudiantes de la Escuela de Ciencias de la Información de la UNC, participó el economista José María Rinaldi, docente e integrante del Plan Fénix. Su disertación se centró en tres ejes fundamentales en base a los cuales debe pensarse la actual política económica del país. Estos son: el contexto económico internacional luego de la crisis financiera de 2008, los aciertos de la nueva economía argentina, y los desafíos a futuro en pos de profundizar el modelo y lograr una distribución más justa de las riquezas y mayor igualdad.

La crisis económica internacional y sus consecuencias

El economista sostiene que luego de la crisis económico-financiera de 2008 se produjo un gran cambio paradigmático a nivel internacional: se quebró el esquema de la economía de mercado. El colapso financiero representó el inicio de la crisis más grande que haya atravesado el capitalismo. En palabras de Paul Samuelson, premio Nobel de Economía, la caída del muro de Berlín se asemejaría a la crisis actual. Rinaldi aseguró:  “Esta crisis se va desarrollando como un choque de trenes en cámara lenta que tiene un final abierto y una profundidad inédita”.

El suceso tiene consecuencias muy importantes, ya que se está en presencia, según el docente, de una desconstrucción histórica de los estándares de bienestar y equidad de los países desarrollados. “Esto es inédito, nadie se hubiera imaginado que el Estado de bienestar europeo podría haber derivado en las circunstancias actuales, en un terrible proceso sociocultural en el que estudiantes, trabajadores y la sociedad en su conjunto realizan movimientos, como el actual mayo español, para ponerles coto a las medidas de política económica regresiva”, afirmó.

Las manifestaciones en contra del sistema se deben a que el resultado de la crisis, indudablemente sistémica, lo pagaron los sectores más desprotegidos económicamente. Las recetas de los países desarrollados para paliar la situación, a través del modelo neoliberal, fueron los reajustes regresivos, puestos en práctica bajo las recetas del Consenso de Washington, las cuales colocan al mercado por encima de todo.

“Este proceso es un salto histórico, pero hacia atrás, y aparece en escena el ‘análisis de las posibilidades de subsistir’. Los neoliberales ni siquiera hablan del Estado, lo suprimen por completo haciendo un culto del mercado y su magnificencia. Este modelo es el que estalló en 2008 e hizo resurgir la discusión de la relación entre Estado y mercado, lo que en economía se llama la distribución primaria”.

En este contexto de crisis económica y de debates sobre el rol activo del Estado, surgen los llamados países emergentes, conocidos también como BRIC (Brasil, Rusia, India y China). Estos países se caracterizan por adoptar políticas económicas que les permiten tener un importante crecimiento al punto de superar, en muchos casos, a las potencias mundiales tradicionales.

La inserción de Argentina en el nuevo contexto económico mundial

Con respecto al fenómeno argentino, Rinaldi plantea la configuración de la “nueva economía argentina”. Según el economista, el año 2002 significó un salto al vacío con un solo paracaídas, el de la devaluación, el cual se constituyó en un maravilloso instrumento de protección natural. “Esta receta, misteriosamente y refutando todas las teorías que habíamos construido, no se trasladó de forma inmediata a los precios, y Argentina volvió a tomar, con ese modelo, una actividad económica importante liberándose de dos grandes lastres internacionales”, afirmó.

Cuando Rinaldi habla de “lastres internacionales” se refiere, por un lado, a las grandes restricciones externas para la exportación e importación; y las restricciones fiscales e institucionales. Por otro lado, la segunda gran restricción eran los procesos inflacionarios, que se interrumpieron con la convertibilidad, a un costo social muy grande, apareciendo nuevamente con la devaluación.

Luego de 2006, se empezó a utilizar el tema de la inflación como método de desestabilización política. El cese de las restricciones permitió aliviar la cuenta corriente de la balanza de pagos y, con una moneda devaluada, se motorizaron las exportaciones. Estas últimas se vieron favorecidas gracias a un contexto inmejorable en el sector agropecuario relacionado con las demandas de los mencionados países emergentes. El gran crecimiento de estos países generó un contexto internacional, económico y financiero favorable que algunos han llamado “viento de cola”.

“Es importante detenerse y remarcar esto porque mucha gente con interés político o economistas en su papel de lobbistas tomaron este fenómeno como el único mérito que tiene el crecimiento de la economía argentina. Esa lectura simplifica y desconoce las medidas antes mencionadas».

Para pasar en limpio, el proceso que se denomina “nueva economía argentina” está sustentado en una desconstrucción histórica, en materia de equidad y bienestar, de los países desarrollados, un gran progreso y motorización de las economías emergentes o BRIC, a las cuales el país les diversificó las exportaciones, y una moneda devaluada para lograr competitividad internacional. Todo esto, sumado a una política económica que logró eliminar las restricciones del sector externo y fiscal, provocó un aumento en la recaudación y la motorización del consumo.

Además, se llevó adelante una política activa en relación a la distribución primaria, esto es, la relación entre Estado y mercado, con la nacionalización de las AFJP, la Asignación Universal por Hijo y la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, entre otras.

“Lo inédito es la fuerte presencia del Estado para lograr eliminar las restricciones. Entre el 2003 y el 2010, Argentina creció un 74%, único en la historia de nuestro país. Otro hecho a destacar es la inmunidad ante la crisis mundial; solamente en 2009 se dejó de crecer a tasas asiáticas (alrededor del 6%) para hacerlo a menos del 1% pero con tasa positiva. A su vez, en 2010, por primera vez, se exportaron mayores cantidades de manufacturas de origen industrial que de origen agropecuarias”, enfatizó Rinaldi.

José María Rinaldi en el "Ciclo de charlas sobre Coyuntura Nacional 2011"

Materias pendientes para reforzar y profundizar el modelo

Luego del análisis sobre los aciertos de la nueva economía argentina, el docente profundizó en las falencias y materias pendientes que requieren una pronta solución. Así, Rinaldi explicó que si bien existe una buena distribución primaria, en relación a la dicotomía Estado-mercado, hay una mala distribución secundaria, que es la vinculada a políticas fiscales activas por parte del Estado y tendientes a la equidad.

“Argentina sigue teniendo 24 veces de diferencia en el ingresoentre el 10% más rico y el 10% más pobre, cuando en 1974 la diferencia era de 7 veces. Este es un tema pendiente para el cual es necesario un rol activo de la política fiscal, y eso se logra a través de una reforma tributaria que hoy es indispensable”, afirmó el economista.

Luego, Rinaldi refirió a las falencias del sistema tributario y, en relación con esto, explicó que los dividendos de la sociedad no están sujetos a escalas progresivas de equidad tributaria. Es decir, se recauda una ínfima parte a través de impuestos a la renta y los bienes personales y la mayor parte, a través de retenciones. “El 80% de lo que se paga a personas físicas se recauda por medio de retenciones”, sostuvo.

“Es impúdico y moralmente reprochable que las rentas del capital y financieras no paguen el impuesto a las ganancias. Es inentendible que este impuesto lo paguen los decentes pero no lo jueces».

El rol del Estado también tiene que hacer eje en el sector financiero. Luego de la recuperación de la democracia teníamos, como herencia de la dictadura, la Ley de Radiodifusión, ya reemplazada por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, y aún conservamos la Ley de Entidades Financieras, creada por Martínez de Hoz en 1977. “Esta ley presenta una ausencia majestuosa de los depósitos que reciben los bancos, solo el 13,7% está orientado a préstamos, en su mayoría personales y de tarjetas de crédito, con altísimas tasas de interés. Por ejemplo, Chile tiene el 89% de sus depósitos orientados a préstamos, nosotros estamos manejando valores inferiores a países de África subsahariana”, explicó el economista.

El actual sistema financiero no realiza préstamos y, según Rinaldi, está asentado sobre un gran colchón de dinero que le presta al Estado a través de bonos, que éste utiliza para absorber dinero y así mantener un dólar alto que favorezca a los agroexportadores. “Por esto es de carácter urgente una nueva ley de entidades financieras. Todo esto sin descuidar el proceso inflacionario que es una realidad”, enfatizó.

Otro de los temas que se abordó en la conferencia es la necesaria reestructuración del gasto para profundizar la Asignación Universal por Hijo y lograr que sea realmente universal, así como duplicar la inversión en educación y en salud. En este último caso, es imprescindible garantizar una prestación de salud universal.

Es necesario resolver estos inconvenientes macroeconómicos que son de suma importancia. De ese modo, lograr un proceso de integración vertical de la industria para no depender de insumos importados. En tal sentido, el rol del Estado es muy importante para terminar de definir el modelo de desarrollo. Un modelo que debe estar basado en la industria, pero también en el sector agropecuario. “Está muy bien que podamos exportar soja porque somos uno de los 3 países en el mundo que puede hacerlo, lo que está mal es que destruyamos el medio ambiente al realizar extracciones intensivas sin ningún tipo de control ni regulación”, concluyó el economista.

Las bases de una política económica con un rol activo por parte del Estado ya están planteadas y se vienen desarrollando desde el año 2003.  Pero no puede haber medias tintas ni conformismos con lo logrado hasta el momento, “seguimos acariciando lo áspero”, definió Rinaldi.

Hay que exigir políticas activas por parte del Estado que tiendan a maximizar la distribución secundaria, es decir, lograr una mayor distribución de las riquezas que permita construir una sociedad más justa y equitativa. Sólo así, la Argentina podrá transformarse en un país para todos.