Por Nicolás Siadis | nsiadis@redaccion351.com
Fotografías: Gentileza Telam y el Diario del Juicio
Para continuar con la ronda testimonial, el tribunal llamó a declarar a María Pabla Amaranto de Chabrol, cuyos hijos fueron secuestrados en octubre de 1975, trasladados al Departamento de Informaciones D2 y posteriormente asesinados.
El 18 de octubre de 1975, los hermanos Oscar Domingo y Juán José Chabrol salieron a trabajar y nunca más volvieron. A partir de ahí, sus padres comenzaron una incansable búsqueda sin tener ningún resultado. “Hicimos numerosas gestiones y denuncias ante Conadep, hubo comentarios de que los chicos pasaron por La Perla”, relató Pabla.
Marta Rosetti de Arqueola, secuestrada en el D2 y posteriormente en la Unidad Penitenciaria Nº1, narró haber visto en un calabozo del D2 una inscripción que decía “soy Oscar Domingo Chabrol, me quieren matar”. Esa es la prueba de que los Chabrol estuvieron detenidos en el Departamento de Informaciones.
Los hermanos Chabrol eran estudiantes secundarios y militaban en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)
El momento de los HIJOS
“Mi padre fue un dirigente muy reconocido de Córdoba, no solo en lo gremial sino también en lo político y social”, manifestó. Tomás Di Toffino fue secuestrado a la salida de su trabajo en la Empresa Provincial de Energía Córdoba (EPEC).
Di Toffino desarrolló toda su vida sindical y gremial en el Sindicato de Luz y Fuerza, y llegó a ser Secretario Adjunto del Sindicato durante la conducción de Agustín Tosco.
Silvia narró que la década del ’60 fue un momento crucial de la lucha social y política. En ese marco, Luz y Fuerza tuvo una participación fundamental, sobre todo en la lucha contra la dictadura de Onganía.
Luego de producirse el Cordobazo en el año 1969, Di Toffino fue detenido junto a otros miembros del sindicato, entre los que estaba Agustín Tosco. En ese momento fueron trasladados al penal de Rawson, donde permanecieron detenidos durante 10 meses.
En el año 1974, el Sindicato de Luz y Fuerza fue intervenido por la Policía de Córdoba, bajo las órdenes del brigadier Raúl Lacabane. Se produjeron numerosas detenciones de dirigentes sindicales y, ante tanta persecución, Tomás Di Toffino decidió no vivir más en su casa familiar.
A partir de 1975 se desató una terrible violencia generalizada, avalada por el Estado y perpetrada por la Triple A. Dicha organización tenía como objetivo perseguir, secuestrar y asesinar a dirigentes políticos, sociales y sindicales de izquierda.
En ese contexto, y luego de la muerte de Agustín Tosco en noviembre de 1975, Di Toffino “quedó a la cabeza del sindicato y continuó concurriendo a su lugar de trabajo. Muchos le aconsejaron que se fuera del país, pero mi papá siempre supo que su lugar estaba junto a sus compañeros”, expresó Silvia.
Luego del golpe de estado cívico-militar del 24 de marzo del ’76, la persecución hacia los dirigentes gremiales se intensificó, “no solo desapareció mi padre sino también tíos y amigos. Nuestra vida cambió para siempre”, recordó la testigo.
La familia Di Toffino, luego de años de búsqueda, recibió en 1981 la terrible noticia de que Tomás había sido fusilado en el campo de concentración La Perla.
“La lucha de mi papá, de mi mamá, de Agustín Tosco y de tantos compañeros era nuestra, desde chiquitos. Luz y Fuerza era nuestra casa. La política nos cruzaba transversalmente porque era algo bello, era la participación de un hombre que estaba luchando por cambiar el mundo”, expresó la cofundadora de H.I.J.O.S.
El día que fue trasladado al lugar donde posteriormente sería fusilado, Tomás se despidió de todos y cada uno de los compañeros que estaban con él. Posteriormente, un testigo contaría que en La Perla se sabía que los mandos del Tercer Cuerpo del Ejército iban a presenciar el fusilamiento de Tomás Di Toffino.
Para finalizar, Silvia pidió en nombre de su madre, hermanos y familia, que se haga justicia.
La historia de Roberto Yornet
El 23 de julio de 1976, Roberto concurrió a una reunión de la Coordinadora de Gremios en Lucha en un bar llamado Miracles, en Colón al 1100. A dicha reunión asistió también Eduardo Requena, dirigente gremial de CTERA. En ese momento estaban armando las primeras listas de desaparecidos para saber qué compañeros ya habían sido secuestrados.
Esa tarde entró al bar un grupo de 4 personas armadas y vestidas de civil. Luego de detener a Requena armaron lo que se conoce como una “ratonera”. Al saber que se iba a realizar una reunión, los represores se quedaron a esperar la llegada de más militantes.
“Mi padre entra y es detenido por dos personas. Los introducen en dos vehículos y a partir de ahí, el siguiente registro que tenemos es que estuvo secuestrado en La Perla”, relató Marcelo.
El testigo narró que a partir desde ese momento la familia comenzó numerosas gestiones ante el Ejército y la Iglesia sin encontrar respuestas. En el año 1984, durante el Juicio a las Juntas Militares, una sobreviviente de La Perla llamada Susana Sastre declaró haberlo visto detenido en ese lugar.
“Mi familia nunca negó la figura de mi padre, de lo que fue. Las consecuencias de su desaparición fueron devastadoras. La búsqueda de mis abuelos fue incansable y fallecieron sin que nadie les diera una explicación de qué pasó con su hijo”, recordó el testigo.
Por último, Marcelo pidió a los represores que devuelvan los restos de los desaparecidos. “Es ingenuo pedirle piedad a un torturador, pero sería el único acto patriótico que pudieran hacer en su vida”, sentenció Marcelo.
El último testimonio de la jornada
La tarde del 24 de junio de 1976, Alejandro venía caminando junto a su madre por el Parque Sarmiento. En ese momento fueron interceptados por dos autos y posteriormente reducidos. Al momento de ser detenidos, Alejandro tenía 4 años de edad.
Una vez capturados, Cristina fue trasladada en un auto y Alejandro en otro. “Cuando despierto al otro día estaba en un lugar que posteriormente descubrí que era La Perla”, narró el militante de H.I.J.O.S.
El siguiente recuerdo de Alejandro es que días después lo entregaron a sus abuelos maternos. El testigo recordó que la última vez que vio a su mamá con vida fue esa tarde del 24 de junio, la vio “encerrada en un auto, llorando y gritando”.
“Yo buscaba en la casa de mis abuelos si había un sótano, un lugar donde mi mamá estuviera escondida. Golpeaba el suelo para ver si tenía algún lugar hueco donde ella podría estar. Pero no estaba, no estaba porque me la sacaron”, recordó emocionado Alejandro.
Cristina estuvo secuestrada varios meses en La Perla para luego ser asesinada y desaparecida. Recordando a sus padres, Alejandro expresó que ellos estaban militando por una patria más justa, libre y soberana. Para él, sus padres fueron héroes y se siente orgulloso de ellos.
Luego de este testimonio, el Tribunal decidió entrar en cuarto intermedio hasta el día jueves 6 de marzo a las 9:30 horas.
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