Por María Bergero (*)
Estas son algunas de las preguntas que surgen en el momento de sentarse a escribir sobre la alimentación. Se puede comenzar diciendo que la alimentación es un proceso complejo, multifactorial y, sobre todo, un proceso que todos y todas necesitamos realizar, tanto por cuestiones fisiológicas como sociales y culturales. Este es uno de los motivos por los que resulta tan complejo generar espacios de educación alimentaria en los medios.
Es importante tener en cuenta que la alimentación atraviesa nuestras vidas, gustos e intimidad y que cada persona o comunidad posee sus propios saberes y prácticas alimentarias.
En relación a lo planteado, se puede decir que algunas conductas alimentarias de las personas pueden verse influenciadas por los mensajes que reciben de los medios masivos de comunicación, especialmente aquellas “indicaciones o recomendaciones para llevar una vida saludable”.
No obstante, estos mensajes pueden generar efectos contrarios a los esperados por el emisor que, en general, pretende lograr cambios en las elecciones alimentarias de las personas. Por el contrario, en muchos casos, terminan siendo una mera acumulación de datos y recomendaciones que son contraproducentes para la salud de los sujetos.
Asimismo, este tipo de consejos suelen estar asociados a consecuencias negativas que puede sufrir el cuerpo si no se cumple con tal o cual recomendación, lo que puede generar en las personas una sensación de culpa por el incumplimiento de las pautas establecidas por los profesionales mediáticos. Un ejemplo de esto se puede dar ante la indicación de que “si no se consumen alimentos ricos en hierro, se puede llegar a tener anemia”. Si bien la afirmación es correcta, apunta a generar miedo en la población y no a promover una reflexión sobre sus propias prácticas alimentarias.
Debido al impacto que pueden generar los mensajes alimentarios que constantemente se emiten en los medios de comunicación -ya sea como publicidades de alimentos o por medio de profesionales que facilitan información descontextualizada a diario en diferentes espacios mediáticos- es fundamental el replanteamiento de las formas de abordar la alimentación en los medios. La que se propone desde este espacio consiste en problematizar la situación alimentaria de las personas, sin indicar recetas o listas de alimentos que se deberían consumir o no . De esta manera, se aprovecharían los espacios de participación mediática para lograr un acercamiento a la comunidad y para que los sujetos reflexionen sobre sus propias prácticas desde un lugar de reconocimiento y no de culpa.
(*) Estudiante avanzada de la carrera de Lic. en Nutrición, UNC.
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