Por Pablo Arietti | redaccion351@gmail.com
Los tríos suelen generar una conexión inigualable con el público, más allá de la continuidad de sus integrantes. Hay algo en ese número mágico que no sucede con otras formaciones.
Ejemplos rápidos de contraste: Los dúos permanecen si sus integrantes son los mismos de siempre. Es casi un matrimonio. Si hay una separación, cualquier proyecto posterior sabrá encontrar nuevas denominaciones y seguidores históricos que se bifurcarán, según sus predilecciones. Los cuartetos, en cambio, admiten variaciones, pero el sonido se mantiene desde el estilo de uno o dos líderes. Hemos visto, más de una vez, cuartetos donde alguno afloja, o no está a la altura, o no se destaca. El público seguirá allí, disfrutando una estructura más o menos estable. Finalmente las bandas multitudinarias. Al revés de lo que se pueda suponer, sobran ejemplos de convivencias que el tiempo consolida en verdaderas familias andantes, con seguidores de todas las edades que van a los recitales como quien va a una fiesta de aniversario de bodas a pasarla bomba con los primos que vinieron de lejos.
Los tríos son otra cosa. La relación con sus seguidores no tiene comparación, al punto de que cualquier variante que la formación adopte marcará una época. Si lo sabremos…
En un trío no sobra nadie. Cada integrante es una pata que apoya siempre y le da un estilo inconfundible al sonido. Cada nombre que ingresa para reemplazar al que se fue, mal o bien, alimenta discusiones encantadoras sobre mejores discos o presentaciones inolvidables.
Si bien hay casos emblemáticos, donde la altura de los músicos es tan despareja que el cansancio de quien sobresale pone en riesgo toda la estructura, o ejemplos donde la lucha de egos desintegra cualquier plan, hemos visto entrar y salir nombres de tríos que seguimos admirando, porque el espíritu sigue vivo en nuevas canciones, o porque no hay laureles que valgan y entre amores y odios, siempre se pide más.
Esta digresión pretende celebrar el surgimiento de un nuevo trío de rock en la escena de Córdoba. Se trata de Fabricantes. Por estos días, su formación actual cumple un año. Manu Montoya en guitarra y voz, Gabi Díaz en bajo y Zequi Ciscar en batería, supieron detonar el tiempo. En pocos meses, lograron un primer trabajo de notable, de una riqueza compositiva tramada por momentos de distorsión, de pureza y de lírica desgarrada.
Los ocho temas del disco, disponibles en la web desde hace un par de semanas, fueron grabados durante dos días de enero, bajo formas despojadas de elementos tradicionales en cualquier toma, para lograr un sonido bien cercano al vivo. La noticia de su presentación oficial, este viernes 5 de junio, nos puso a escuchar.
Aquí las canciones
Cada composición incluye pasajes que sorprenden para un primer disco, donde no hay sobregrabaciones. Como en cualquier formación, el cantante no puede fallar. La voz de Manu Montoya es el cuarto instrumento del trío. Sobre la base impecable del bajo y la batería, hay solos de guitarra que llevan la música a otra parte y cortes que nos devuelven al rock más crudo, «al calor de las válvulas», para seguir celebrando un sonido que viene sumando cultores locales y discos admirables.
Hace pocos días, apareció el primer video de Fabricantes.
Devorando el espacio
Este viernes, en un espacio de Güemes que viene sumando noches tremendas para los seguidores de la mejor distorsión, Fabricantes presenta su gran primer trabajo, junto a Capitán Fiebre, otra gran banda, compañera del sello Freak Kat Records.
Será una gran oportunidad para descubrir a tres músicos que harán sobre el escenario lo que tan bien supieron hacer en sólo dos días de grabación.
Otro motivo para celebrar.
Agendá:
Fabricantes presenta su primer disco.
Viernes 5 de junio – 20 horas.
Tresco Macuatro – Fructuoso Rivera 245.
Entrada: $50 – Incluye disco.
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