» Dream Jazz en concierto redaccion 351

Por Pablo Arietti | redaccion351@gmail.com

Se van conociendo, admirando y encontrando. Siempre pasa. Los buenos se reconocen de lejos, van acortando distancias, poniendo excusas para cruzar unas palabras. En otros momentos compartirán algún trago, acaso un cigarrillo; después, otro día, una comida. En el medio, escenarios que ruedan por la ciudad y los vuelven a unir.

Los buenos se reconocen. Se proponen, se aceptan las propuestas, se ponen contentos de haber llegado a la circunstancia, germen de más vida, de mirarse juntos en un futuro que llega antes de lo previsto y les prepara la mesa, o el escenario.

Y vienen a verlos quienes se encontraron con algún corrillo por las redes, algún cartelito digital, alguna música que hace pensar que los buenos… Eso. Se reconocen para que los disfrutemos desde acá cerca.

Este miércoles se presenta un montoncito de los tantos buenos que vienen apareciendo por nuestras calles. De un modo que pretende calidez, el montoncito entra en una mano de quien los recomienda desde esta nota que se va escribiendo sola, como tantas que se escriben solas cuando los artistas son buenos pero buenos en serio.

Este montoncito dio en ponerse como nombre Dream Jazz. Dicen que toman obras que todos conocemos y les meten máquinas y les ponen imágenes. Eso dicen ellos. Nosotros queremos decir más o menos otra cosa.

Habrá una sala del Real, la Azucena Carmona, donde iremos a sentarnos a escuchar música y a ver cómo lo que suena se combina con proyecciones, con un criterio que suele arrimarnos a la definición peliaguda del buen gusto. ¿Qué es el buen gusto? Por este lado no. Es por acá: lo que desde noviembre de 2009 hacen Osvaldo Brizuela (arte sonoro, guitarra eléctrica y sintetizada); Federico Gaumet (arte sonoro y procesamiento en tiempo real); Gabriela Beltramino (voz); Pablo Sosa Caba (arte visual y procesamiento en tiempo real) y este miércoles, además, Nicolás Ahumada como invitado en saxos, es tan diferente a lo que suena siempre en casi todos lados, como emocionante. Porque los que participan encontraron algo que, al sonar, altera y emociona. Y al sumar imágenes al sonido para completar su propuesta, emociona aún más. ¿Hay mucho más para decir? Si sólo queremos emocionarnos…

Dream Jazz es, para usar esta vez el sector Hogar de un almacén tan querible, una experiencia de construcción que sacude los almohadones donde solemos dejarnos estar cuando vamos a escuchar un recital. Una forma desafiante de proponer música, desde una formación que saludamos cuando le adivinamos las ganas de torcer las baldosas por donde caminan muchos, demasiados.