» Caja Negra. A veces el amor se estrella. redaccion 351

Por Alejandra Migliore.

«Saber que no se escribe para el otro, saber que esas cosas que voy a escribir no me harán jamás amar por quien amo, saber que la escritura no compensa nada, no sublima nada, que es precisamente ahí donde no estás. Tal es el comienzo de la escritura.» Roland Barthes. “Fragmentos de un discurso amoroso”.

Un departamento devenido cementerio. Un regadero de cadáveres ensobrados. Las palabras juegan a contener el amor escribiéndolo, pero él insiste en escabullirse. Entonces sabemos que aunque se inscriba en el cuerpo, el amor se excribe y vacía lo mismo que antes llenó. “Éramos felices…” dice un cuerpo que ya no pertenece a su dueño, dicen las extremidades que ya no obedecen más órdenes que las del deseo. “Éramos felices…” clama una muerte que confirma así su vida.

Cecilia Pasquini teje un manifiesto barthesiano del enamorado, en el que resuena la tragedia romántica por antonomasia, en boca de un Romeo que ha perdido a su Julieta y se desangra, porque el amor es lo que no puede dejar de manar y corre, sin retorno. «Caja Negra» es una tragedia contemporánea, atravesada por las ventas telefónicas y un lenguaje cotidiano, pero las tragedias son sin tiempo porque el desamor es siempre el mismo, recreado. En tiempos de internet, los enamorados se envían cartas, como el joven Werther a Carlota… Porque el amor es un lugar común, revisitado al infinito, esta vez en clave de comedia -casi parafraseando a Marx-, como todos los grandes hechos de la historia universal que se repiten: primero como tragedia; después como farsa. En este sentido, la obra invita a reírse de las convenciones modernas de la vida en pareja con sus sueños-mandatos de familia y propiedad. Y reírse quizás sea la forma que mejor duele.

En escena están Mauro Alegret, protagonista de la obra, y Nicolás Gilio ejecutando un bajo eléctrico, único recurso sonoro del que se sirve «Caja Negra». El enamorado por un lado; por el otro su corazón. Como si el instrumento amplificara la sístole-diástole de ese corazón que agoniza. El monólogo se convierte en un diálogo porque justo cuando el enamorado se queda solo, reconoce en su corazón a un interlocutor.

El trabajo físico que el actor realiza, cuyo entrenamiento estuvo a cargo de Florencia Baigorri, confirma su versatilidad y oficio escénico. Mauro juega con el público y, como ya lo hizo en «Griegos», una vez que nos atrapó con la risa, nos devuelve llorando, al modo en que acaban los mejores juegos de niños, a pesar de las precauciones adultas.

Salgo de Documenta y afuera también llueve. Por alguna remota razón, en mi cabeza suena «Carabelas nada» de Páez. «Y esto no deja de ser una canción desde el alma, sol que me calma…»

Agendá:

«Caja Negra. A veces el amor se estrella».

Viernes 8, 22 y 29 de julio – 21.30 horas.

Documenta Escénicas – Lima 364.

Entrada: $100. Estudiantes y jubilados: $80.

En escena: Mauro Alegret.
Música: Nicolás Gilio.
Entrenamiento físico: Florencia Baigorri.
Diseño de vestuario: Julia Cosimi Cannata.
Diseño lumínico: Javier Guevara.
Asistencia de dirección: Shantala Ferreyra.
Dramaturgia: Cecilia Pasquini – Mauro Alegret.
Dirección: Cecilia Pasquini.