Por Luciano Debanne.
Escribí unos versos políticos y después los borré, ¿total para qué?
¿Para qué los versos, las palabras, las cosas, la política, si todo va a ser una foto de portada, un juego de como si, una firma de convenientes convenios y discursos elocuentemente calmos, y emojis de deditos amarillos en ve?
Emojis amarillos en vez de.
Para qué si no es cierto que el wachin ese tiene menos hambre, o menos frío, o menos bala metida en el corazón padre que empuja el carro de mudar la casa, juntar fideos donados, abrigo, cartón, memorias viejas, rotas, desamor.
Para qué si está acurrucada la esperanza, otoñada, lenta, débil, blanda.
Rendida de ver.
Y no es la política, ni los versos. Ni es desdén.
Es lo que se hace y no se hace. Lo invisible y lo que se ve.
Es el carro de juntar fideos, el wachin, el frío, y quizás lo que duelen algunas que otras de las verdades chiquitas que al final borré.
Notas relacionadas
Urgencia
¿Cómo no regar de explicaciones las malezas del pesimismo siendo que crecen tan cerca de las espinosas flores de la realidad?
No acostumbrarse
Ni a la vida esta que hoy tenemos y mañana no está, ni a los abrazos de quienes nos abrazan. Ni al abrigo que nos defiende del frío, ni a la mirada del niño pidiendo la moneda.
