Te Cuento

Juvenal. «El sueño»

24-10-2014 / Lecturas
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Porque siempre alguien nos sorprende escribiendo algo que nos inspira a compartir. Esta viene de Juvenal y habla de los sueños. Porque siempre soñar no cuesta nada.


Juvenal. «El sueño»

Por Juvenal

Ilustración: Diana Nicodemus

El sueño se arma de ilusiones, de ojos abiertos que se cierran para imaginar estados, colores, cielos, bocas…. Y suspiros profundos, casi del alma que nunca recuerdas si fueron por la nariz o  por la boca, y la espalda que descansa con vida propia, se recuesta sobre el primer respaldo que encuentra.

Las manos, como sabiendo que Dios te iluminó para soñar, se ponen de acuerdo y se mezclan formando el tallo de una enredadera. La misma enredadera es en realidad un arbusto que sueña siempre con ser árbol, por eso crece siempre, ramificándose, pero necesita ayuda. Una pared, otro árbol y hasta la misma tierra le sirve de guía. Nosotros, como los arbustos, necesitamos ayuda para crecer y ayudar para que otros crezcan. Y se debe empezar como el arbusto por los sueños. Porque soñar es crecer y crecer no es un invento, ni un mérito de los elegidos, sino un propósito al cual te debes proponer.

Porque viene de una palabra compuesta por otras dos  “cree ser”,  uno cree ser algo cuando crece. Y no crece solo para uno, sino para ayudar a crecer a un amigo, a un padre, a un hermano, a quien cae y necesita reincorporarse…. Y el día que lo logras, te das cuenta que venciste volatilidad del sueño armado por pilares de ilusiones fantasiosas y comenzaste la encomienda de  construir tu propio andamio de posesiones concretas.

Y allí los sueños toman formas de cadenas, con eslabones abiertos que solo buscan cerrarse en otro eslabón, para no perderse, para sujetarte de los sueños que dañan, que confunden, que equivocan los caminos y allí descubres el grado de movimiento que debes adquirir para vivir libre. Y el movimiento es en sí, vida. Porque solo muere lo que queda quieto. Y así descubres la ecuación matemática más importante de la vida que no es sumar para tener, ni restar para alejarte, sino es dividir las penas que se consigue compartiendo y multiplicar las alegrías con solo tender una mano.

Entonces solo debes recorrer un camino: sueña, cree, crece y cree ser.