Películas para abarajar antes de cagar fuego

El Anticristo

26-06-2018 / Lecturas, Películas para abarajar antes de cagar fuego
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Una serie casi abandonada de títulos a contramano de series en cadena resurge de la mano temeraria de un gran danés del cine, proclive a la belleza atroz de los márgenes para gloria y polémica de su nombre.


El Anticristo

Por Juan Fragueiro.

Lars Von Trier, el chico malo, el danés inoportunista, el cinéfilo inventor. El mismo que se mandó con el sentimiento Dogma estableciendo ciertas normas a la hora de filmar cine puro, sin tecnologías ni aderezos. El cine puro de la nouvelle vague volvería de la mano de una decena de nórdicos dispuestos a cumplir con la ley de este nuevo Moisés.

Descubrimos luego que en algunas películas el Dogma sólo había servido como cartelería adicional. Pero su falta de respeto a las propias normas no fue lo importante. De verdad, antes de cagar fuego, debería ser obligatorio y excluyente haber visto dos películas de Lars, al menos de las que llegaron a estrenarse en nuestro paisito: 

«Europa». Guion, dirección, guion de filmación, actuación como judío. Tercera parte de la trilogía Europa).

«Rompiendo las olas». Guion y dirección. Primera parte de la trilogía «Corazón de Oro». Año 1996.

«Idioterne» («The Idiots»). Guion, dirección, cinematografía, actuación: voz de entrevistador. Segunda parte de la trilogía «Corazón de Oro». Año 1998.

«Bailando en la oscuridad». Guion, dirección, cámara, letra de canciones Cvalda In The Musicals. Actuación de Björk. Tercera parte de la trilogía «Corazón de Oro». Año 2000.

«Dogville». Guion, dirección, cámara. Primera parte de la trilogía U.S.A. Año 2003.

«Manderlay». Guion, dirección. Segunda parte de la trilogía U.S.A.. Año 2005.

«El jefe de todo esto» (Direktøren for det hele). Año 2007.

«Anticristo». Primera parte de la trilogía de la depresión. Año 2009.

«Melancolía». Segunda parte de la trilogía de la depresión. Año 2011.

«Nymphomaniac». Tercera parte de la trilogía de la depresión. Año 2013.

De esta lista de imprescindibles, me quedo con una para ver antes del fuego: La primera de la Trilogía de la Depresión: «El Anticristo».

Resulta que por esas costumbres tan argentinas el distribuidor local de las películas de Lars decidió guiarse por la crítica negativa escrita por uno de esos seres que se creen hiperbóreos (los críticos de cine o cineastas frustrados) y no compró los derechos para exhibirla en Argentina. Así las cosas, y después de haberla visto al menos tres veces en una sala completamente a mi disposición, con el atado de Parisiennes sobre la butaca de la primera fila al medio, decidí que era hora de ponerme en contacto con el director y contarle de mi fanatismo y penurias. Todo el diálogo fue “¿Cuánto?” “Dos mil euros”. Pasé a la segunda fase del plan: pedir autorización al INCAA para exhibirla, con un diálogo apenas más largo:

-Sacá código de distribuidor importador, distinto al de exhibidor.
-¿Así nomás y puedo exhibirla?
-No, tenés que enviarnos la copia para que la vea el comité y autorice su exhibición en sala condicionada.
-Pero no somos una sala condicionada.
-Entonces tenés que sacar nuevo código de sala condicionada.
-¿Y estamos hablando de cuánto?
-Tres mil dólares.
-¿Y entonces sí puedo exhibirla?
-No, esa decisión la toma el comité después de haberla visto.
-O sea que quizás mis dos mil euros y mis tres mil dólares pueden significar la nada misma?
-Así es.

No quise darme por vencido. Hablé con un distribuidor de cine europeo y le conté mi idea y necesidad cinéfila. Acaso lograría convencerlo de comprar los derechos de «El Anticristo».

-No, Juan, no se puede.
-¿Por qué? Si el señor B de la distribuidora la descartó…
-Pasa que el señor B compró los derechos de exhibición cuando le contaron tus intenciones así que la película no se puede exhibir en Argentina.
-Pero el señor B no la distribuye.
-Así es. Compró los derechos para que nadie la exhiba.

«Yo entiendo a Hitler aunque hizo cosas equivocadas, por supuesto. Sólo estoy diciendo que entiendo al hombre, no es lo que llamaríamos un buen tipo, pero simpatizo un poco con él. Durante mucho tiempo pensé que yo era judío y estaba contento. Luego comprendí que no lo era. Quería ser judío, pero en realidad me di cuenta de que era un nazi porque mi familia era alemana, lo cual también me agradaba». (La Nación, mayo 19 de 2011″)

Con estas declaraciones el prestigioso Lars cavó su propia fosa en el festival de Cannes. El señor B, un histórico cinéfilo judío porteño, decidió cerrar el paso de sus películas «El Anticristo» y «Melancolía».

Logramos estrenar «Melancolía» en la sala del Cine Teatro Córdoba, el original, pero no tuvimos suerte con «El Anticristo», así que me conformé con una exhibición en solitario…

Tomen su más cómoda posición relajante y enciendan el televisor, para noches de vetos, votos y verdes dólares en ascenso.

Señoras y señores, «El Anticristo». Una obra maestra de la imagen, del delirio, de la fantasía, del sueño alocado cuando la vida merece ser cantada.

No apta para débiles.