Por Luciano Debanne.
Desempolven la épica, poetas.
Escribas, artistas, militantes, activistas, periodistas populares, docentes, streamers, memeros: poetas.
Desempolven la épica y convoquen a las gentes a la hoguera del pueblo.
A la ronda y a la plaza, a la calle y el cónclave, a la conspiración de los cuerpos que sueñan, gritan, bailan, andan, luchan, se abrazan y festejan, y así crean el futuro amasado en su hedor a cosa viva, latente, ignota, nueva.
Desempolven la épica, poetas.
Tracen el rumbo de la tierra a la luna, de la luna a las estrellas, de las estrellas al más allá.
Dibujen el camino en el filo de la noche, para que vayan las hordas, pueblo puro pueblo, plantando las antorchas, que la oscuridad sea sol.
Vean cómo amanece, primero el verbo, con la plegaria que pide y pidiendo crea, las manos al cielo, los pies en la tierra.
Vean cómo vienen en auxilio del sueño, nuestros sueños, las palabras nuevas; que nombrar el mundo como ellos lo hicieron es perder.
Desempolven la épica, poetas.
Que hay una canción al comienzo de todo, y durante la marcha; que es destino nuestro, al final de los tiempos, venir a vencer.
Y vencer es la felicidad chiquita de andar alegres, reír, festejar, comer.
Y es que hay una épica ondeando en las cañas, y es tarea nuestra, es tarea nuestra hacerla nacer.
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Así noviembre
Una previa que estalla más adelante, un cansancio silente, el antes de lo que va a pasar. Sin embargo, y como siempre, la vida en marcha: alguien da batalla, alguien se hace respetar, alguien lucha por su libertad.
Salvaguarda
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