Megacausa La Perla – Día 54

Raúl Antonio Aybar: “En La Perla viví el terror más puro”.

25-06-2013 / Entrevistas, Política y Sociedad
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Luego del receso de una semana, las audiencias se reanudaron con los testimonios de Raúl Antonio Aybar, Batríz Susana Lora y María Beltramino, sobrevivientes de los centros clandestinos de Córdoba.


Raúl Antonio Aybar: “En La Perla viví el terror más puro”.

Por | nsiadis@redaccion351.com

Fotografía: gentileza Manuel Bomheker y Será Justicia

Raúl Antonio Aybar vivía en Tucumán y era militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). El 24 de abril de 1978 se presentó voluntariamente en al Jefatura de Policía. “Me presenté porque supuestamente había una ley que si uno se presentaba voluntariamente la condena se reducía. Era carne podrida y yo me lo creí”, recordó.

De la Jefatura lo llevaron al Comando de la Quinta Brigada en donde fue interrogado sin violencia, luego de unos días detenido en una cárcel fue trasladado a Córdoba.

«En Córdoba me llevan a la Cuarta Brigada. De ahí me sacan vendado y maniatado y me llevan a Malagueño, lo que se conoce como La Perla chica. Ésto lo reconstruí después porque estaba vendado. En la Perla chica estuve dos días y ahí me llevan a La Perla”, comentó.

El testigo narró el calvario que tuvo que atravesar La Perla. En ese lugar comenzaron las torturas con picana y golpes. “En La Perla viví el terror más puro, tenía mucho miedo. Terror de levantarme la venda y que me viera un torturador y me lleven a la tortura de nuevo”, expresó.

Raúl reconoció que en el centro clandestino había varios torturadores y pudo escuchar algunos apodos como “Chubi”, “hb” y “el gringo”, entre otros. También recordó que en la sala de torturas siempre había una persona que controlaba el estado del torturado para que “no pase de largo”. Durante la tortura le preguntaban por su militancia y por nombres de compañeros.

“La tortura no solo era física, lo peor era lo psicológico. Escuchar los pasos, las corridas, la entrada y salida de camiones, escuchar la tortura de los compañeros, eso era terrible”.

Aybar reconoció emocionado que fue la solidaridad de los compañeros secuestrados lo que lo ayudó a no enloquecer. La primera vez que un compañero le dijo “fuerza, que de acá nos vamos”, fue como “una inyección de vida” recordó.

Entre la Perla y Malagueño estuvo secuestrado aproximadamente siete meses. El 3 de junio de 1979 fue trasladado a la Unidad Penitenciaria Nº1 (UP1) luego ser condenado por un Consejo de Guerra.

Finalmente, el 4 de septiembre de 1984 recuperó definitivamente la libertad. “Yo apagué la luz de la UP1 en lo que respecta a los presos políticos. Recuperé la libertad gracias a la presión de todos los organismos de derechos humanos”, concluyó.

Beatríz Susana Lora

El 7 de septiembre del 1977, personal de la Policía de la Provincia de Córdoba se hizo presente en el domicilio de Beatríz. Sin exhibir ninguna orden de allanamiento, revolvieron toda la casa y la llevaron detenida. La testigo era kinesióloga y trabajaba en el Hospital de Bell Ville.

Luego de tres días detenida en Bell Ville, Beatríz pasó a la cárcel de Villa María y finalmente fue trasladad a La Ribera en una camioneta militar. “Ahí estuve 2 meses. En ese período me instalaron en una habitación grande en donde había otras personas detenidas”, recordó.

Durante su cautiverio, la testigo fue trasladada en dos oportunidades a La Perla para ser interrogada sobre distintas personas que ella podía conocer. “En Bell Ville y en La Perla me torturaron durante los interrogatorios. Muchas de las personas que estuvieron conmigo en La Ribera, me las cruce después en la UP1 y también en Devoto”, comentó.

Ante la pregunta de la fiscalía, Beatríz explicó que la única explicación que le dieron durante su cautiverio fue que estaba ahí en virtud de la Ley de Seguridad Nacional. “Yo tenía la militancia de cualquier estudiante que pasó por la época del Cordobazo. Pero en ninguna agrupación política en particular. Además yo trabajaba en el hospital de Bell Ville y en una ocasión el ejército quiso entrar y yo me negué”, narró.

El 23 de noviembre de 1977, fue trasladada a la Unidad Penitenciaria Nº1 (UP1) en donde estuvo detenida durante algunos meses hasta ser trasladada a la cárcel de Devoto. Finalmente, Beatríz recupero la libertad en noviembre de 1981, luego de permanecer privada de su libertad durante cinco años y dos meses sin causa alguna en su contra.

 María de las Esperanzas Beltramino

María era militante de la Juventud Universitaria Peronista y realizaba trabajos barriales. Había viajado en 1972 a Santiago del Estero para estudiar sociología en la Universidad Católica de aquella provincia. En 1974 comenzó la persecución política y ahí decidió viajar a Salta con su marido y continuar la militancia.

En septiembre de 1976, la testigo viajó a Córdoba junto con su hijita para que el resto de la familia la pudiera conocerla. Una tarde, estando en la casa familiar en barrio Alta Córdoba ingresó un grupo de tareas y la secuestraron. “Me hacen subir a un auto y me llevan La Perla”, recordó.

Durante su cautiverio en La Perla, María estuvo alojada en una piecita apartada del resto de los secuestrados. “Un día me llevan a bañarme, en ese momento crucé la cuadra y por debajo de las vendas pude ver a mucha gente tirada en colchonetas”, comentó.

“Una cosa que escuché en La Perla es que andaba una niña caminando por ahí, la llamaban María José. Eso no podía ser, ese lugar era un antro de inmundicia. No podía haber un niño ahí”, expresó.

Después de unos días la sometieron al primer interrogatorio en donde le hicieron preguntas sobre su antigua militancia.

“Es tremenda la tortura física, pero no es la única. Que te lleven a un lugar en donde no sabes si vas a salir vivo, en donde todo lo que aprendiste en la vida te era negado, eso te desarma… te deja en carne viva. Por eso se lleva metido en el alma toda la vida”.

Un día estando en “la cuadra”, un hombre le comunicó que un tribunal había decidido que se iba a ir de ese lugar. En ese momento fue trasladada a La Ribera, en donde es recibida con un interrogatorio en donde logra averiguar que su marido estaba detenido en Salta.

“Luego de una semana me llevaron en un camión del Ejército a la cárcel del Buen Pastor. Ahí me pusieron en un lugar en donde había muchas mujeres. A los días me di cuenta que mi familia sabía en donde estaba porque me hicieron firmar una autorización para poder bautizar a mi hija. Eso me dejó tranquila”, remarcó.

El 11 de noviembre de 1976 María fue trasladada a la Unidad Penitenciaria Nº1 (UP1), allí permaneció detenida hasta abril de 1977. De la UP1 fue llevada a la cárcel Devoto recuperando definitivamente la libertad el 28 de diciembre de 1982.