
Por Sol Aguirre | saguirre@redaccion351.com
Violeta Brodsky | vbrodsky@redaccion351.com
Fotografías: Mauricio Moroni
No hay excusas para la propuesta. Noche de jueves, previa al finde largo. Parc y Tierra Mojada tocan juntos. Un afiche de invitación con un atardecer repleto de tonalidades naranjas. Y ahí, encima de ese colorido, un garabato de líneas negras: desde la altura alguien riega la tierra. Esa tierra, para un caminante, desde abajo, es una nube. La nube despereza la lluvia. La lluvia invita a que el paraguas se pose encima del caminante. El caminante parece caminar en el cielo.
El reloj marca las 10 y 10 pm. Casualidad o no, a esa hora inicia el espectáculo con dos propuestas que demostrarán una búsqueda cercana a lo que esos números representan. En Cocina de Culturas, el grupo Parc es el encargado de empezar a agitar el cóctel de sonido y poesía que los invitados traducirán libremente en paisajes, emociones, recuerdos y su inminente resultado: aplausos.
Irrumpe en el escenario el grupo villamariense liderado por Tomás Ferrero, una joven promesa musical, acompañado por músicos que están a la altura. La banda toca composiciones de su primer material discográfico: «Feliz». Suenan los temas con un innovador repertorio donde la muestra de un estilo propio se hace ineludible. En todos los temas hay un denominador común. Bah, mejor dicho: en todos los temas y en todas las caras de quienes tocan esos temas. Esa identidad responde a una búsqueda. Es la búsqueda de aquello que los hace “inmensamente felices”. Es la búsqueda que justifica la canción que da título al disco, donde declaran: “Justo hoy me sobra una sonrisa”.
Durante la actuación, ellos no disimulan la opulenta felicidad que los invade. Cada uno de los integrantes del grupo muestra dos rasgos distintivos: el instrumento que tocan y la particularidad de la sonrisa que los habita. Tomás Ferrero tiene las manos en la guitarra, la virtud en la voz y, entre palabra y palabra, hermosea el canto con alguna sonrisa. Renata Bonamici aporta la particularidad del sonido que genera con su violoncello. Maneja el recorrido entre graves y agudos con una sutileza peculiar. Ella parece saberlo y, por eso, no es ajena al guiño de contentura. Debajo de un gorro digno del más frío invierno se esconde Fausto Vercellino, que interpreta sin dificultad las guitarras acústicas, eléctricas y el piano. Su sonrisa se extiende de costado a costado, acercándose a las largas trenzas que se desprenden de las orejeras del gorro. Luciano Natali acompaña con guitarras. Él se encarga de custodiar con su voz y con su gesto de júbilo al cántico de Tomás.
Entre un sonido vívido y limpio, la música de Parc resuena en una combinación que remonta a dicha, bienestar, gusto, contentura. En la música de Parc resuena la felicidad. Una felicidad que se hace sentir en el trayecto que dura el recital y que, se deja entrever, también vislumbra un destino.
Las luces verdes acompañan la interpretación de los músicos. «La verdad», «Quererte bien», «Me hace volver», «El Rezo Diario» son algunos de los temas que suenan en el repertorio.
En «El Rezo Diario» hacen una invocación al acto de besar. La elección musical no es fortuita: inician cantando a capella y el violoncello divaga entre lúdicos intervalos para luego marcar el momento en el que los otros instrumentos se suman al misticismo de la melodía. Con ella dan cuerpo a una oración que insiste en esa necesidad tan humana que los lleva a declarar en el coro: “te beso por si no te puedo besar”.
Parc hace el amague para despedirse, pero el público ha quedado atraído por la propuesta. La tentación es tal que la luz verde alcahuetea las bocas y los cachetes que el gentío deja prestados sin decencia. Entonces, cuando caen en la cuenta de la partida de los músicos, los presentes insisten por el arrumaco final: aplauso va, aplauso viene, el grupo remonta al escenario.
Paradójicamente, interpretan el tema «Me hace volver». Allí traen la intolerable presencia de algún amor para el que se busca el tintero del olvido. Confiesan, con una voz tan acongojada como las palabras:
“Cuánto más debo andar/ para ver si me alejé lo suficiente/ y no volver”.
El tipo del afiche sigue caminando bajo la lluvia. Se aleja para no volver vaya a saber uno adónde. Hace un parate para contemplar el cielo hasta que su caminata vuelva a tener banda sonora. Parc se entregó al escenario y regaló los primeros paisajes musicales. Tierra Mojada es la banda encargada de seguir pintando otras tonalidades naranjas. Mientras, los invitados son ahora quienes amasan el convite de música y poesía que quedó tendido sobre las mesas.