Cristina Validakis

Cristina Validakis

2018

La vida es una continua oscilación entre el movimiento y la calma, entre la actividad y la quietud. Tal vez, nada refleja más esto que la vida de un artista, en cualquier rubro, transitando entre los momentos de inspiración creadora o euforia y esos otros tiempos donde el alma se recompone, transmuta, crece hacia adentro, aprende, reaprende, se vacía y se vuelve a llenar, echa raíces sin saber hacia dónde luego, crecerán las ramas y fructificarán. Esos momentos son los previos a una obra: un libro, un poema, una canción, una novela, un cuadro. Y allí, el mundo es el que se detiene mientras el arte fluye, las ideas se derraman y se convierten en acción.

Luego, sólo queda el servicio, la entrega, la liberación, la obra ya no es nuestra, es del mundo, y quienes la poseen ahora, la recrean, la matan o destruyen mil veces, la desarman, la rearman, la reviven de mil formas y la comparten, la hacen circular por ese río en movimiento que es la vida misma. Y es que el Arte es Servicio.

Sin embargo, y de manera paradójica, es una forma de servicio con un origen egocéntrico, de satisfacción de energías y ritmos interiores, pero que al final sólo tiene sentido si se entrega, se dona, se brinda, se deja ir, sin tener idea del “dónde”, del “para qué” ni sus consecuencias.

La literatura, como una de las formas del arte, como un camino de salvación interior, y un hito de resistencia contra el acontecer social y político, se fue convirtiendo en parte de mi vida desde pequeña, pero el año 2018 fue muy particular. Porque el sentido del dar, del dejar ir, se entrecruzó con el inesperado y mágico milagro del recibir.
Recibir de aquellos que aún creen que hay que destinar tiempo y espacio político para el Arte y su evaluación, valoración y resignificación en el medio social del que formamos parte. Y allí tuve una de las grandes sorpresas de la vida en este movimiento incesante ya que mis obras, escritas y publicadas a veces, sin mucho ruido, ni pena ni gloria, fueron galardonadas con una Declaración de Interés Cultural por la gestión de Vanesa Crespo, otorgada por el Concejo Deliberante de Río III. También fue un reconocimiento importante a principio de año, ser nombrada Embajadora del Idioma Español, por el Museo de la Palabra, Madrid.

Estos reconocimientos hablan de la nobleza de aquellos que están atentos al trabajo de los artistas y simplemente desean brindarle un homenaje. Recibir de todos aquellos que se sumaron, difundieron y se entusiasmaron con mis libros. Me sorprendió principalmente, la repercusión de mi último libro, «Mulatos», con innumerables lecturas en diferentes países, descargas de ebook, reimpresiones varias, lectores que me contactaron o fueron a verme para obtener la firma de un ejemplar, comprado quién sabe dónde y comentarios inesperados descubiertos al azar en alguna página literaria. Y fue esta novela la que me llevó a la Feria del Libro en Buenos Aires, en abril. Allí por primera vez, de la mano de la Ronda Federal de Escritores, pude exponer mi libro en el Stand de Tucumán y presentarlo en lugares tan mágicos como emblemáticos como El Café Tortoni, el Hotel Castelar y la Biblioteca Nacional. Y fue este libro también, de la mano de Tinta Libre Ediciones el que me llevó, por primera vez, a firmar ejemplares en la Feria del Libro de Córdoba en setiembre y sumar lectores y seguidores de las obras. Y es un fenómeno increíble el que se da cuando un libro llega al corazón de alguien, y su magia se multiplica de mano en mano, de boca en boca, de red en red: se presta, se regala, se dona, se comparte, se difunde. La magia del dar y del recibir, se entrecruzan, y el escritor ya no sabe si es el que da o el que recibe. Y esos son los momentos de la calma, cuando el mar artístico se mueve más allá de uno mismo y halla nuevos caminos insospechados. 

Pero luego la oscilación me llevó a producir más. En el medio otro poemario, «Ángeles y Sombras», mi décimo libro, recién lanzadito en diciembre del 2018 y aún no presentado. También de la mano de Mulatos, nació Muñeca de Ébano, su saga y mi libro número 11, cuya producción silenciosa ocupó meses completos del 2018 con alternancias: corrección, relectura, búsqueda de información histórica imprescindible, imágenes para la tapa, publicidad. Y lo más difícil en este medio económico con tremendos declives y altibajos: hallar caminos para la publicación. Y como escritora Indie, comprendí que los caminos también para esto son muchos y dependen de cada uno.

Sigo resistiendo al brutal negocio empresarial literario, sigo batallando para que la voz se escuche y se pueda seguir difundiendo más allá de quienes quieren hacer del trabajo de un escritor, un vergonzoso y explotador negocio: editoriales que viven de ellos con un margen para el escritor, irrisorio, menoscabando su talento, sin siquiera detenerse en el contenido de la obra, o en la importancia de difundirlo honestamente.

Sigo resistiendo a los falsos premios que se otorgan a cambio de un pago económico, o el pago de una costosísima cena o lunch, y aunque nadie lo diga en voz alta, los hay en el país y muchos, que se publicitan en las redes como caminos para engrosar currículos y que se difunden con estatuillas de todos los colores y formas, pero en realidad son organizados por compañías y empresas de artistas. Sigo resistiendo a los encuentros de escritores, donde asistir implica pagar inscripciones dolosas e injustificadas. Valoro ampliamente a organizadores de Encuentros de Escritores de años, que los hay y muchos por suerte, y que les han dado un lugar genuino de verdadero encuentro y camaradería, y siguen siendo para ellos lugares de aprendizaje invaluable.

Sigo creyendo en el derecho del artista a ganar lo justo por su obra, y a no ser explotado por quienes se aprovechen de ello. Sigo apostando por la Autopublicación como camino de hacerse un lugar en un medio que dista mucho del Amor al arte y se ha convertido en un negocio, a veces dudoso, en el mejor de los casos.

Y sigo apostando principalmente, por los lectores que eligen lo que leen y esperan también un precio justo y no recargado por increíbles y numerosos intermediarios. A esos lectores, los que me eligieron en el 2018, me debo en este próximo año y es un desafío brindarles calidad, preparándome mejor, aprendiendo aún más y tratando de hallar precios accesibles de costo de impresión, que existe y es necesario y muy alto en el mundo, pero no debe ser el impedimento para que leamos. Porque escuchar a mis lectores, lo que esperan, lo que se puede mejorar, es una prioridad.

Por ello también seguiré apostando a los blogs, los rincones de lectura virtuales y los ebooks donde nadie deba pagar para leer o conocer a un escritor. Leer no puede ser un lujo que sólo pueden darse algunos elegidos. Comprarse un libro no puede ser imposible, debe ser accesible e incluso debe haber maneras, con el auge de las redes, de leer a nuestros escritores favoritos de manera gratuita. ¡Y desde este punto de vista mucho menos debe ser imposible, publicar un libro!

Por ello, mi mayor apuesta para el 2019, mi mayor servicio, será a cada lector. El que pueda o no, costear un libro. Cada uno es importante, cada uno debe y merece ser escuchado, respondido y conocido. Y por ellos, uno, varios, pocos, muchos, lo que la vida diga, seguiré escribiendo en este nuevo año, mejorando mi estilo, las ideas, las propuestas y publicando en todos los espacios que me sea posible. Porque sólo escuchando al lector se hace camino. No hay otra manera, ni otro sentido. Porque el Arte no sólo salva a quien lo produce, también salva a los que lo disfrutan. Dar y Recibir. Servicio.

Desde ese lugar estoy inmensamente agradecida porque este 2018 fue muy generoso y debo mencionar a los fundadores de CONLEAN, que me nombraron Directora Ejecutiva de la Institución y como único requisito, analizaron mis obras publicadas para otorgarlo, y aquellas principalmente que resaltaban valores, de la misma manera que han hecho con otros escritores. También al Directorio de la Academia de Literatura Moderna, por premiar mi trayectoria, nombrándome Académica Asociada.

Esa labor de estas instituciones enriquece, suma en el país y fomenta mejores personas, mejores artistas con espíritu de superación y favorece la difusión de sus trabajos y el crecimiento de una ciudadanía que priorice lo humano sobre lo económico.

Desde ese mismo lugar, no habrá palabras para bendecir el trabajo de la Biblioteca Justo José de Urquiza de Río Tercero y el de su Comisión Directiva, que trabaja durante dos años, en la elección de sus Premios Bienales y que este año me otorgó el Primer Premio en Literatura en mi ciudad, también por el análisis de mis obras publicadas y difundidas en los diversos espacios en papel o virtuales. Un honor recibirlo, porque el trabajo realizado por la Comisión es comprometido, responsable y desinteresado, con el solo objeto de brindar un servicio social y cultural, reconociendo la labor de sus artistas.

También debo decir que muchos grupos literarios se mueven en este medio de manera enriquecedora, para llevar el arte a todos y para todos, presentar nuevas obras y escritores y lo hacen de manera respetuosa y sin fines de lucro. Desde hace varios años, formo parte del Café Literario Luis José de Tejeda, de Córdoba, conducido por Cristina Bellizonci y del grupo Letras Itinerantes, quienes difunden a nuevos artistas y generan espacios de producción y aprendizaje con el único objetivo de la colaboración y la solidaridad entre pares. Este año también aporté mis obras para tres Antologías: la del Café Literario mencionado, la de la Editorial Ediciones del Parque de Tucumán, que me invita a la Feria del Libro de Buenos Aires y Ediciones Novelarte de Córdoba, que me otorgó el Cuarto Premio en Poesía.

Y el cierre del 2018 trajo también nuevos desafíos: escribir un artículo cultural para la Revista Milenia, para la Mujer de la región, cuyo Editor Eduardo González, me invitó a sumarme al Staff; y conducir un micro Cultural en el Canal de la Cooperativa, en el marco del Programa “Ustedes y Nosotros” de Mabel Depetris. Desafíos que espero poder seguir desarrollando en este nuevo año como un servicio a mi comunidad difundiendo libros, nuevos artistas y eventos culturales. Hacerlo es un mimo, una caricia del alma, pero también una devolución a la vida, por tanto recibido.

En este 2019, sigo y seguiré apostando por los canales de autopublicación, por las redes sociales, por las plataformas de lectura, por los grupos para compartir nuestros anhelos como lectores y escritores y donde este encuentro sea una realidad palpable y concreta. Seguiré apostando por los Premios desinteresados, otorgados a las trayectorias y al reconocimiento de la labor que realiza el artista. A las exposiciones y ferias donde se sigue dando oportunidad a quién empieza, a quién muestra arte y le hacen un lugar a la Palabra y a los sueños.

Y seguiré apostando y respetando mis propios ritmos interiores, con sus idas y venidas, con sus movimientos y altos, con sus inquietudes inspiradoras y sus declives, silenciosas y quietas. Tal vez, sigan fluyendo libros e ideas y estos a su vez me deparen caminos insospechados, como ocurrió hasta ahora. Tal vez mis obras sigan viajando a través de mis lectores.

Tal vez…

Yo sólo hago un servicio, que también me llena el alma, lo demás lo dejo en manos del maremoto de la vida.

Cristina Validakis – Escritora.