Como cada martes, una historia de amor político de la Fundación Alegría Ahora. Esta vez, sobre la felicidad de la lectura como posibilidad de torcer un destino.
9. Resistir desde la tozuda esperanza
Mónica Lungo, viernes 8 de diciembre de 2017.
La esperanza como postura política.
Y si es política es social y eso significa que compartimos ideas y acciones con otras personas en la vida.
Al compartir, lo que le suceda a la/el de al lado, me toca, me influye, me lastima…
Y me mejora, me hace crecer, me da alegrías, sentido de comunidad.Esta foto es del día sagrado y mágico que Ismael se largó a leer.
Ese aprendizaje le llevó años, cuatro largos años para calmar su corazón y que nos tuviera confianza y aprendiera herramientas internas para poder aprender a escribir y leer su idioma.
A los seis meses leía. Y no fueron meses en un aula cómoda y caliente.
Fue, la mitad en un centro vecinal que Paulo González nos abrió mientras solucionábamos el eterno tema -hasta ahora- del espacio físico.
Y la otra mitad en la vereda, abajo del sol, porque pasamos mucho frio en invierno.
Este día, donde leyó por primera vez, estaba helado, por eso estábamos bajo el sol.
Y ahí se largó. Y no podía dejar de leer de tanta alegría que tenía.
Por supuesto no hubo forma de terminar en el horario de cierre de la escuela.
Nos quedamos una hora y media más. Porque los dos estábamos felices.Todos nos alegramos cuando aprendemos.
Eso quería compartir, en días tan preocupantes.
Porque la preocupación es general.
Es importante seguir haciendo las cosas con fe y alegría.
Con esperanza de que todo va a mejorar. De que la conciencia va a crecer.Nosotras y nosotros creemos en los imposibles.
Era imposible que este niño pudiera estudiar en una escuela.
Y lo logramos torcer, a ese destino no elegido por él.
Y es un brillante estudiante. Con un corazón que es invaluable.Compartan, para que el abrazo que necesitamos sea cada vez más inmenso,
más protector, más comprometido.
Nuestra esperanza es muy chispeante:
en la mierda, brillamos.