Por Mario Díaz.
Hace unos cuantos años, unos chicos encontraron en el fondo de una barranca de Güemes -acá en Córdoba- el cuerpo de Ramonita Moreno, vecina de ese barrio, a la que había matado por celos un muchacho joven como ella.
A los días del hecho, una mujer piadosa le llevó unas flores y prendió unas velas. Con el tiempo, mucha gente empezó a hacer lo mismo: se había corrido la voz de que la Ramonita hacía milagros.
Con el tiempo, la barranca se convirtió en un santuario. La Ramonita curaba los dolores de los chicos y les hacía andar bien en la escuela.
Azor Grimaut le escribió estos versos…
Ramonita Moreno
Amortajada con greda,
muerta para el mundo ya,
hallaron a la Ramonita
más allá del “Abrojal”
Quién apagó su existencia,
por locura, o por maldad,
no podrá olvidarla nunca
pues ella de vuelta esta.
Hecha flor roja, su sangre,
a la barranca volvió,
y con velas y oraciones
el pueblo la consagró.
Un barrio mató el altar,
de Ramonita Moreno,
mas la devoción quedó
madurada en el recuerdo.
En el viejo cementerio,
de “San Vicente” reposan,
los restos de la muchacha
con fama de milagrosa.
Los que en sus poderes creen,
le llevan cualquier ofrenda,
flores rojas, oraciones,
o simplemente una vela.
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