Menos Mitos

Litto Nebbia, la balsa y el auto

26-05-2016 / Lecturas, Menos Mitos
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Historia de un gran músico popular en una fiesta privada como receta mágica para hacer ejercicio y bajar de peso.


Litto Nebbia, la balsa y el auto

Por Juan Fragueiro.

Principiaban los ’80. El Festival de La Falda agonizaba… Joven pendejo el Juancito que suscribe hacía de todero al lado de Mario Moon.

Cumpleaños de un Montalvo, dueño de la estancia Q2 (o Quichariscas). No va que vienen y nos lo contratan al Litto Nebbia.

Llega a Córdoba y yo tenía que llevarlo desde el aeropuerto al hotel, y del hotel a Mendiolaza.

-Cuchame negrito -me dice-, ¿no será una fiestita para treinta pelotudos, no?

-Quedate tranquilo Tata -le digo-, va haber mucha más gente.

-Mirá que yo no canto en el bidet de ningún pajero millonario…

Y así vino puteando, por las dudas.

A la nochecita llegamos a la Q2. Instalamos el teclado en un salón enorme, pero no había más de… veintipico de invitados.

-Negrito, vení la puta que te parió, traeme un güisqui.

Cuando le dejo el vasito de plástico con un hielo, me mira y me dice:

-Estos son unos garcas, decile a Mario que me voy.

-¡No! -lo atajo- ¿Cómo que te vas?

Cantó un tema, le pidieron «La balsa», desenchufó el teclado y se fue…

Se fue en el auto, en el único auto. ¡Solo! Nos dejó a pata…

Tuvimos que caminar desde Mendiolaza hasta el hotel Viña de Italia para rogarle que nos devolviera el auto, sino, ¿cómo lo llevábamos al aeropuerto?

Por unos años más fuimos amigos epistolares. Gracias a la vida.