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Por Pablo Arietti | redaccion351@gmail.com

Figúrese que cualquiera de los cuatro músicos que este viernes se presentará en Deán Funes 672 merecería una nota destacada que empiece y termine repartiendo elogios sobre su planteo de la canción popular.

Calcule que un recital de uno solo de los cuatro alcanzaría para que los espectadores consideren la posibilidad de unir la Sala Agustín Tosco con un mesón de por ahí cerca, sobre el cual lloverían comentarios de admiración respecto del concierto, entre relámpagos de tinto y rágafas de empanadas criollas cortadas a cuchillo recién afilado por un flautista que, oh, pasó de noche.

Suponga que tenemos tanta pero tanta suerte, insisto, tanta, que los cuatro se ponen de acuerdo y se presentan juntos en un recital, en un auditorio tan pero tan lindo, en una noche de viernes tan viernes, que no ir sería por lo menos insensato. Una pena. Tan.

Vamos por artista.

Ramiro González viene de La Rioja con un rosario de cosas bien hechas. Tiene dos discos propios, «Mojando la vida» y «El ojo de la tormenta 1 (dele retumbar)»; tiene reconocimientos por su participación en distintas formaciones, entre las cuales destaca «Padrecito de los pobres» junto al gran Pica Juárez, en homenaje al Chacho Peñaloza. La obra dignifica un vecindario de la música popular donde conviven para siempre tantas glorias ofrendadas a personajes claves de nuestra historia, como el Canto Monumento de Di Fulvio y por qué no el Romance de la muerte de Juan Lavalle, ejemplo que nos deja un par de segundos para saludar a su guitarra inmensa, que dicen que se fue hace unos días. Ramiro González tiene camino recorrido y espejito retrovisor orgulloso.

Escuchá «Poquito», junto a Juan Quintero y Luna Monti:

Lucas Heredia es, a esta altura, un amigo de la casa. Tiene dos discos y medio. Uno, el primero, se llama «Adentro hay un jardín». Es una gran obra. De lo mejor que ha aparecido en estos últimos años. Otro, el medio, es un ep con dos canciones que supimos bajar alegremente de su sitio. Otro, el segundo, se llama «Luz de cerca» y es otra cosa de locos. ¿Por qué? Porque tiene canciones buenísimas. De repente viene a la memoria una entrevista a Canal A, en que Luisito Alberto dijo sobre la forma de crear: «Es importante que la canción esté buenísima.» Y dijo que hay que esforzarse para lograrlo. Claro, decirlo es fácil. Bueno, Lucas Heredia logró canciones buenísimas y encima hace, literalmente, lo que quiere con su voz. Va, viene, sube, baja, se tira por el tobogán, se hamaca, se calesitea, toma carrera y da la vuelta al mundo. Un parque de diversiones.

Mirá el video de «Zamba del laurel»:

Diego Marioni viene de Catamarca. Es un compositor exquisito y multi instrumentista. «Oración», primer trabajo, es una mesa de dulces del mejor casorio con la música que se pueda imaginar. Hay composiciones que pintan partes de Córdoba como tal vez sólo puedan hacerlo quienes adoptan una ciudad y, de golpe y talento, la miran para que quienes la vivimos desde hace mucho tiempo, volvamos a descubrirla. En poco tiempo podremos disfrutar de «Cosiquiando», su nuevo disco.

Mirá el video de «Mundo de otros»:

Y Mario Díaz. Mario Díaz no necesita presentación ni recomendaciones. Mario Díaz es una parte de lo mejor del repertorio argentino. Entre otras, una parte de Hamlet Lima Quintana. Una de las partes que nos inflan el pecho de orgullo. Miren los artistas que supimos conseguir. Miren la hondura del arte de estos tipos. Domingo Zerpa, Néstor Soria, Alejandro Maldino, entre otros. Mírenlo a Mario Díaz, amigo de toda esta gente, cuya poesía encuentra una guitarra que entiende siempre todo y bien, para mejorarlo. Tiene discos tremendos como «Urdimbre», «Ruwuana», «Huinca Renancó» (su pago natal) y «Nebbiero». Y además divulga, enseña, promueve y sostiene. Para vivir como vivió y vive, mejor que Mario Díaz muera de (muy) viejo.

Mirá la presentación de Mario en el último Cosquín:

Y nosotros, finalmente, que los iremos a disfrutar este viernes, para salir con ganas de ir a comentarlos, entre arrebatos de tinto y empanadas, en algún mesón de por ahí cerca.