DERECHOS HUMANOS

Marcha de la Gorra 2012: ¿Y si para reclamar por nuestros derechos marchamos con alegría?

23-11-2012 / Política y Sociedad
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Encabezadas por el Colectivo de Jóvenes por nuestros derechos, más de seis mil personas se movilizaron contra el Código de Faltas.


Marcha de la Gorra 2012: ¿Y si para reclamar por nuestros derechos marchamos con alegría?

Por Gabriela Socias | politicaysociedad@redaccion351.com

Fotos: Felicitas García Gatica

“¿Y si me pongo a gritar y no te bailo el olvido? ¿Y si mi presencia inquieta todos tus planes? ¿Y si no me matas y quedo en eterna agonía? ¿Y si te devuelvo con abrazos todas tus piñas? ¿Y si me recibo de irreversible? ¿Y cuándo el premio ya no será más el castigo?”

Camilo Blajaquis. “La venganza del cordero atado”

Hacía exactamente 364 días que estaban esperando el momento. Juntaron sus convicciones, sus injusticias, su tolerancia, sus ganas de vivir, su alegría, sí, fundamentalmente su alegría, y para allá partieron. Sabían lo que les esperaba, pero no se esperaban lo que finalmente encontraron. Un año más, gracias a la organización del Colectivo de Jóvenes por Nuestros Derechos, la Marcha de la Gorra hizo vibrar el centro de Córdoba y ofreció un verdadero espectáculo de expresión, reclamo y liberación.

De un tiempo a esta parte, la gorra se ha convertido en el símbolo identitario de la cultura de aquellos jóvenes humildes, de barrios carenciados de la ciudad que son el blanco diario del perverso Código de Faltas Provincial que la institución policial aplica de manera arbitraria.

El martes 20 de noviembre, pasadas las diecisiete horas, comenzaron a aglomerarse en Colón y Cañada miles de jóvenes de diferentes organizaciones sociales, políticas, de derechos humanos, centros de estudiantes de colegios, facultades, jóvenes de programas de rehabilitación, de comedores comunitarios, de centros culturales, de grupos de salud, de medios de comunicación. Otros tantos, decidían sumarse a la manifestación por el sólo hecho de ser jóvenes y de no querer permanecer indiferente a la realidad que a su generación le toca vivir a raíz de las sistemáticas detenciones del vigente Código de Faltas.

De a poco, el escenario de la avenida céntrica fue cobrando sentido con una cantidad de banderas, remeras pintadas, disfraces, coreografías, intervenciones artísticas, instrumentos musicales, murgas, graffitis y mates. Escuchar a los jóvenes de los barrios era lo mejor que se podía hacer. Conocer sus experiencias y ponerse por un instante en su lugar para entender qué se siente ser sistemáticamente detenido por querer mantener su cultura a flor de piel.

“Yo he venido al centro con unas zapatillas, así como las que usamos nosotros, con una visera y una remerita así nomás. Hago dos cuadras y el primer policía que veo me dice: “Vení negro” y me frena. Me pide los datos y si no tengo documento me detiene y me lleva quién sabe por cuanto tiempo. En otras ocasiones he venido al centro vestido de cheto, sin ninguna visera, peinado para el costadito con camisita y pasaba por el lado del policía y el policía ni me miraba”, sostuvo Nahuel de barrio Malvinas Argentinas. Además, agregó que cargar un niño en brazos o llevar una carpeta en la mano también le ha servido para evitar ser detenido. “Nos meten a todos en una misma bolsa, porque creen que si usamos visera o gorra somos todos unos delincuentes”.

A medida que Colón y Cañada se iba colmando de gente, Lucas (de Malvinas también) comentaba que mientras él camina percibe que la gente le tiene miedo. “Una señora cuando te ve pasar se ataja; siento que nos ven como un peligro, que somos una pistola con dos patas. Realmente tengo la sensación de que soy extraterrestre cuando camino por la calle por cómo me mira la gente. Pero somos todos humanos, somos todos iguales con los mismos derechos. ¿Por qué va ser mejor el que tiene pelo como cheto que yo que uso una visera y soy negro?” se cuestionó Lucas.

Mientras tanto, su amigo Paulo, con una gran sonrisa de satisfacción decía:

“Esto de poder marchar juntos es algo muy importante para nosotros. Sentimos orgullo de nuestra cultura, nos sentimos apoyados, somos muchos los que pensamos y pasamos por lo mismo»

Durante el año 2011 la cantidad de detenidos por el Código de Faltas superó las 73 mil personas. “La policía ya nos tiene marcados y nos detiene reiteradas veces. Nos detiene por la ropa que vestimos, por la junta que tenemos o en mi caso hasta por el apellido. Somos siete hermanos y todos fuimos detenidos por el Código de Faltas”, agregó Paulo.

La indignación expresada en la marcha y el enorme repudio en contra del Código de Faltas radica en que no sólo aumenta el número de detenciones, sino también la gravedad. “Harían falta más marchas como éstas, porque si bien se la viene haciendo desde hace seis años, los casos aumentan y son iguales o peores”, explicó Lucas, quien en su público testimonio contó haber sido asfixiado con una bolsa durante una detención en Córdoba Capital, para luego ser liberado en Jesús María.

Por su parte, la evidencia firme del reclamo de justicia pudo verse personificada en familiares de jóvenes asesinados o desaparecidos. Un caso paradigmático es el de Facundo Rivera Alegre. Viviana, su madre, marchó a paso firme pidiendo es esclarecimiento de la desaparición de su hijo, a quien no ve desde el pasado 19 de febrero cuando fue detenido por la policía a la salida de un baile de cuarteto.

El tiempo consumía la tarde del martes y los congregados enfilaron hacia la Plaza San Martín, al ritmo y color de la batucada de las murgas. Este era el lugar elegido para concluir el encuentro con la lectura del Documento Político redactado por muchos jóvenes con derechos vulnerados.

Y como si de un carnaval se tratara, una larga fila de jóvenes esperó a la multitud en la Plaza con bombuchas cargadas con agua para refrescar el paso. De esta manera, intentaron demostrar que no existe Código que les haga desaparecer su alegría callejera.

La lectura del Documento Político de la Marcha estuvo a cargo, como todos los años, de José María “el Bichi” Luque, miembro del Colectivo de Jóvenes por Nuestros Derechos. El Bichi, quien milita la causa desde hace diez años, expresa que no reconoce gran diferencia entre la primera marcha y esta última. “Lo único que cambió es la cantidad de gente. No cambiaron ni las ganas, ni la alegría, ni la piel de pollo que se me pone cuando la recuerdo. La primera Marcha de la Gorra fue para mí como poder gritar bien fuerte tanto dolor que tenía adentro yo, como tantos otros jóvenes”.

El Bichi insiste con que no se está profundizando la discusión sobre qué nos está pasando como sociedad. Por el contrario, se ponen parches que a un Estado que no quiere garantizar los derechos de una clase, le convienen. “Si las instituciones que bajan las leyes públicas nos dieran lugar, nos dejaran hablar y escucharan nuestras posiciones, que son acompañadas por muchos técnicos y gente especializada, habría un consenso, una ley y por consiguiente otra forma de ver y actuar”.

Una vez finalizada la lectura del documento, luego de incansables aplausos, lo único que restaba era el show de tres bandas cordobesas: Negro Chetto, Rimando Entreversos y Signos, que desplegaron su espectáculo desde el escenario montado al costado del Cabildo.

Mientras la sexta Marcha de la Gorra terminaba, las esperanzas, energías, ganas de vivir y de protagonizar este presente, se renovaban en cada uno de los jóvenes que había experimentado la sensación de no resignarse a la realidad que les toca vivir.

¿Y si para reclamar por nuestros derechos marchamos con alegría? Fue totalmente evidente: no hubo Código que les hiciera desaparecer su alegría callejera.