Megacausa La Perla – Día 21

Juicio Menéndez III: una nueva vida en medio de tanta muerte

21-03-2013 / Política y Sociedad
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Nidia Teresita Piaza transcurrió su embarazo secuestrada en La Perla. Su hija nació en La Maternidad Provincial y fue entregada a sus abuelos maternos. También declaró Estela Berastegui, cuyo hermano y cuñada continúan desaparecidos.


Juicio Menéndez III: una nueva vida en medio de tanta muerte

Por | nsiadis@redaccion351.com

Fotografía: Gentileza Manuel Bomheker

La primer testigo en comparecer ante el tribunal fue Estela Noemí Berastegui, ella había viajado a Córdoba junto con su esposo para visitar a sus padres. El 22 de julio de 1976, un grupo de tareas irrumpió en el domicilio de sus padres buscando a su hermano Juan Carlos y a su cuñada Susana Bértola. “Estuvieron horas en la casa esperando a que llegaran de trabajar. Cuando entraron los ataron y tiraron al piso”, recordó.

Luego de reducirlos a todos, Estela es trasladada junto a su marido, hermana y cuñada a La Perla. Fueron alojados en una habitación al cuidado de un personal de Gendarmería y permanecieron secuestrados menos de una semana.

“A mi marido y a mí nos encerraron en una habitación cercana a una cámara séptica. Desde allí sentí los tormentos de mis familiares en un cuarto contiguo. Sentí los aullidos de mi hermano por las torturas”.

En ese cuarto contiguo estaban alojados Juan Carlos Berastegui y Susana Bértola. Ambos militaban en una agrupación llamada Liga Comunista Espartaco.

La testigo narró que sentía golpes continuos que provenían de esa habitación y también expresiones propias de una persona violada. “A mí me llamo la atención que Susana no gritara, solo expresaba esos sonidos. Sonidos de violación”, expresó Estela.

A los días de estar secuestrada, una persona ingresa en la habitación en la que se encontraban Estela y su marido para comunicarles que los iban a liberar. “Esa noche nos sacan a los dos a una galería, nos meten en un auto y salimos del predio. Luego de un largo trayecto nos dejaron en una calle muy oscura cerca de la cañada”, comentó.

Cuando los liberaron, sus captores les dieron dinero para regresar en taxi a la casa de sus padres. Después de ese día, la testigo no supo nunca más nada de su hermano y su cuñada.

Finalmente, Estela se refirió a los imputados: “Estamos todos más viejos y cuando nos volvemos viejos tendemos a decir verdades. Espero que estos señores digan sus verdades y que revelen a dónde están los cuerpos de los desaparecidos”.

Una historia de vida y de muerte

Nidia Teresita Piaza era militante de la Juventud Peronista y estaba casada con César Córdoba, compañero de militancia. “En mi juventud milité en el Peronismo, soy militante de la juventud que luchó para traerlo de nuevo a Perón”, comentó.

Luego del golpe que derrocó al gobierno de Obregón Cano, el matrimonio comenzó a sufrir persecuciones por parte de grupos civiles que luego formarían el Comando Libertadores de América.

En marzo de 1977, César llega a su domicilio con una herida de bala en la espalda. Había logrado escapar de un intento de secuestro y le pidió expresamente a Nidia que no lo llevara a ningún hospital. A las pocas horas, Córdoba muere en su casa producto de la herida.

Un mes más tarde, Nidia se dirigió a la Maternidad Provincial para realizarse un control ya que estaba embarazada de 3 meses. En ese momento es secuestrada ingresando a la Maternidad y trasladada a La Perla.

“Me introducen en un auto y,  tras un largo recorrido, me empiezan a golpear el vientre diciéndome que me van a matar el hijo que llevo dentro. Me decían que ni Dios, ni el Papa me iban a salvar. Que estaba desaparecida, no existía más”.

En La Perla, fue interrogada sobre su marido y un hombre  le mostró los planos de la casa en donde estaba enterrado César. Su captor le exige a Nidia que le indique en qué lugar de la casa estaba enterrado.

A los pocos días fue trasladada a la casa donde estaba enterrado su marido. “Me dicen que me iban a fusilar y vi militares con palas y cavando. En el lugar había mucha gente, militares y civiles, y una mujer con un micrófono. Ahí me tomaron una fotografía y me dijeron que me había portado bien”, recordó.

Posteriormente salió publicada una nota en el diario La Voz del Interior en donde se afirmaba que los desaparecidos estaban enterrados en las casa de sus propios compañeros. La nota fue acompañada por la foto tomada a Nidia.

Luego de ese episodio, la testigo es llevada al Campo de Concentración La Rivera donde permanece secuestrada, atada y vendada. A los pocos días la retiran del calabozo y la trasladan al Hospital Militar.

“Un día escucho que alguien dice: “ésta es la Piaza de Córdoba, la que enterró a su marido”. Cuando abro los ojos al pie de la cama estaba parado Luciano Benjamín Menéndez quién me dice que me porte bien o me llevaban de nuevo a La Perla”.

Del Hospital militar, Nidia es trasladada sin vendajes a la Unidad Penitenciaria Nº1. Al llegar a la cárcel un médico le hace la revisación y la registra como “normal”, pasando por alto los hematomas que tenía en el vientre y las marcas de las torturas.

En la cárcel es alojada en una celda individual con un régimen de máxima seguridad. “No nos dejaban ir al baño sino que nos ponían tachos para hacer nuestras necesidades. La luz estaba prendida todo el día y eran constantes las requisas del personal militar”, recordó.

El día 4 de octubre de 1977 Nidia comenzó con los trabajos de parto. La gente del Servicio Penitenciario la trasladó a la Maternidad Provincial en medio de un fuerte operativo militar.

“Yo parí a mi hija esposada. Pretendían quedarse a ver cómo paría pero el médico los sacó de la sala. Yo no entendí como mi hija nació viva y normal”.

La testigo estuvo 14 horas internada en la Maternidad esposada en una cama. Luego la trasladan nuevamente a la cárcel junto a su hija que posteriormente se la entregan a sus padres.

Finalmente, Nidia enfrentó un Consejo de Guerra que le impuso una condena de 20 años de prisión por asociación ilícita, portación de armas, encubrimiento y abandono de persona. Ahí es trasladada a la Cárcel de Devoto.

En el año 1984 Nidia es trasladada a la Cárcel de Buen Pastor y alojada junto a las pocas detenidas que quedaban en ese lugar. El 24 de marzo de 1984, la testigo es sobreseída de 2 de los 4 cargos que tenía en su contra y recupera la libertad pero vigilada.

Nidia se radicó en Santa Rosa de Calamuchita en la casa de sus hijas. A los pocos días la Voz del Interior publicó una nota en donde la calificaba de ser “la subversiva que dejó morir a su esposo”. “Fue muy difícil para mí y para mis hijas porque todo el mundo nos señalaba”, recordó.

En el año 1987 se produce la absolución por los cargos que quedaban pendientes y Nidia consigue su libertad definitiva.