Por Diana Nicodemus | dnicodemus@redaccion351.com

Los colectivos Cien Fuegos, Córdoba se mueve, Convergencia y Socialismo Libertario invitaron a compartir un debate acerca de las consecuencias del establecimiento de empresas químicas en zonas cercanas a las poblaciones.

Federico, integrante de Córdoba se mueve, fue quien abrió la charla. Explicó que empresas como Monsanto en Malvinas Argentinas y Sigenta en Villa María se dedican a la producción de químicos relacionados al mercado agricultor mundial.

“Monsanto es una empresa que nace en Estados Unidos. Estuvo siempre relacionada con la industria alimenticia, aunque también trabajó en la producción del agente naranja, tan usado en la guerra de Vietnam y que mató a más de 400.000 personas…”, comentó Federico.

Además, sumó más información: “… la gran vedette de esta empresa es la semilla transgénica, que vino acompañada de su herbicida, completando así el paquete tecnológico y la dependencia de los productores hacia estos artículos…”.

El paquete tecnológico acrecienta la pérdida de soberanía alimentaria de los pueblos, ya que éstos empiezan a depender totalmente de la semilla y de los herbicidas. En este caso, la semilla de soja utilizada es un híbrido patentado por Monsanto, lo que genera que sólo esta empresa la pueda comercializar.

Replantearse la instalación de Monsanto implica reflexionar sobre el modelo de producción agro-industrial del momento. Hoy, la soja no solo se emplea como alimento en los países de Latinoamérica, Asia y África, sino que es materia prima para el biocombustible. Por ende, se ponen en juego cuestiones económicas y se dejan de lado problemáticas sociales como la salud y la calidad de vida.