Alegría Ahora

56. Ejercitar la tolerancia

25-07-2023 / Alegría Ahora, Política y Sociedad
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Como escuela, invitamos a sentir con amor político la vida. Pensemos otra respuesta a los conflictos que no sea matar. Que no sea producir dolor.


56. Ejercitar la tolerancia

Imagen: César Agite.

En tiempos de candidaturas presidenciales montadas en la violencia, un texto escrito por la fundadora de la Escuela de Amor Político Alegría Ahora, en plena pandemia, para leer y releer. 

55. Ejercitar la tolerancia.

Mónica Lungo, lunes 27 de julio de 2020.

Escribimos este posteo con mucha preocupación y tristeza. Pareciera que la Humanidad se empeñara en repetir la historia. Que los horrores no han servido para comprender lo sagrado de la vida.

No somos individuos aislados, somos alguien en una sociedad, viviendo en un momento histórico, donde hay leyes que ordenan nuestra existencia.

Las leyes que protegen la vida no nacen solas, nacen de años de luchas, de visibilizaciones, de dolores, de grandes esfuerzos colectivos para construir y asegurar al menos en la legalidad, un mundo más justo, menos desigual.

Son grandes conquistas, porque son el resultado de una conciencia, toda la sociedad debe respetarla. No hay opción, es ley.

En nuestro país, existen leyes que condenan a quien quita una vida si la propia no está en juego. No se cuestiona la legítima defensa, se contempla. Pero no se puede en pleno siglo XXI matar como respuesta a una situación.

Lo que nos preocupa y alerta es el resurgimiento de la idea de matar como castigo, para que las personas aprendan a respetar. Eso no funcionó nunca, no funciona y nunca funcionará.

Hay personas que investigan y analizan la sociedad en el ámbito educativo más alto que es la universidad. Lo hacen desde distintas disciplinas y en todo el planeta. Les invito a buscar los resultados de esos estudios serios, con fundamentos: todos concluyen en que no sirve la mano dura, la pena de muerte, endurecer las leyes.

Al contrario, genera más violencia y quien pierde es la sociedad, o sea vos y yo.

Entonces, no, no puede respetarse cualquier idea. No se puede levantar la bandera de la justicia por mano propia, en ninguna circunstancia.

Ayer, sacaron de la comisaría al supuesto asesino de Julieta (femicidio en Santa Fe, julio de 2020) vestido de policía para que no lo lincharan.

¿Eso está mal? ¿Hubiera sido mejor matarlo? ¿Eso es justicia?

Y ante la pregunta “¿qué harías vos en esa situación?”, yo, conocido o no, evito un linchamiento. Ya lo he hecho en varias situaciones tremendas.

“¿Y si fuera tu hija?”

Es probable que querría lincharlo. Al menos sería el primer impulso. No puedo ponerme en ese lugar, porque no me ha ocurrido. Pero sí he vivido situaciones en extremo violentas y he podido permanecer tranquila y no empeorar la situación. Y cuando he explotado, alguien me abrazó hasta que pasara el impulso visceral. Lo agradezco, porque sé muy bien que la violencia empeora todo.

Y les aseguro que la mayoría de quien nos lee no ha vivido ni de cerca lo que atravesamos diariamente en la escuela.

Mucha gente, profesionales, salen corriendo del susto después de sumarse a nuestros días. Es un gran acto de valentía levantar la bandera del amor y la educación en el ojo de la violencia extrema. Y sobre todo un gran acto de coherencia.

Por eso, como escuela, invitamos a sentir con amor político la vida. Invitamos a ejercitar la tolerancia y no desear la muerte. ¡Qué espanto desear la muerte como solución a un conflicto! Que decadencia humana…

Tenemos un desarrollo tecnológico abrumador y todavía no comprendemos el valor de la vida. El valor incuestionable de los derechos humanos. Los derechos de todes, aun de quienes cometen actos crueles.

¿De qué sirven los discursos piolas si cuando hay que ponerlos en la práctica saltan las ideas más reaccionarias y fascistas?

Pensemos otra respuesta a los conflictos que no sea matar. Que no sea producir dolor. Dejemos de dar vergüenza.

Incluso cuando la realidad es cruel e injusta, es con Humanismo que se la enfrenta.

Estamos atravesando un momento excepcional en la historia de la Humanidad.

¿Vamos a seguir escribiendo muerte?